martes, 24 de abril de 2012

Club Flamenco (6) Jerez (II)


Fernando de la Morena, ese gigante, antes de ser cantaor ejerció, entre otros trabajos para ganarse la vida, de taxista. Él llevaba a las actuaciones al tío Sordera, a Terremoto, al Agujetas, al Rubichi, al que le llamara, en su taxi: luego, el hombre se quedaba a escuchar y le fue cogiendo el gustillo. Un día se puso a cantar por soleá y hasta hoy. Con unas bulerías de este gran cantaor se comenzó la sesión de este club que alberga la biblioteca. Luego, Kike Miralles nos puso un video en el que cantaba María la Sabina una soleá del Mellizo, y el tío Manuel Gregorio el Borrico y el tío Chozas por bulerías, que aquello era pa llorar... de alegría. Todos ellos daban una pataita que era el delirio.
Paco Cea, el de Castronuño, se emocionó el hombre y salió al tablao, bailó por bulerías medio minuto y fue el disloque.

El Tío Chozas.
Luego, hablamos de la libertad en el flamenco, que si esto que si lo otro, que si lo de más allá, en el flamenco hay para hablar y no parar. Y no se quedó en nada.
En el flamenco, dicen, hay mucha libertad. El que suscribe estas letras piensa, y no lo dijo, que no tanta libertad. En cualquier caso, como diría Lenin, libertad ¿para qué?
El tirititrán lleva doce compases y, si te pasas de ahí, estarás cantando otra cosa, pero por cantiñas no. Y así todo por el mismo estilo. Una cosa es una cosa y seis media docena: el cante por soleá va por donde debe ir o te sale otro cante y además se ve mal. Otra cosa diferente es que, los genios -en el flamenco hay, y hubo, unos cuantos-, a veces, improvisen y vean a dios. No lo niego.
Alguien escuchó una noche cantar martinetes a don Manolo Caracol, a la puerta de la Venta Vargas, para nadie, para él solo, porque tenía fatiguitas, y todavía no ha dejado de estremecerse.
El flamenco es así: construyes una teoría, crees saberlo casi todo y dices: el flamenco está hecho, y te viene Dolores Agujetas (que hace llorar con los Campanilleros), y te dice: Yo no canto flamenco... yo canto gitano. Y tienes que darle la razón. 


Para llegar a estar junto a músicas tan sublimes como la clásica o el jazz o el blues, el flamenco ha tenido que guardar las esencias durante muchos años. No vengamos ahora y la jodamos, tía Manuela, en unos meses.
Hablamos de Jerez ("en los años del franquismo, con el flamenco condenado a los fandangos y la ópera flamenca, Jerez escapó a eso, nutrió de cantaores la resistencia flamenca. Mairena encontraría de todo allí"... "la integración gitana en la sociedad fue allí mayor que en otros lugares"... "hay un homenaje constante a los parientes, son muy de su tierra, siempre vuelven los jerezanos"... "el Marrurro creó los tientos al ralentizar los tangos, por eso se llamaban entonces tangos lentos"...) y concluimos: el Flamenco, cuanto más gitano, más flamenco... y mejor. Y hasta aquí, que esto, más que hablar de ello, o que te lo cuenten, lo mejor es verlo. 
Con cubierta de fino trazo, Miralles dibuja con sentimiento una estampa festera para la portada del disco. Imagen y contenido en plena sintonía sobre el tema y el lugar tratado, invocado en las dos últimas tertulias: Jerez. Esta es la selección (¡os habéis superado!):

1- Bulerías: Fernando el de la Morena.
2- Granaína: Rubichi.
3- Siguiriya: Terremoto hijo.
4- Tarantos: El Barullo.
5- Cantiñas: Tomasa la Macanita.
6- Bulerías para escuchar: Juana la del Pipa ("la tinatarner de Jerez").
7- Tientos-Tangos: El Torta.
8- Bulerías: Juan Junquera.
9- Campanilleros: Dolores Agujetas.
10- Malagueña: Luis 'El Zambo'.
11- Soleá: El Mono ("que bailaba con las manos en los bolsos o como saltando a la comba").
12- Fandando: Diego Agujetas.
13- Soleá del Tío Pacote: Manuel Moneo.
14- Martinete: Nano de Jerez.

Dentro de quince días, volvemos a vernos (la ¿¡heterodoxia!?). A última hora, hacía calor y Teodoro, el de Nicas, se quitó el jersey. Nuestro Bernardo cantó por bulerías, Gallo hizo una soleá del Zurraque y unas alegrías del tío Aurelio, acompañados por el Púas, al que hacía años que no veíamos, nos abrazamos los amigos y hasta otra. Salud.

(Salvo los apuntes evidentes, la voz y toque principal de este relato es de Miguel, gracias, amigo)

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