"1913.
Día de Difuntos. En la gran urbe barcelonesa llueve con fuerza.
En
una barraca del Somorrostro barcelonés un gitano cetrino, delgado, de ojos
achinados y el pelo liso, dice: “¡Sólo esto faltaba!”.
El
agua se filtra a través de las rendijas de la barraca y en un jergón sucio la Micaela gime y se agita.
Un mar negro y embravecido bate furioso contra la arena de la playa. El mar más
azul y luminoso, el Mediterráneo, se ha empinado, ha alzado sus brazos al cielo
y baila una extraña danza ancestral, triste, trágica, una danza de miedos y
pasiones, una danza que cualquiera sabe dónde ha nacido –pudo nacer en el
Egipto de los Faraones, o pudo nacer en los desiertos de Arabia-, una danza de
sentimientos.
Micaela
Amaya, esposa de Paco Amaya el Chino, tiene miedo, no por ella, sino por
aquella vida que desde sus entrañas está llamando a la luz, y Paco Amaya el
Chino toma una decisión: “Te llevo a casa del abuelo, a casa del Cagarrutas;
allí estarás bien. Ya sabes que a su barraca le ha puesto el techo de hojalata”.
La Micaela se
muerde los labios y asiente. ¡Tiene tanto miedo! Hay algo que le ha dicho que
lo que se agita en sus entrañas no puede malograrse por nada ni por nadie. Ella
dice que son sus duendes los que la advierten… lo que va a nacer es algo más
que una niña o un niño, lo que va a nacer es, será en el futuro, algo muy
importante…".
"Una
tarde Carmen le pide una cosa a Juan Antonio: que vaya a buscar al párroco.
Carmen Amaya confiesa y comulga, y susurra:
-Ahora
ya estoy tranquila…
Lejos,
muy lejos ladra un perro; los gitanos se estremecen. El sueño de Carmen es un
sobresalto continuo; a pesar de los calmantes esta noche no consigue dormir. Un
susurro:
-Dame
la mano…
El
padre de Juan Antonio coge la mano de la bailarina. Así pasan unas horas. La
enferma abre los ojos. Durante un rato muy largo mira a cuantos rodean su
lecho… Luego:
-Dame
un beso, papá…
El
padre de Juan Antonio besa tiernamente la frente sudorosa de Carmen, que hace
la misma petición a todos… a Diego, a mamá… Carmen sigue descansando intranquila.
Tímidamente empieza a amanecer. Ha pasado otra noche. El sol está ya bastante
el alto, el reloj de la
Iglesia de Bagur deja oír nueve campanadas. Pocos minutos
después Carmen aprieta con fuerza la mano de Juan Antonio, y en un murmullo que
sólo el esposo entiende, le besa. Y nada más".
(Carmen Amaya, falleció el 19 de noviembre de 1963, fue amortajada con una mantilla blanca. Tras ser enterrada en el cementerio de Bagur, su esposo trasladaría su cuerpo al cementerio de Ciriego en Santander, al lado de la Virgen del Mar, donde reposa.
Este texto con su nacimiento y muerte ha sido extraído del libro, librito más bien, Carmen Amaya. La bailaora genial, escrito por Salvador Montañés. Las ilustraciones llevan la firma de Mataix. Fue publicado por Ediciones G. P, de Barcelona, en 1964. Gracias a Carlos Rayaces el Bairon por el libro).
(Por último, dos enlaces. Uno de hoy mismo y a modo de complemento, en Papeles Flamencos informando de la aparición del libro de Montse Madridejos sobre la Barcelona flamenca hasta la Exposición Universal de la capital barcelonesa (1929-30), con apartado para para la bailaora -y también para Vicente Escudero-; el segundo, de nuestra amiga Orna en su blog La Reina de la Luna, por recordarnos esta fecha).
Este texto con su nacimiento y muerte ha sido extraído del libro, librito más bien, Carmen Amaya. La bailaora genial, escrito por Salvador Montañés. Las ilustraciones llevan la firma de Mataix. Fue publicado por Ediciones G. P, de Barcelona, en 1964. Gracias a Carlos Rayaces el Bairon por el libro).
(Por último, dos enlaces. Uno de hoy mismo y a modo de complemento, en Papeles Flamencos informando de la aparición del libro de Montse Madridejos sobre la Barcelona flamenca hasta la Exposición Universal de la capital barcelonesa (1929-30), con apartado para para la bailaora -y también para Vicente Escudero-; el segundo, de nuestra amiga Orna en su blog La Reina de la Luna, por recordarnos esta fecha).
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