Bajo el título, "El cante y el destino andaluz", aparece publicado en la revista, Nueva Estafeta (nº 9-10; 1979), un artículo del poeta Luis Rosales donde analiza "algunas de las notas características" del
flamenco.
Destaca, en primer lugar, "el predominio de lo expresivo sobre
lo artístico: Téngase en cuenta que esto no ocurre en el cante popular
español, ni siquiera en el cante popular andaluz. Sólo en el flamenco lo
encontramos de manera reiterada y no excepcional”. Primero, Rosales se detiene en
sus letras –“con una gran libertad métrica”- para señalar que, “el valor
literario de la copla y su sentido textual están supeditados al cantaor y su momento de
inspiración: En los momentos de mayor intensidad, la expresión se hace
balbuceante y entrecortada, como si el cantaor, de manera inconsciente,
pretendiera borrar del cante lo anecdótico para dejar el dolor o el temblor
puro... Una intimidad balbuceante”.
Curro de Utrera. |
Expresividad reforzada por el carácter abierto de la letra
flamenca, cuyo ritmo métrico /emoción literaria/ está supeditado, “se
sacrifica, en todas las ocasiones, al ritmo /emoción/ musical -la música no subraya el valor de la letra-, y en momentos
concretos, al ritmo /emoción/ expresiv@ del cantaor... No es que la
queja cuaje en copla, como suele ocurrir en todo cante popular, es que la copla
cuaja en llanto”.
Tío Borrico de Jerez. |
(En el principio se trataba de poner sólo las imágenes de estos dos cantaores, expresivas por si mismas, con la idea de retomar un camino más ortodoxo al hablar aquí de lo flamenco. Las dos fotos -hay dudas sobre la de Curro de Utrera, si es él o no- acompañan al artículo de Luis Rosales, interesante, sugerente. El resumen es muy breve, y muy libre en cuanto a construcción -no es la original del texto-, de la primera parte del artículo -son diez páginas-, al que seguirá otro, sobre otros temas con dos imágenes más, igual de expresivas y ortodoxas).
"Intimidad balbuceante". Me ha recordado lo que dijo el filósofo francés Gilles Deleuze sobre el director de cine Jean-Luc Godard: "Es un hombre que trabaja mucho, por lo tanto se encuentra en una soledad absoluta. Pero no se trata de una soledad cualquiera, es una soledad extraordinariamente poblada. No poblada de sueños, de fantasmas o de proyectos, sino de actos, de cosas e incluso de personas. Es desde el fondo de esta soeldad como Godard puede ser una fuerza de trabajo por sí solo, pero también realizar un trabajo en equipo. Puede tratar de igual a igual a cualquiera, a los poderes oficiales o a una organización, a una asistenta, a un obrero, a unos locos. No es, ni mucho menos, porque se adapte a todos los tonos, tal y como haría alguien que fuese hábil, es porque su soledad le proporciona una gran capacidad, una gran riqueza. En cierto modo se trata siempre de ser tartamudo. No ser tartamudo en el habla, sino ser tartamudo del lenguaje mismo. Por lo general solo se puede ser extranjero en otro idioma. Aquí, al contrario, se trata de ser, en su propio idioma, un extranjero. Proust decía que los libros más bellos están siempre escritos en una especie de idioma extranjero. Es este tartamudeo creador, esta soledad lo que hace de Godard una fuerza".
ResponderEliminar¿Ven la relación con el cantaor, con la expresividad del flamenco, que dice Rosales?. Así me imagino a algunos cantaores. Pienso en Camarón.