martes, 4 de octubre de 2016

Balance 'galvanizante' sobre Bienal Sevilla 2016, con gotas de Rocío

Acabó la Bienal de Sevilla "El acontecimiento internacional más importante relacionado con el Flamenco" (sic al buscar en google). Y desde luego que lo es, por todo.Como que han estado casi todos l@s que tenían que estar. Claro que se puede hacer más. Por ejemplo, yo propondría que se celebrara la Bienal al mismo tiempo que el Monkey Week, o viceversa, y que convivieran en el mismo tiempo y lugar flamenco y músicas, por resumir, 'indies'. Por ver qué pasa, si coinciden públicos en las calles, si los sonidos de uno y otro atraen a otros y unos, o que simplemente todos pueden estar juntos, aunque sigan a lo suyo, y no unos a continuación de otros, cada uno a su tiempo. Yuxtaposición, un término a explorar.
(Vale, sólo serían tres días de fest indie, pero se podría añadir otro festival, de jazz... incluso; dada la largura de días de la Bienal).

Takashi Murakami.
Contemplada la Bienal desde la lejanía, los comentarios sobre las actuaciones de l@s artistas de este año han entrado dentro de lo esperado según el entender y (re)gustos de l@s comentaristas, críticos en el lenguaje clásico o tradicional.
Poco ha aportado la crítica que no hubiera aportado antes. Sólo ha habido algún movimiento al hablar del espectáculo de Isabel Bayón sobre coreografías de Israel Galván, Dju Dju. La verdad es que también entra dentro de lo esperado, exonerar a Bayón, volver a incidir si lo de Galván es flamenco o por supuesto que no lo es, es performance o danza contemporánea, señalan tod@s l@s comentaristas. Buena noticia, el crítico flamenco no sólo sabe de lo suyo sino de otras cosas artísticas.
Y de nuevo, constatación de que el crítico, al menos est@s, van por detrás del artista. Con lo que saben del flamenco clásico, histórico, tradicional -etiquetas suyas- no encuentran un léxico iluminador. Lo claramente iluminado es el problema que tienen con la libertad del, de la artista.
(He leído en un libro de 1930, describiendo la "danza jonda": "Una anarquía de formas buscando una contraestética de sarcasmos y deformaciones, es decir, una estética de la caricatura. Es una rebeldía plástica a todos los dogmas de la danza, una negación consciente de toda estética de sistema; salta, se cimbra, ondula, se encrespa, se dobla, se afirma rígido; inicia la línea rota, el esguince descoyuntado, el perfil herido de cómicas insinuaciones, todo él en un apunte inorgánico y desmelenado de expresiones fallidas y esquemas deshechos". Del libro de los hermanos Caba Landa).


Tampoco se librará de comentarios esto no entra dentro del flamenco lo que hizo Rocío Márquez con Fahmi Alqhai. Aquí entraríamos en el tema etiquetas. Se viene oyendo a muchos músicos renegar de ellas, prefieren que se diga que hacen música, desde la que han aprendido, llevan en sus 'genes' o raíces o les ha 'tocado' cual iluminación-revelación.
Toda etiqueta es reductora. Y el Arte está por delante, encima de las etiquetas. Si desaparecieran seguiría habiendo Arte, con o sin permiso de la autoridad imperante 
¿Y si dejamos de decir flamenco y que el/la artista en cuestión hace una música... y a describir lo que transmite? Estamos en un tiempo global, luego también será global el sentir. Que, me parece, va a tener más de mirar hacia adelante que a hacia atrás repitiendo -copias, copias- lo que ya ha sido hecho.
(De lo que se trata es que el artista flamenco suene a su tiempo, si para ello tiene que tocar instrumentos ajenos a lo suyo, pero de ese tiempo, que lo pruebe; flamenco del siglo XXI no es un djflamenco ni electrónico, pero tendrá que tener esa sonoridad el cante).
Y el giraldillo 2016 es para: 

 

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