El 1 de agosto comienza el 52 Festival Internacional del Cante de Las Minas, un Festival por el que tenemos especial querencia. Por su singularidad, señas de identidad, por haberlo vivido, sobre todo, entre sus gentes.
Hace poco, buscando entre el material que se acumula (revistas, fanzines, fotocopias, recortes... papeles) aparece algo que no se busca, y despierta sentidos recuerdos: un número de la revista Lámpara Minera, del 2004.
Entre entrevistas (Morente, Gades) e interesantes artículos (sobre el certamen, los cantes mineros, sus artistas o Ramón Perelló), uno dedicado a un "aficionado señero y cabal" de Valladolid. O 'Valladolor', topónimo alternativo surgido, según la leyenda no oficial, un día no muy lejano -recién empezado el 'dominio' del Pp en el Ayuntamiento- entre el personal contestatario del Bar Kaos. Topónimo de resonancias mineras, con flamencura, como tenía el aficionado, a quien Pedro Sanz recordaba en la revista minera: Pablo de Alba 'Besuguito'.
"Algunas veces los aficionados al flamenco somos un poco olvidadizos y tienen que venir de otro lugar para recordarnos la existencia de grandes aficionados al flamenco que hemos tenido y que han ido haciendo patria; y han de ser personas de otros lugares quienes nos recuerden que, en Valladolid, hubo un aficionado al flamenco, señero y cabal, al que, salvo en vagas ocasiones, se le recuerda. Les hemos olvidado en vida y en muerte, este es el caso de Pablo de Alba 'Besuguito', personaje admirado y respetado...
Hace unos días, cuando se estaban celebrando las I Jornadas Flamencas Ciudad de Valladolid, mis buenos amigos, Paco Paredes y Pepe Cros, me preguntaron por un aficionado que llegó a La Unión hace años. Procedía de Valladolid, me decían, y como referencia que era todo un caballero, con su traje azul, sombrero, educado, cabal... Mi memoria no encontraba un referente que me cuadrara con ese perfil, pero, no sé por qué, mencioné a Pablo de Alba 'Besuguito'. Los ojos de Paco Paredes se abrieron como platos, y dijo, "¡ese, ese es!". La conversación siguiente la polarizó mi viejo y admirado, Pablo de Alba 'Besuguito'.
Le recuerdo cuando por los bares de la zona del Mercado del Val, lugar donde tenía un puesto de venta de pescado -de ahí su seudónimo-, hacía sus cantecitos acompañándose con los nudillos; cuando iba andando y cantando, y, a no muy pocos metros, le seguía para oírle; siempre con su visera de cuadros, mandil típico de los vendedores de pescado, verde con rayas horizontales negras.
Pablo, don Pablo era ante todo un aficionado a la antigua usanza, siempre hablando de flamenco y toros, de Marchena, La Niña de los Peines... Pero en lo que más destacaba era como persona seria, responsable, cabal. Dicen que en su juventud intentó ser cantaor pero le faltaban facultades; también que en esa época no existían los medios de ahora que tanto apoyo facilitan. Pero lo que sí consiguió, y eso nadie se lo quitó, es dignificar el flamenco, con su afición y su respeto. Y lo demás son ¡pamplinas!.
Llegó a aterrizar hace años en el Festival Internacional del Cante de Las Minas, y La Unión le acogió con los brazos abiertos, como lo que era: un aficionado cabal.
Gracias amigo, tu recuerdo está presente entre los aficionados cabales, Pablo de Alba 'Besuguito'".
Pablo de Alba y el toque de Luis Lara. |
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