martes, 18 de octubre de 2016

Mi atracción por el flamenco: El arte de amar (y 4)

¿Por qué digo que el flamenco me es propio y no el rock and roll, las músicas negras americanas con las que me crié y en primera instancia me atrajeron? ¿Porque soy español?
Recuerdo una seguiriya de un recital que ofreció Carmen Linares en el Teatro Calderón, escalofriante; un par de temas que hizo Moraíto chico en el intermedio de un recital de José Mercé en el Teatro Zorrilla, que despertaron mi atención, lo que no estaba consiguiendo el cantaor; a Enrique Morente, en el Calderón, haciendo sólo flamenco y ver que todo lo bueno que se decía de él: bien dicho estaba; a Lole, sin Manuel, en la Plaza de Toros, y pensar, 'al menos la he visto a ella'. Recuerdo oir unas bulerías de Fernanda y Bernarda de Utrera y al escuchar la guitarra decirme que tenía la misma fuerza que un rasgueo, riff, de metal o punk. ¿Tiene equivalente en la música popular anglosajona el cante monstruoso de la Paquera de Jerez?



Recuerdos de finales del siglo XX y principios del XXI, en Valladolid, mi ciudad. Siglo este donde el flamenco había pasado a ser, como ya dije, el centro de mi atención musical.
Fue leyendo La música callada del toreo, de José Bergamín, donde empecé a percibir fundamentos para pensar que esta parte del planeta llamada España tenía una singularidad porque pensaba/sentía de otra forma -contraria, podría decirse, a la anglosajona- y de ahí sus particulares creaciones artísticas. Esa intuición encontraría más argumentos en el libro -de 1933-, Andalucía, su comunismo y su cante jondo, de Carlos y Pedro Caba Landa, quienes vienen a sostener que la "unidad psicológica", el "alma colectiva" de este país se expresa, se 'materializa' en el flamenco, al igual que la cultura anglosajona en la música clásica ('teoría' extensible a otras culturas: árabe, india, africana...).
Si quitamos etiquetas musicales y nacionalistas tal vez haya dos formas de cantar: la canción y el cante. La primera se interpreta, quien canta actúa, teatraliza; el segundo se hace (ahora que Bob Dylan está en candelero, el genio de Minesota practica esta forma: hacer el cante -también puedo incluir a Chavela Vargas-; con lo cual quiero decir que esta última forma de cantar no es exclusiva del flamenco, si bien es su sello distintivo: hacer el cante, decimos, como decimos cantante -un modelo: Frank Sinatra- y cantaor/a. Y no está una forma por encima de la otra, salvo para la industria que incentiva la canción porque es manipulable, y hay tantos oídos y voces prestos a dejarse a corromper: lo fácil atrae. Sí hay buenas canciones, brillantes, luminosas, arrebatadoras; aunque casi hace falta ser un gemólogo para encontrarlas o no confundir el amor con ilusiones).
Hace poco hablando con el maestro de baile, Rodolfo Otero, le preguntaba si el flamenco es de Andalucía o de España, respondía: "El flamenco no es ni de España, ni de Andalucía, es un arte".



(Y hasta aquí el repaso a mi atracción por el flamenco)

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