sábado, 2 de junio de 2012

Club Flamenco (8): Punto y seguido.

Lo que empezó, allá por el mes de enero, creyendo iba a ser una reunión de un pequeño grupo amig@s, de un@s poc@s aficionad@s al flamenco, respondiendo a una iniciativa de la Biblioteca Pública de Valladolid, "nos ha desbordado", como dijo Enrique Miralles, coordinador del Club, de esta tertulia flamenca, que culminaba su andadura, su primera andadura en un salón de actos de la Biblioteca más lleno que nunca, superando la media de asistencia, en torno a  las 30 personas. Una cifra realmente alta, para una propuesta que no pretendía ir de dar lecciones a nadie, "ni cursos, ni conferencias", señaló Quique, "sino algo distendido, de participación de todos, que no fuera solemne, de estar a gusto. Y esto creo que lo hemos conseguido".


Para este día de punto y seguido, el tema era Valladolid, esta ciudad y el flamenco, para lo que se contó con la presencia de Pascual Cordero, presidente de la Peña La Seguiriya, quien dibujó, a través de sus recuerdos y vivencias, un retrato del ambiente flamenco vallisoletano a partir de los años 30, del siglo XX.
Y como representantes de un tiempo más reciente en esta relación flamenco-Valladolid, un espacio y un aficionado: La Acequia, taberna flamenca fundada en 1980, y Manuel Panero, "bebedor, elegante y gran aficionado, a través del que muchos hemos aprendido y adquirido afición al flamenco", que nos honró con su presencia, ahora en una mezcla libre y personal de patriarca gitano, Diego Carrasco y El Cabrero, que en otros tiempos era de traje y porte 'marchenero' o 'camaronero' (Panero abrió el apoteósico concierto de Camarón en esta ciudad).


Pablo de Alba 'Besuguito'.
La sesión del Club Flamenco comenzó con la imagen y la voz de Vicente Escudero declamando su decálogo y mostrando su baile por seguiriyas. El genial bailaor y bailarín vallisoletano fue el punto de inicio para situar una cronología del flamenco en Valladolid, que se encargó de fijar Miguel, el de La Acequia.
Una relación basada en suposiciones, pues no hay estudios "científicos" al respecto. Y esta empezaría a finales del siglo XIX, tomando como fecha el nacimiento de Escudero (1888), quien en sus memorias cuenta cómo de niño ya bailaba flamenco sobre las tapas de las alcantarillas. Pero, ¿dónde lo vió, dónde lo escuchó?.
Manuel Panero.
Serían los gitanos, con los que convivió Escudero de jovencito, que venían del sur a trabajar a estas tierras; la trashumancia; los soldados de distintas partes del país llegados a hacer la mili a uno de los muchos cuarteles de esta ciudad; los presos, también de otros puntos de esta España, encarcelados en el penal existente aquí y que arrastraban a familiares suyos...
El caso es que el flamenco vino y se quedó y "se cantaba flamenco en todos los sitios", recordó Pascual, quien trazó un mapa de lugares (bares, plazas) que abarcaba toda la ciudad y pueblos limítrofes, y que no vamos a detallar, al igual que muchos nombres de aficionados citados el otro día, que mantuvieron durante décadas el que se llegara a decir,  "en Valladolid se hacía el mejor cante del mundo", como bien señaló Panero citando las palabras de Eduardo García Benito, (y habría que añadir a otro pintor vallisoletano muy relacionado con el flamenco, Capuletti; ahí están sus dibujos de los grandes del flamenco).

La Peña El Quejío, importante en la afición a partir de los 80.
Y, ¿por qué arraiga en Valladolid?, preguntó uno de los presentes. Desde luego, la pobreza, el lumpenproletariado era un factor importante para que se produjera esa identificación, pero había pobreza en otros, por no decir todos los lugares de Castilla (y el país entero); y sin embargo, el flamenco como que se convierte en la banda sonora de esta ciudad (antigua capital del reino...) y sus habitantes encuentran en él una manera de ser, de vivir. Como si de una ciudad andaluza se tratara.
Muy seguramente Eugenio Noel vería confirmado su antiflamenquismo con el vallisoletano flamenco, que se ha quedado en aficionado, no ha salido ningún gran cantaor de aquí, sólo tenemos a Vicente Escudero (tal vez, otra bailarina, Marienma). Tal vez porque el aficionado de esta ciudad ha preferido quedarse con ser persona en lugar de artista. Tal vez. 
"Quedan muchas cosas pendientes; hemos esbozado temas, historias, guiones que nos van a dar posibilidad de continuar", dijo Miralles, en referencia a lo hecho y lo que espera en la continuación del Club para después del verano.
Despedimos la tertulia flamenca de la Biblioteca con dos invitados venidos de Zamora -otra plaza flamenca, de corte más rural-, Clemente y su hija, más un guitarrista. Hicieron cantes por soleares y tientos-tangos, respectivamente, para continuar fuera con más cante, más compartir.


("Se cantaba mucho por fandangos, cantes de ida y vuelta; pero también por tonás y otros palos, que por entonces no sabíamos ni que lo eran, pero los hacíamos").

1 comentario:

  1. He estado presente el viernes en la Tertulia Flamenca y, el Candil, donde siguió, y no puedo por más que decir: "lo que aconteció el viernes no se ve, ni en Triana, ni Jerez ni La Unión". Reunir a los flamencos más longevos con las nuevas incorporaciones, los que mas conocen con los menos de este arte, juntos en armonía, no es nada fácil, esto es para enmarcar.
    La estampa que ofreció el Maestro Manuel Panero, es lo más auténtico visto en muchos años.
    Manuel Torre no se mosqueará por su siguiriya gitana, si le cambio alguna letra.

    era un día señalaíto
    en La Biblioteca y el Candil
    yo le rogué a mi Dios
    que le aliviara las duquelas
    de l@s aficionad@s de Valladolid.

    ¡¡¡Viva la madre que os parió a todos¡¡¡¡¡

    ResponderEliminar