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lunes, 16 de octubre de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', en versión original (25 de julio del 2016 - I)



-¿Tú distingues entre baile payo y baile gitano?
-Pues, sí, hombre. Se empieza por los pies. En el flamenco gitano bailan con los pies planos, pegados a la tierra, para que lo sepas. Son gente que no se fía de nadie y se pega (golpe en la mesa) a la tierra. Quien sea.
-¿Es  más creativo el payo que el gitano?
-No, es que… el payo, por ejemplo, es capaz de hacer más coreografías; el gitano es más sencillo, más lo que siente, lo que hace, lo que le han enseñado, sus padres, sus abuelos. Más que enseñarles, lo han visto, que bailaban así, que bailaban asao.
-Hay bailaores gitanos con formación académica, Mario Maya se me ocurre ahora.
-Claro, Mario Maya estaba metido dentro del espectáculo; Pilar López había enseñado a muchos gitanos como él. Ellos no pierden su herencia, va en su sangre, su todo; lo único que pueden hacer es incrementar la cultura de los payos con la suya.
Pilar López es una gran maestra de hombres, ahí están todos los que han salido… Pilar López enriqueció mucho el baile, muchísimo. Luego hay una cosa, que a mí no me gustaba bailando ella, bailaba con los codos mucho, y yo estaba acostumbrado a otra escuela, todo más redondeado, con más armonía, pero ella, para enseñar, la mejor que había, Doña Pilar López.


-¿El flamenco es de Andalucía o de España?
-Yo diría que el flamenco no es ni de España, ni de Andalucía, es un arte. Que se tiene o no se tiene. Y en ello va el temperamento que cada uno pueda tener y el conocimiento que uno pueda tener. Conjuntándoles sale eso que se llama flamenco. Ahí lo tienes que vienen los japoneses, aprenden y bailan. Ahora, con esa cara así, esos ojos…
-En Andalucía es donde más… arraiga.
-Lo más razonable es que la gente más alegre celebrase fiestas, de ahí que sea más baile por fiesta. Y eso es en Andalucía. Fíjate los castellanos ¿qué fiestas se hacen aquí, si tenemos cara palo? A ver. Somos muy serios. Los andaluces, pues, son una gente cordial, simpática, cachonda, más tolerante. Quinientas veces más tolerante.
-Por especular. Por eso, tal vez, ¿un castellano como Vicente Escudero hizo el baile de la seguiriya?
-No. Es que da la casualidad de que la seguiriya es un drama. Y basado en un concepto religioso. La seguiriya es muy religiosa. Es un canto al dolor, si quieres.

Rodolfo, años 70.

-En una entrevista que te hicieron para un periódico de Valladolid contabas que con 16-17 años partiste el escenario de las piscinas Samoa.
-Sí, señor. Sí, señor. Y en la academia de Doña Ramona.
-¿Así que se hacían actuaciones en la Samoa?
-Hombre, sí. Una de las pijotadas que se hicieron fue quitar las piscinas Samoa, tanto la deportiva como la otra. Y todo eso era, porque la tapia que daba a la carretera era visible; y la que daba al río, pues ahí las parejas hacían guarrerías. Había mucha espi-ri-tua-li-dad. No te jodes.
-Y ¿qué te dijeron cuando rompiste las tablas?
-Nada. Qué iban a decir. Nada.
-¿Ibas con un cuadro de flamenco?
-Solo. Yo solo. Hombre, llevaba un guitarrista, que era Amador González, que era mi amigo. Y yo le llevaba la guitarra, y presumía yo. Qué pena lo de la Samoa. Se celebraban bailes, se celebraban bodas.
-Era como pija, de clase media, bien, de aquí, de Valladolid ¿no?
-Más o menos. Iba el que tenía dinero, porque costaba dinero, claro.

miércoles, 30 de agosto de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', en versión original (13 de julio del 2016 - y II)

Continuando con la visita al estudio de danza de Rodolfo dejamos la Sala Antonio (el Bailarín) y pasamos a la de Carmen Amaya, dedicada al flamenco y su enseñanza. Parece un cuartito de cabales, poblado de fotos sólo de artistas flamenc@s, como los dibujos que llevan la firma del pintor vallisoletano Capuletti (y cuadros, y objetos varios). Hay fotos con dedicatoria -Lola Greco, Antonio Márquez, Carmen Linares...-, algunas realizadas por Juan Gyenes, Ibáñez -"eran los mejores (fotógrafos) que había"-, imágenes inspiradoras, transmisoras del flamenco, que ahí se baila.


-Farruquito, ¿le ves?
-Ha hecho un vídeo para la Bienal de Sevilla, un flashmob le llaman, que consiste en gente anónima que se apunta a bailar una coreografía suya, una bulería.
-Pues bien.
-Le estuve viendo la última vez que estuvo aquí (finales del 2015).
-¿Qué pasó, qué me pasó a mí? Estuve en el (Teatro) Calderón (hace unos diez años) y cogieron y cuando salió Farruquito a hablar conmigo, me quitaron de hablar con él, que salió del camerino, ¿qué te parece, Benito? Valladolid-Campo Grande. Joder. Le manda cojones esto. Mira, Amador González, mi maestro, y aquí -señala un cartel- el homenaje que le hicieron en Valladolid. Ahí le tienes, Amador González, el fenómeno.

Rodolfo Otero, en los 80, en su estudio.

Aclaramos lo que había sido una confusión de Rodolfo, "sobre el mejor bailaor gitano", se refería al torero gitano Rafael de Paula, del que tiene una foto en el vestíbulo del estudio -"dando una verónica"- y con dedicatoria: "A Rodolfo Otero. Un artista hasta la caña de los huesos",
-Estuvo aquí, y bailando los dos juntos, ahí, en el salón, ¿cómo lo ves?... Esa escultura es a cambio de un año de clases para el marido de una que estaba en la escuela de artes y oficios, pero es buena ¿eh? Fíjate, soldado y todo. De todas las maneras tengo la memoria como el culo, mal. Ahora me estoy dando cuenta, MÁS, de lo que me falla la memoria. Es para darme de hostias. Es increíble, pero verdad. ¿Sabes quién es esa, la Carmen Linares? Y esas son del Ballet de Altamira; esta es de Honeymoon, que es la primera película que se hizo la mitad en blanco y negro. Y. La otra mitad en color. "Luna de miel." Honeymoon.
-PilarLópez ¿qué te pareció?
-Como maestra la mejor maestra que ha habido para hombres. Sacó a Gades, Maya, a todos, y mejicanos, Roberto Ximénez, aunque fueran maricones parecían tíos de la hostia. Pilar López no me gustaba, a mí. Pero, reconozco toda la labor que hizo, todo su magisterio. Fue la hostia. Ya ves, Gades.
-¿En qué no te gustaba?
-Porque yo tenía otra escuela que era más estilizada, más bella, si quieres, más redondeada, no tan aguda, de codos y cosas de esas. Y esto -mi escuela- Antonio lo dominaba de la hostia, el tiparraco de él, sólo la figura, el "Zapateado", de Sarasate... y la sobriedad y los pies, y todo, no me jodas. Como era el otro bestia, eh, Antonio Mairena, ahí le tienes, y a Vicente Escudero.



(Ese día fallecía Juan Peña el Lebrijano. Días antes de empezar las charlas, Juan Habichuela nos había dejado. Días después se iría José Menese. Cuando terminamos el paseo por su academia, la pecera estaba arreglada, los peces nadando y comiendo. Volvería de nuevo a la academia de baile de Rodolfo, para ver más fotos, de su colección particular, otros personajes famosos aparecerían -Ava Gardner, por ejemplo, con dedicatoria-, o del tiempo que estuvo en la compañía de Antonio, o de su escuela. Guarda mucho material aún Rodolfo, y en su casa también, igual de abarrotada que su estudio. Lo iremos viendo en los próximos días).

miércoles, 31 de mayo de 2017

Club Flamenco (51) Capuletti: el despertar de un artista y de un flamenco (1)

José Manuel Capuletti, "enorme pintor, dibujante extraordinario, en cuya obra tiene una importancia fundamental el flamenco". Motivo para estar presente en la Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid; penúltima Tertulia de la temporada (La despedida será el 23 de junio, con la habitual fiesta).
Capuletti, también o además, por haber nacido en Valladolid, en 1925; una ciudad que ha dado poco, pero interesantes nombres al mundo del flamenco (La Revista Zoco Flamenco dedicará un artículo, en su número de junio, al flamenco en Castilla, nos avanzó Enrique Miralles, conductor y ponente de la Tertulia, en general, y de Capuletti, en particular; los entrecomillados son suyos).
Ya hemos dado algunos nombres aquí, el conocido de Vicente Escudero, el de Pepe Montoyita y sus hermanos; también el del crítico y autor de libros de flamenco, Ángel Álvarez Caballero; recientemente el de Rodolfo Otero; Mariemma; la Rubia de Málaga, que recordó hace poco Pedro Sanz, implicado en su descubrimiento vallisoletano (pronto la traeré por aquí), entre otros y otras; aparte de una larga tradición de aficionad@s flamenc@s, aportando lo suyo a la difusión del flamenco como hizo el vallisoletano Fernán A. Casares fundando el tablao Zambra, en 1954, en Madrid.
La relación de Capuletti no sólo está en su famosa serie de retratos de artistas flamencos; también en portadas de discos, carteles para festivales y en decorados para ballet españoles o de baile flamenco -"para él el baile era pintura en movimiento"-, por donde empezó a darse a conocer.

Del blog Papeles Flamencos.
Primero para la Compañía de Pilar López. El pintor vallisoletano entra en contacto con la hermana de La Argentinita en una actuación de ésta en Valladolid y realizará la escenografía de un par de sus obras. Segundo, con la compañía de José Greco. "El bailarín veía a un muchacho en el teatro", cuenta Enrique, "que no paraba de dibujar durante toda la actuación; se dirige a él, le gusta lo que hace y le contrata".
Y saldrá de gira con José Greco, fuera de Valladolid y de España, por primera vez. Esto ocurre en la década de los 40, del siglo pasado. Capuletti es un veinteañero -nace en 1925-; hijo de un padre peluquero con local propio (Peluquería Lillo) en zona céntrica de la capital, la Calle Santiago; su afición por la pintura y el dibujo empieza en la infancia; y en la adolescencia, su afición por el flamenco, con amistades como "la de un personaje del que no se tienen muchos datos, El Tufo; debía ser un cantaor bastante purista". Estudiará Capuletti en el Instituto Zorrilla y después en el Colegio Lourdes, éste de curas, uno de los varios que había -y hay- en esta ciudad -y otros tantos de monjas-; ahora, situense en aquellos años de guerra civil y postguerra en una ciudad que fue la primera en adherirse a los golpistas contra la República e iniciar la depuración de todo aquello que no fuera católico, apostólico, romano, falangista o fascista; y los curas hicieron su trabajo a través de la educación.
Probablemente el trato de Capuletti -por imperativo familiar- con los de la sotana estimulara su vena artística, entendida como señal de rebeldía, de inconformismo, como el hecho de llevar el pelo largo, en aquellos años, o su atracción por el flamenco. Por lo que este representaba en una sociedad sin opciones más que las obligatorias: lo diferente, lo prohibido, lo mal visto.


(En 1993 el colegio Lourdes dedica una exposición a Capuletti, en plan 'famosos' antiguos alumnos; el catálogo se encuentra en la Biblioteca Pública de Valladolid, no prestable, sólo para consulta; al igual que Capuletti: el autor y su obra, de José Carlos Brasas Egido, el texto más completo sobre el vallisoletano con más de 450 páginas, editado  por Caja de Ahorros Provincial, en 1987).
Regresa Capuletti a Valladolid tras la gira con Greco, con una novia, bailarina de la compañía, con la que se casará y será musa de su pintura, Pilar López -no la hermana de La Argentinita. Hasta que decide irse a París, y comenzar a ser el artista que quería ser.

Autorretrato.

Rergresará a España, pero no a Valladolid, sino a Andalucía.

sábado, 15 de abril de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', historia(s) de un bailarín vallisoletano

“Ya tenía yo 14 años o así, cuando vi en el Teatro Zorrilla (Valladolid) a Carmen Amaya con su familia, con los gitanos. Verla bailar, era la maravilla que te embarga. Ahí fue donde me enamoré del baile y del flamenco (...) Después vino el ballet de Antonio (el Bailarín) al Teatro Lope de Vega, por dos días. Yo me fui el primer día y ya… me volví loco, enamorado totalmente del baile. Y el segundo día de actuación llegué y entré en el camerino...".
Un comienzo para una historia, la de la trayectoria profesional y artística de Rodolfo Otero, bailarín, bailaor, maestro de baile, recogida en un libro, Rodolfo Otero: Amor por la danza, a presentar el viernes 21 de abril en su ciudad, Valladolid, en la Casa Revilla (siete y media de la tarde), y cuya autoría es de este que os escribe.


Una historia que siempre me atrajo, cuando me contaba partes de ella en la larga convivencia que mantuvimos como vecinos del mismo edificio. Con el paso del tiempo, el interés compartido con otr@s amig@s por la figura de Rodolfo; la irritación por el desinterés o el selectivo interés de esta ciudad, Valladolid, por sus artistas, sus personas de la cultura y reconocer su valía; mi relación cada vez mayor con el flamenco fueron conformando la idea de dejar constancia de la vida de Rodolfo. Y hacerlo por escrito ha sido la forma que finalmente ha tomado (y no será la única).
La historia que cuenta Rodolfo tiene esa épica inherente al flamenco donde cada artista es singular, una excepción, incluso, como lo fue Rodolfo en la Compañía de Antonio Ruiz Soler, Antonio el Bailarín, 'el dios de la danza', el dominador absoluto del baile español y/o flamenco desde la década de los años 50 hasta casi los 70, del siglo pasado.
Excepción porque llegó a la compañía sólo con el aprendizaje flamenco, adquirido en su ciudad, al tiempo que trabajaba, entrenaba para ser boxeador ("Eso de que no tienes para nada ¡tienes tiempo para todo! solo que no quieres. Los cuentos de que no puedo y no puedo"). Una compañía donde quienes serían sus compañer@s "venían formados", tenían la carrera de baile, de danza. Y Rodolfo tuvo que aprender, a sus casi veinte años. 
"No sé cuánto tiempo duró aquel aprendizaje. No se llega a dominar, ello te domina a ti. No te imaginas cuánto cuesta. Una quinta posición no la llegas a hacer así, porque te dé la gana. Pies yuxtapuestos, uno para allá y el otro para allí, eso no lo haces en un momento. Y luego ten el equilibrio y luego moverte… Y cuanto más mayor (de edad), más duro es y más desorganizado estás para hacer la organización que tiene el ballet".
Y pudo. Entró siendo el último y llegó a ser el primero. A ser El Corregidor en El sombrero de tres picos, la versión de la obra de Manuel de Falla, que encumbraría a Antonio como coreógrafo, a nivel mundial. 


Rodolfo Otero: Amor por la danza es la historia de ese ascenso contada por el propio bailarín vallisoletano, a la edad de 84 años, a lo largo de una serie de charlas que mantuvimos durante el mes de julio del 2016.
También son otras historias, las del antes y después de la historia principal. Historias de su infancia, de y con su familia, en el tiempo de la postguerra civil española, el de los años del hambre y la miseria moral; años en los que a nadie se le esconde que la vida es ataque y defensa, y no queda más remedio que elegir. Tiempo donde el flamenco suena a Antonio Mairena, el Gallina, Chaleco, Chano Lobato, Manuel Morao... los cantaores y tocaores de Antonio. Y en el baile estaban, además de Antonio y Carmen Amaya, figuras como Pilar López o Vicente Escudero.
Es el tiempo de infancia y adolescencia para Rodolfo, de sentimientos en ebullición, de forja de un carácter, de vivir aventuras que irán transformándose en búsqueda de la libertad.
Bailarines y bailarinas, bailaores y bailaoras coinciden en una palabra: Libertad. El baile es la expresión de esa búsqueda (Cualquiera que haya sentido la necesidad de bailar, aun no siendo un profesional, también lo sabe, lo siente). Es el medio  para conseguirla, sentirla, saber que es posible, y transmitirlo. El Arte de la Danza, como se decía en los tiempos de Rodolfo, porque baile no tenía la suficiente categoría para el mundillo cultural de entonces. Al igual que se llamaba bailarín al bailaor.
"En la época que yo he vivido, en aquellos años, el flamenco estaba denostado ¡bah! el flamenco. Porque era de taberna, según ellos. El flamenco estaba mal visto, era como beber vino tinto en porrón. Lo bueno, lo aceptable tenía que ser de marca y descorchado".
Y como el flamenco, Rodolfo es intenso en extremo. En todo lo que dice, piensa, siente, cuenta. Y esta intensidad ha facilitado en mucho la elaboración del libro.



Dejémoslo aquí, tiempo habrá para volver a Rodolfo, de quien nos hemos ocupado en este blog, como esta entrevista de hace tiempo y que os puede dar una idea de su sentir, pensar, de su carácter.
El libro será publicado por la editorial vallisoletana, Ediciones Fuente de  la Fama. Con una tirada limitada y numerada de 225 ejemplares, con quince fotografías, un cuidado diseño y terminó de imprimirse, "en la primera quincena de marzo 2017, florecidos almendros y prunos, en medio de unos días primaverales, con los termómetros por encima de los veinte grados. Luego llegaron los vientos y volvió el frío, pero el bien ya estaba hecho. El ángel del baile había pasado" (Julio Martínez, editor).

miércoles, 27 de enero de 2016

Club Flamenco (40) El baile en el tiempo de Mario Maya, El Güito, Antonio Gades

Siglo XX. Años 20-30: "La guitarra puntea un delirio de falsetas... Después vuelve el rumor indiferenciado del rasgueo... El bailarín espera la entrada en una contracta elasticidad como el preludio de un salto... El baile va a ser ejecutado por un varón de ceñido pantalón, chaquetilla corta y cintura estrangulada por una faja. Cuando la guitarra indica la salida, salta el bailarín en limpia plasmación de líneas y queda en escueta escultura viva, en medio del tablado, clavado al repiqueteo de los pies. Luego, una anarquía de formas... rebeldía plástica a todos los dogmas de la danza... salta, se cimbra, ondula, se encrespa, se dobla, se afirma rígido...".

Siglo XXI, el pasado viernes: La primera cita de la Tertulia Flamenca, en la Biblioteca Pública de Valladolid, en este 2016 habla de baile en torno a tres de sus figuras clave -Mario Maya, Antonio Gades, El Güito-, en un tiempo concreto.

Mario Maya.
Siglo XX. Años 70: "Se marcan unas cánones, se establece una especie de ortodoxia; es un momento donde se llega  un alto grado de clasicismo y calidad. Es el baile estético, escénico, más profesionalizado, estructurado... Destaca la verticalidad, la plástica; una estética limpia donde todo parece estar sincronizado, que como en el traje no haya ninguna arruga. Es lo que se entiende por baile flamenco".

Pilar López y Rafael Ortega.
Los tres bailaores discípulos de Pilar López y van recoger toda la herencia del baile flamenco anterior a su llegada. El espontáneo, intuitivo, gitano de las cuevas de Sacromonte y las fiestas familiares y el que va tomando forma en los escenarios desde mediados del siglo XIX, el de Pastora Imperio, Argentina, Vicente Escudero, ¿Carmen Amaya?, Argentinita, el que pasa de los cafés cantantes al teatro, el que consigue éxito y atención internacional.
"Pilar López marca el modelo de ética y estética del baile; sobre todo de ética, del baile como algo serio, que requiere un enorme esfuerzo, disciplina... Estos bailaores han sacrificado el cuerpo, son mártires. Las caderas no las tocan, no se agachan. Y la cara: la inexpresividad total, la concentración, parecen ascetas, están levitando. Con este sacrificio están mostrando una concepción distinta del baile: depuración de las formas, un equilibrio, una justeza, economía de movimientos, han quitado el adorno; y transmite, comunica, el baile flamenco se entiende desde aquí".
"Ahora ya no se baila así... de ese baile muy estructurado, sometido a una férrea disciplina se irán liberando las siguientes generaciones de bailaor@s..., creo que la generación actual es mucho más libre. Estos (Maya, Güito, Gades) lo tenía más difícil, su baile parece más artificial, ahora resulta más natural, tal vez por incorporar la espontaneidad del otro baile flamenco, el gitano... Como ejemplo de esto estaría Marcos Flores, seguidor de esa escuela, pero con otras formas porque ha recibido nuevas influencias como esos tres bailaores recibieron otras de su tiempo -contacto con movimientos artísticos de su tiempo como el neoplasticismo, la abstracción que sacrifica las figuras y va a las esencias, al movimiento de pierna y brazo. Y por otro lado, Israel Galván".

Antonio Gades.

Mientras hablan distintas voces en la Tertulia vemos vídeos de Mario Maya, de El Güito, de Antonio Gades, y conocemos detalles de su vida y obras. Hay tiempo para recordar a Manuel Agujetas, y a Antonio Cuevas el Piki, cantaor para algunos de estos bailaores. Nacido en 1945, muerto en 1980, "víctima de un asesinato que no se llegó a aclarar del todo; posiblemente a cargo de los grupos fascistas que actuaron durante la transición. (La noche de su muerte) Salía del Café de Chinitas y le estaban esperando; hacía poco había grabado un disco en homenaje a Blas Infante, en el cual hace unas letras comprometidas, acorde a lo que este cantaor fue, comprometido social y políticamente. Apareció destrozado en las afueras de Madrid".

El Güito y Manolete.
Luis Presa ha entregado una hoja donde señala las características más apreciables del baile flamenco (variedad, compás, carácter, fuerza expresiva), de sus técnicas y estructuración (salida, letras, silencio, zapateado, remate).
Con un vídeo final de Manolete se cierra la Tertulia de este mes (19 de febrero la siguiente cita sobre las nuevas generaciones de flamen@s) -da tiempo antes a que un representante de Zoco Flamenco anuncie el nuevo número de la revista, con parte de su contenido dedicada a Valladolid-... "No hay mujeres", "pues ahora abundan y destacan":

Rocío Molina.
Siglo XX. Años 20-30: "En la bailarina hay una tendencia al rito, a la sexualidad, al símbolo. Tiembla su escultura como una llama, como una ola, como un complejo de curvas escindiéndose del tronco como aros locos escapándose de un eje. Es toda ella un nervioso caleidoscopio de imágenes apenas entrevistas...". (Carlos y Pedro Caba Landa, Andalucía, su comunismo y su cante jondo. 1933. Biblioteca Atlántico).

jueves, 27 de septiembre de 2012

El duende flamenco de Edgar Neville

Al hablar el otro día de la próxima Seminci y la presencia flamenca en el festival de cine de esta ciudad, recordamos a Edgar Neville y el descubrimiento que supuso ver su cine y en especial, Duende y misterio del flamenco (1952), película clave dentro de la relación cine y flamenco.

La bailaora María Luz bailando la serrana.
El flamenco dejaba de ser anécdota, tema musical o elemento más que se añadía a una o cualquier trama, para ser el único protagonista. Con una historia, no relato, que contar, la del cante y el baile; con una estética natural, que no naturalista, a diferencia de los venideros Flamencos, de Saura, más cercana a Rito y Geografía del Cante, pero sin propósito documental. "Mi película es la exaltación del cante y el baile flamenco. No es un documental, sino la historia del cante y baile andaluces, del genunino folklore de esta tierra, en la que han actuado y actúan todos los ases del género", explicó el director de esta personal y singular, también road movie, película de viajes por los palos flamencos.
Dejando a un lado el término folklórico -eran aquellos años-, Neville, nada desconocedor del flamenco, consiguió reunir en su película a cantaores como Antonio Mairena, Aurelio Sellés, Fernanda y Bernarda de Utrera o, entre otr@s, el Niño de Almadén, cantaor este que había participado en una anterior película, El crimen de la calle Bordadores (1946), y a quien Neville 'convirtió' en Silverio Franconetti (Román el Granaíno, a la guitarra, y la bailaora Elvira Real acompañaban al de Almadén).

Algunos de los ases que intervienen en la película.
Manuel Morao, Luis Maravilla o Rafael de Jerez, entre otros, figuran como guitarristas, pero es el baile quien mayor presencia, atractivo tiene en Duende y misterio del flamenco. Un elenco de bailaores y bailaoras encabezados por Antonio, quien crearía para la ocasión el baile del martinete, y Pilar López y su ballet español (el reparto completo de la película, aquí). Además contó con la participación especial del torero Juan Belmonte, gran amigo del director, que, además del cine, "desperdigaba su talento: escribía artículos, teatro, guiones, a veces hasta trabajaba -y muy bien- como actor", apuntaba la actriz, y compañera, Conchita Montes en la introducción al libro editado por la Seminci con motivo del ciclo que le dedicara a Edgard Neville en su 27 edición (cinco años después de ser recuperado por la Filmoteca Española). El festival de cine de Valladolid, en aquellos años (1982), y más pelado de dinero que ahora, tenía que tirar de imaginación, o intentarlo al menos, para ofrecer una programación interesante; luego vendrían los dirigentes efectistas y de aquellos polvos, estos lodos.
"Cuando en la enfermedad (de niño)... el gesto amoroso, maternal, nos ofrecía, con una mano, el asqueroso vaso del medicamento, y en la otra, la peseta que servía de premio. Y es que nos educaban para capitalistas", recordaba de su infancia Neville, que también expresaría por escrito su admiración y sentir por el flamenco: fue uno de los cronistas del concurso de Granada de 1922, escribió un poema a D. Antonio Chacón, artículos sobre Antonio Mairena o el ensayo Flamenco y cante jondo. En el blog, Papeles flamencos, se encuentran algunos de estos textos (1, 2, 3, 4), de uno de los grandes humoristas de este país.

Como penúltimo recuerdo de Edgard Neville, lo que escribió como colofón a sus crónicas del festival de cine de Cannes para la revista Cámara (nº 201; 1951). Esto contaba sobre la fiesta de despedida de la delegación española, "completamente aparte", del resto de las ofrecidas por otros países en el certamen francés: "Se llevó a un guitarrista, a Paquita Rico y a Ana Esmeralda y trescientas botellas de Jerez, y se organizó una comida fría y, naturalmente, se llenó el local e inmediatamente empezó a sonar la guitarra, y el jerez, y a bailar las dos artistas llenas de brío y de buena voluntad, y a tocar palmas todo el mundo, y armarse el jolgorio, zipizape y alegría, y a quererse todos mucho y a borrar fronteras y diferencias de idiomas con esa facilidad con que los borra el jerez, y a las cuatro de la mañana costaba muchísimo hacer que la gente se fuera a la cama y no degenerase en un juergazo lo que había sido un modelo de fiesta".


P.D.: Recomendar la web oficial de Neville, en cuya filmografía, aparte del flamenco, también se ven y oyen otras músicas e intérpretes. En El malvado Carabel (1935) aparece 'La Rumbera Eléctrica', popular bailarina de danzones; la coplera Carmela Montes, y el cuadro flamenco Los Amaya, en El Traje de luces (1947): o el cortometraje La Parrala (1941), un relato más basado en el mito, en la canción de León y Quiroga, que en el personaje real.
"Mientras España es 'la reserva espiritual de Occidente' Neville va a un universo más amplio, aunque en dimensiones externas sea más pequeño: el barrio, la torre de una calle, y hasta una sardina. Tipismo, esencia de lo popular, amaba al pueblo, saltándose quizá a la burguesía. Pero no hacía reflejo de la actualidad oficial, hacía lo que perdura siempre de la actualidad sin calificativos. Es decir: la cultura" (Conchita Montes).