martes, 23 de julio de 2019

En resumen, un origen de nuestro flamenco

"Revoluciones, guerras, cataclismos, ¿qué significa esa pequeña efervescencia en comparación con el fundamental horror de la existencia?", dice el artista -un escritor, ya me acordaré de su nombre-, sobre su cometido como tal. Si lo llevamos a la música, la primera parte de su frase haría referencia a la canción, la segunda, la de la interrogación, al cante. O en otras formas musicales (van a ser occidentales), el pop/rock (Beatles, podría decirse) y la música clásica (Bach); soul-funk y jazz.
El horror de la existencia. La creación del flamenco tiene que ver con esto. Y su esencia. (Tiempo atrás) Imaginemos a alguien que vive rodeado de la miseria (trabaja en el campo o en cualquier otro trabajo de explotación), a quien no le bastan las canciones porque no le llenan, sólo le acarician, le evaden. Quiere más, tanto que se convierte en una necesidad.
El misterio. Alguien, tal vez él mismo o ella misma, no tiene nada, ni pluma ni tintero, ni instrumento musical, sólo su voz, su cuerpo para cubrir esa necesidad, la que también ve en quienes le rodean (e incluso en algunos de quienes no son semejantes a su estatus social); tomará esas canciones que desde antiguo -en la  cultura a la que pertenece- se vienen cantando e irá a su esencia, a su pureza, a su origen. Y con lo que encuentre se quedará y partirá de ahí. Probablemente, se queje para empezar, se encomiende a... Empieza. Romperá las letras porque no es una canción (ni un poema, pero sí irá al origen pureza esencia de la poesía)... se adentra en el "horror de la existencia" y comparte, conecta, se 'mata' y se llena, y llena a quienes le rodean. Y desde el "horror" puro y duro, hondo: creará. Y estará(n) lleno(s) de un sonido que siempre le(s) acompañará.
El sonido se hará Forma, y con la suma de otros y otras, crecerá, se extenderá hasta parecer un universo, un mundo, que sigue creciendo, expandiéndose, con otros tipos de vida, que puede busquen otras Formas, imaginen sobre el "horror de la existencia", porque no han olvidado, "que continuamente bordeamos el infierno" (creo que esta y la cita de arriba es de Witold Gombrowicz).
"Estas duquelas", "las fatiguitas", palabritas que usaban en lugar del "horror de la existencia"; palabritas que suenan dulces y adquieren la profundidad de su significado cuando se ven los rostros  de quienes las dicen/decían (mirad esas fotos antiguas de flamencos y flamencas).
Aquella necesidad se convirtió en herramienta (los palos), para seguir enfrentando el "horror de la existencia", el que también sienten otros y otras, que rodean, conviven con ese/esa héroe, a quien llamamos artista para distinguir su heroica singularidad, la de atreverse a entrarle a esas duquelas, a ese horror, por nuestro bien. Por amor, también se puede decir, a los demás, sin los cuales no se crea, no hay héroes.
En resumen, es por esto que nos atrae el flamenco; es lo que llena ese vacío, esa impronta que deja el sentir el horror de la existencia, que alivia las duquelas, nos acompaña y abre...
Tenemos que dejar aquí este blog, que dejaremos abierto para lo que fuera necesario o a quien le fuera necesario. Porque siguen pasando haciéndose cosas; en esta ciudad nuestra, Valladolid, por ejemplo, nuevos actores se suman a mover las actuaciones de flamenco; se prepara un disco de Chocolate de una vez que estuvo aquí; espero se publique una novela escrita aquí, que no se parece a nada que hayáis leído ni en el flamenco ni fuera de él, ¡ánimo, Paco!. 
Y tal vez, si el tiempo que ahora no tenemos se pone a favor retomemos este blog que tanto nos ha dado en sus siete años de existencia. Gracias a quienes han decidido ser seguidores y seguidoras de este tiempoflamenco, y a quienes lo han visitado y comentado (también se nos han cruzado algunos miserables que pululan por este mundo del flamenco, pocos, los más repugnantes quienes se apropian de lo de los demás y lo hacen pasar por suyo).
Tienen otros blogs, otras web y esas redes sociales -puede que sigamos en tuiter-, para estar al tanto de los tiempos del flamenco.
Sólo decir, prestar atención, escuchar, ver lo que está sucediendo; lo que ha sucedido nadie lo va a cambiar. 
Está bien. 

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