martes, 10 de junio de 2014

Club Flamenco (27) La afición


“Ilusión y amor por este arte sublime que es el flamenco”, guían la vida del aficionado. En una de las últimas citas de la Tertulia Flamenca de la Biblioteca Pública de Valladolid tuvimos un buen ejemplo de ello con la presencia de una representación de la Tertulia Flamenca Medinense, de la afición flamenca de Medina del Campo, la segunda ciudad –en número de habitantes- de esta tierra vallisoletana.
Faustino Dueñas, Mariano García, Pablo Lucas y Nemesio Pariente ofrecieron una singular forma de contar la historia de la afición flamenca de su ciudad, escenificando una suerte de “retablo flamenco-poético”, donde la narración de los hechos conducida por Mariano se alternaba, encadenaba con el cante de Pablo y Nemesio y el toque de Faustino.
Hace 50 años y pico comenzó la historia de la Tertulia Medinense, en “una época de tinieblas, donde hacíamos lo poco que podíamos” (Faustino). Un programa semanal en la emisora La Voz de Medina, dirigido por Mariano García, actuaría de  faro, de alminar que iluminaba y llamaba a los fieles.

Sobre el antes del flamenco en Medina, “hay poca documentación y escasa tradición oral”, surgieron algunos nombres del pasado lejano –Laurentino Mata, el Tío Montoya-, locales –El Café Continental, Bar Castellano-, el cine Coliseo que acogía las coplas populares del momento –Pepe Pinto, Angelillo…-, hasta que se inauguró el Teatro Olimpia y comenzaron a llegar los cantaores (Jacinto Almadén, Fosforito, Jarrito, Juan Varea…).

El público era escaso –“dos filas del teatro ocupadas, tras el descanso sólo una”-, pero cuando más difíciles son las circunstancias más se crece la afición.
Y no dejaba de crecer. La consolidación de la afición y del interés de la ciudad por el flamenco desemboca en la realización, hacia finales de los 70, de la 1ª Muestra Flamenca (36 ediciones cumplió este 2014), por donde han pasado desde Curro de Utrera a Enrique Morente, de Rafael Romero a Carmen Linares, de Manuel Mairena a José Mercé… “Y nuestros cantaores” y tocaores y bailaor@s.

El aficionado se atreve con el cante, el toque, el baile sabiendo “nuestro nivel, nuestras perspectivas”. Un aficionado puede saber tanto, igual o más que un profesional de cantes, de palos, de cómo están conformados, de quienes son sus autores, de todas sus variantes. Un conocimiento que comparte de la mejor, humilde y sincera manera que sabe, entre ellos y con otras aficiones.

Con tal actitud y entrega hacia el flamenco –y necesidad de él, mucha necesidad por estas tierras- montaron una Misa Flamenca en 1970; luego vendría (1982) una adaptación del poema Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, de Lorca –tanto de este como de la misa interpretaron diversos fragmentos-; y con el transcurrir del tiempo acudir a cualquier llamada –p.e., recitales flamencos para cofradías de Semana Santa-, estar presentes en las actividades culturales de su pueblo o de donde se les requiera.

De izq. a dcha. Nemesio, Pablo, Faustino y Mariano.

Fue una hermosa velada, un cante a la afición desde la afición. El aficionado: espectador activo que vive y siente el flamenco como suyo.
Miguel Escudero, Niño de los Ovoides, Juan Carlos, Antonio Descalzo, El Lechuga, Julio Hernández ‘Pinturas’, nombres de algunos de los aficionados flamencos que allí se escucharon –y espero haber copiado bien-, a quienes se siguen añadiendo otros nombres, gente nueva, joven, que continúa teniendo los bares como punto de encuentro para disfrutar, hablar, hacer el cante, el toque, el baile, preparar nuevas actividades…

1 comentario:

  1. Asistí a esta tertulia flamenca,y debo decir que fue una charla llena de corazón y flamenqueria por parte de los cuatro, demostraron con creces como debe de ser un buen aficionado, humildes,naturales dejando patente su buena afición al cante y al toque, cada uno con su forma de hacer y decir.Felicidades.

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