El nuevo texto que traemos al blog pertenece al libreto del quinto disco que grabara Camarón, el titulado El Camarón de la Isla con la colaboración especial de Paco de Lucía, publicado en 1973 y reeditado en 1997, como toda la discografía del cantaor (se volveria a reeditar en 2005, remasterizado). Una reedición que incluía una serie de textos escritos por Faustino Núñez, a quien se sumaría en alguno de ellos, José Manuel Gamboa. Los dos, Gamboa y Núñez, escribieron un libro imprescindible sobre el genio de la Isla, Camarón. Vida y obra (Iberautor. 2003), donde disco a disco, cante a cante analizan-cuentan el arte de Camarón y por extensión el de Paco de Lucía. Tal y como aquí hace Núñez, pero ampliado, explicando los adjetivos en grado superlativo aquí empleados para referirse al inolvidable cantaor, y a su compañero al toque.
Se ha escogido este disco, de todos los que dispone la Biblioteca Pública de Valladolid sobre Camarón -toda su discografía oficial y alguno posteriormente editado-, porque es uno de los que tienen todas las hojas del libreto completas -signo del movimiento, de préstamos que tienen los discos- y porque resulta representativo del hacer de Núñez, uno de nuestros más reputados escritores -y más- de flamenco (hemos puesto enlace a cada cante -en el título-, para acompañar la lectura con la escucha; disfruten de una y otra).
Tal
y como se había hecho en los tres primeros discos que grabó Camarón, aparece en
este de nuevo el clásico título ‘con la colaboración especial de Paco de
Lucía’. Si bien por primera vez en la portada aparece un retrato de Camarón
solo, realizado por José Lamarca, y que representa al joven cantaor luciendo
una apariencia que servirá de modelo a muchos flamencos, artistas y
aficionados. La estética de la esclava y los anillos, los grandes cuellos de
las camisas sobresaliendo por la chaqueta y, cómo no, el pelo largo y
repeinado. Una forma de lucir que el mismo Camarón iría poco a poco variando a
su gusto. Al margen de apariencias, los cambios verdaderos los podemos observar
en lo musical, ahí es donde realmente apreciamos las mejoras que disco tras
disco los dos jóvenes artistas gaditanos pretenden imponer a su renovado
estilo.
Por
aquellos años la carrera de Paco como concertista va día a día en aumento,
imparable en su ascenso a lo más alto. En este mismo año de 1973 el de Lucía
graba nada menos que su ‘Fuente y Caudal’, larga duración en el que aparece la
famosa rumba ‘Entre dos aguas’, que le catapultará definitivamente a la fama.
Por su parte el Camarón, siempre junto a Paco, continúa su camino ofreciéndonos
este su quinto disco lleno de esencias flamencas y en el que no escatima un
ápice en verter, sobre los doce cantes que deja grabados, lo más exquisito de
su repertorio. Junto a Paco prepara los cantes: “el Paco me escucha una cosa
que cree que es buena, me dice, hazla otra vez, y la grabamos”. Así de sencillo
es el proceso creativo de estos dos gigantes de la música española del siglo XX.
Y tras escuchar el disco comprendemos por qué es así de hermoso el resultado:
fundir la profundidad cantaora de Camarón con el inteligente tamiz de un esteta
como Paco de Lucía.
Si
en discos anteriores predominaba la variedad de estilos, aquí, sin desechar el
esquema clásico de ofrecer la mayor diversidad posible, Paco y Camarón incluyen
hasta tres Fandangos, dos Bulerías (que, por cierto, aparecen las dos seguidas
en el disco), unas Bulerías por Soleá y, cómo no, la Soleá, los Tangos (esta
vez de Málaga) y la Seguiriya, cantes estos obligados en casi toda la
discografía de Camarón. El disco se abre con un Taranto y concluye con una
Malagueña y con el único Martinete que dejara grabado Camarón en toda su
carrera discográfica. A estas alturas de su vida Camarón habrá dejado ya
grabados más de veinte estilos distintos, lo que viene a demostrar su
conocimiento de los palos flamencos y su
versatilidad como cantaor actualísimo. Todos los estilos suenan en su voz con
un eco de auténtica sabiduría flamenca, a la vez que poseen la personalidad y
el poderío de tener un estilo propio, una forma única de interpretar los
estilos flamencos, siempre aliñados con el inmejorable acompañamiento de Paco
de Lucía, y Ramón de Algeciras en la segunda guitarra. En esta ocasión el padre
de Paco de Lucía, Antonio Sánchez, aparece como autor de la totalidad de los
temas que aparecen en el disco.
El
acento innovador, que el Camarón y Paco siempre han querido transmitir a los
aficionados, aparece en esta grabación con una intensidad sincera y segura,
puramente flamenca, sin aprovechar coyunturas más o menos favorables, y siempre
apostando por el esfuerzo de abrirse un camino en el, por entonces, monolítico
panorama flamenco. Si el mercado discográfico estaba muy regado de productos
cuasiflamencos o seudoflamencos, un producto como éste aparecía como una
apuesta arriesgada que sólo el paso de los años ha podido confirmar sin
paliativos: su enorme calidad artística; más allá de las infundadas críticas
que algunos ‘enteraos’ quisieron verter sobre la obra de estos dos enormes
recreadores del más puro cante y toque flamenco.
Su
vocación jonda queda plasmada desde el principio. El hecho de abrir el disco con
un Taranto, demuestra la valentía de estos dos jóvenes artistas. Con ‘Camino de Totana’, en realidad una Taranta, el cante de Camarón se nos muestra pletórico
de facultades. La guitarra de Paco de Lucía propone bellísimas falsetas y un
acompañamiento respetuoso y magistral. Algunos acordes de la guitarra son, sin
duda, premonición del nuevo lenguaje armónico que impondrá su autor a las
jóvenes generaciones de guitarristas.
‘Hermanito mío’ son unas Seguiriyas, género jondo por antonomasia que Paco introduce con
novedosas realizaciones en lo melódico preparando el cante de Camarón donde
recreará los estilos de Manuel Molina y Juanichi el Manijero, versión que tiene
los hermosos tonos de las Cabales, con sus guiños al tono mayor. Por Seguiriyas
es el Camarón un destacadísimo exponente, en este repertorio se encontraba en
su terreno y supo renovar un cante tan tradicional con el singular timbre de su
voz.
Una
arpegiada introducción de la guitarra abre los Fandangos, ‘Que no se quita con ná’. El estilo del Niño de Camas es recreado por Camarón en una textura alta,
que demuestra la amplitud de sus facultades cantaoras. Todos los presentes en
la grabación explotan de júbilo ante el sincero cante del de la Isla. Los
ritornelos de Paco entre fandango y fandango son auténticas obras maestras de la música de guitarra. La compenetración entre ambos artistas viene demostrada
con creces en este corte de relajado y sincero ambiente familiar.
Por Bulerías no tenían rival y esto queda demostrado en estas ‘Dame un poquito de agua’, que interpretan totalmente entregados. El Camarón abre con un ‘yali yali’ para entonar las coplas con un tremendo sabor flamenco. Las guitarras derrochan en todo momento falsetas y más falsetas, pequeñas piezas para guitarra. Los trabalenguas del cante demuestran por otra parte su dominio de los estilos de su comarca de origen, los estilos de Cádiz que él desde niño escuchó en las mejores versiones. Cierra con ‘nonaino’ muy rítmico imponiendo el sello de la casa.
Por Bulerías no tenían rival y esto queda demostrado en estas ‘Dame un poquito de agua’, que interpretan totalmente entregados. El Camarón abre con un ‘yali yali’ para entonar las coplas con un tremendo sabor flamenco. Las guitarras derrochan en todo momento falsetas y más falsetas, pequeñas piezas para guitarra. Los trabalenguas del cante demuestran por otra parte su dominio de los estilos de su comarca de origen, los estilos de Cádiz que él desde niño escuchó en las mejores versiones. Cierra con ‘nonaino’ muy rítmico imponiendo el sello de la casa.
Por
si unas bulerías no eran suficientes, ahí van otras, esta vez tituladas, ‘La jaca que yo tenía’. En esta ocasión podemos escuchar nuevas tonadas de los
estilos, más recortados, propios de la provincia de Cádiz. La tercera letra
tiene algunos tonos de cuplé, de canción, como era común en la interpretación
de algunas bulerías. ‘Lailo lailo’ para concluir el cante y, como antes,
imponer el sello propio de los estilos que ambos artistas supieron cultivar
juntos.
‘A la sombra de un laurel’ son unos hermosos Fandangos de Huelva inspirados en la
popular romería que todos los años se realiza a la ermita de la Virgen del
Rocío en la primavera, a la que todos los flamencos son muy devotos. El tono
general en el que están interpretados estos fandangos tienen una muy marcada
personalidad ya desde el principio y aunque breves (dos letras) albergan la
esencia de estos por los que Camarón y Paco tenían una especial predilección
como han sabido demostrar a lo largo de su extensa carrera discográfica.
Una
introducción de la guitarra abre estos tangos de Málaga, ‘Quisiera volverme pulga’, en realidad unos tangos del Piyayo o tangos aguajirados. El cantaor
malagueño Piyayo después de estar en Cuba ‘metió por tangos’ los puntos que se
cantan en la perla del Caribe. Camarón hace una versión muy inspirada, a la vez
que valiente y virtuosa, demostrando una vez más su conocimiento de estos
cantes, penosamente considerados por algunos como poco gitanos y en
consecuencia poco flamencos.
Foto: Pablo Juliá. |
Al
igual que en el disco anterior, Camarón incluye en este unos Fandangos recreación
de aquel creado por el cantaor Antonio de la Calzá, que titula ‘Salud antes que dinero’. Tanto Paco como Camarón se encuentran aquí inspiradísimos, con una
compenetración que merece el reconocimiento de todos los presentes en la
grabación. La interpretación de Camarón es tan soberbia que merece, incluso en
ambas letras, el ole de su inseparable compañero.
Son
las Bulerías por Soleá un género que combina la armonía de las bulerías con el
compás de la soleá. El sugestivo resultado lo podemos escuchar en toda su
grandeza en estas ‘Busco yo mi soléa’. En realidad se trata del primer cante de
una Bulería por soleá, siendo el segundo y tercero una soleá. En este corte
podemos apreciar como los lentos melismas del cante y su inspiración creadora
demuestran la talla artística del joven cantaor de la Isla, que por entonces
iba paso a paso definiendo su personalidad avasalladora, imponiendo su estilo
hasta el punto de convertirse en el rey del cante durante décadas.
Ahora
le toca el turno a una Soleá, con armonía y compás de Soleá por supuesto. ‘A un sabio le oí decir’, un recio cante con todos los ingredientes del más auténtico
cante jondo. La interpretación se ciñe a las versiones tradicionales que se
realizan según los estilos trianeros. En Triana, la Soleá, la Seguiriya y los
Tangos tienen versiones de inspirada vena flamenca que Camarón sabe hacer suya
sin desmerecer cualquier otra versión.
La
Malagueña del Mellizo, quizás una de las composiciones más emblemáticas del
corpus del cante flamenco, ha soportado el paso del tiempo manteniéndose dentro
de los esquemas melódicos que el enorme creador gaditano, Enrique el Mellizo,
impuso en su día. La versión del Camarón
y Paco de Lucía, titulada ‘Las espinas de una flor’, rezuma frescura en todos sus parámetros interpretativos, y
ambos artistas, con aire renovado, saben interpretar este cante añejo dotándolo
de la actualidad que merece.
Camarón
no cultivó con frecuencia los cantes a palo seco, es decir, aquellos que se
interpretan sin el acompañamiento de la guitarra. El Martinete ‘Las doce acaban de dar’, de marcado estilo camaronero, es templado en un primer momento con una
toná, que dará paso al martinete propiamente dicho. Un martillo golpea sobre un
yunque, en clara referencia al pasado fragüero de los gitanos de la Baja
Andalucía, realizando la métrica del compás de Seguiriya, sobre el que se
interpretan muchos de estos cantes. Camarón concluye así este disco que marcará
una nueva etapa en la imparable ascensión de su vertiginosa carrera como
cantaor y artista completo del Arte Flamenco que fue.
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