Sobre Camarón. La leyenda del cantaor solitario (Alba Editorial. 2004), fue el último libro de Carlos Lencero (Badajoz, 1951-2006), "un libro de un hombre sobre otro hombre", escrito por un artista (lo era, Lencero, no porque escribiera relatos o poemas, sino por tener esa especial sensibilidad para el arte, la que viene después de la profesionalidad) sobre otro artista. Desde el respeto, con todo el sentido y valor que tal palabra tiene, o tenía, en el flamenco. Lencero, además, de 'saber' de flamenco, lo era, y como tal lo vivió y sintió.
Con ese sentir, que es un pensar, está escrito este bello, sabio, emocionante y emocionado libro, por quien se declara no haber sido, "nunca camaronero. Ni lo pretendiera. Me ha gustado José cantando, simplemente. Unas veces más. Otras, menos. Otras, mucho. Algunas, muchísimo".
Carlos Lencero. |
Ni, "nunca fui amigo de Camarón. En el sentido profundo de la palabra amigo. La
vida tampoco nos planteó esa posibilidad. Lo traté en distintos lugares,
en distintas épocas, en distintas situaciones, por motivos laborales o
de simple afición, y siempre nos tuvimos una cierta simpatía".
Una de esos encuentros traemos aquí. Camarón acude a Morón de la Frontera a grabar un episodio para la serie de televisión (TVE) dedicada al flamenco, El Ángel, en la que colabora Lencero. Es el año 1984. El cantaor y la gente del programa se encuentran en una pensión, en un momento dado el equipo de la serie se marcha y quedan los dos solos:
"José decidió afeitarse. Se perdió en las profundidades del pequeño cuarto de baño. Sobre las camas dormían tres o cuatro guitarras. Yo empecé a jugar con una. La guitarra es un instrumento para ociosos. Inventado por el Diablo para perder a los hombres.
De repente, la cara de José apareció en el quicio de la puerta del baño...
-¡Suénala un momento en el cuatro por medio, primo!... Por bulerías, dijo, y desapareció.
Yo nunca he sentido miedo. Terror muchas veces. Sentí cómo los riñones se me congelaban en la cintura. Yo toco la guitarra peor que tú. Tres acordes y medio, y mal. José empezó a cantiñear desde el baño. Tosió un poco. Se creció. Estiró la voz. Aquella maldita guitarra parecía tener, a veces, diecisiete cuerdas. A veces, ninguna.
La cara de José, casi cubierta de espuma, volvió a aparecer en el quicio:
-Sigue, no lo he hecho bien, y volvió a desaparecer.
Me estaba volviendo loco. El terror me estaba haciendo enloquecer, y lo sabía. Quise desaparecer. Le pedí a mi Dios que me hiciera desaparecer. A la Madre Tierra que me tragara. Me acordé de Paco de Lucía, de Tomatito, de Ramón Montoya, de Mozart, y de Santa Rita de Casia, patrona de los imposibles.
Desde el cuarto de baño la voz de José volvió a estirarse.
De los tres minutos siguientes no recuerdo nada. Mejor, digo yo. El recuerdo siguiente es la cara de José, perfectamente rasurada, diciéndome:
-¡Que no... no me sale bien! Mejor que lo dejemos y nos tomemos un cafelito.
Y entonces comprendí en qué consiste la Elegancia, la Sabiduría y la Educación. Todo de golpe. Y me gustaría mucho no olvidarlo jamás. Por mi bien, me gustaría".
Lencero (ver una interesante entrevista, aquí) figura en los créditos del disco, Soy gitano, como uno de los autores de "Luna
llena", cante por bulerías que en algunas ediciones del disco
sólo se acredita como autores a César Cadaval y Miguel Mangüesín. Gamboa y
Núñez lo aclaran en su imprescindible Camarón. Vida y obra.
En su libro el escritor extremeño no sólo retrata al hombre, también, a quien poseía, "un oído privilegiado, un implacable sentido rítmico, una preciosa voz de 'angel roto'", a "un músico gitano, que, en su actividad flamenca, marcó en gran
medida toda la última parte del pasado siglo y cuya influencia
perdurará aún durante mucho tiempo, sin llegar a extinguirse jamás".
Foto: J. A. Fernández en el libro, Sobre Camarón. |
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