“Ilusión y amor por este arte
sublime que es el flamenco”, guían la vida del aficionado. En una de las
últimas citas de la
Tertulia Flamenca de la Biblioteca Pública de Valladolid tuvimos un buen ejemplo de ello con la presencia de una representación de la Tertulia Flamenca
Medinense, de la afición flamenca de Medina del Campo, la segunda ciudad –en
número de habitantes- de esta tierra vallisoletana.
Faustino Dueñas, Mariano García, Pablo Lucas y Nemesio
Pariente ofrecieron una singular forma de contar la historia de la afición
flamenca de su ciudad, escenificando una
suerte de “retablo flamenco-poético”, donde la narración de los hechos conducida
por Mariano se alternaba, encadenaba con el cante de Pablo y Nemesio y el toque
de Faustino.
Hace 50 años y pico comenzó la historia de la Tertulia Medinense,
en “una época de
tinieblas, donde hacíamos lo poco que podíamos” (Faustino). Un programa semanal
en la emisora La Voz
de Medina, dirigido por Mariano García, actuaría de faro, de alminar que iluminaba y llamaba a los fieles.
Sobre el antes del flamenco en Medina, “hay poca
documentación y escasa tradición oral”, surgieron algunos nombres del pasado lejano –Laurentino Mata,
el Tío Montoya-, locales –El Café Continental, Bar Castellano-, el cine
Coliseo que acogía las coplas populares del momento –Pepe Pinto, Angelillo…-, hasta que se inauguró el Teatro
Olimpia y comenzaron a llegar los cantaores (Jacinto Almadén, Fosforito, Jarrito, Juan Varea…).
El público era escaso –“dos
filas del teatro ocupadas, tras el descanso sólo una”-, pero cuando más
difíciles son las circunstancias más se crece la afición.
Y no dejaba de crecer. La consolidación de la afición y del interés de la ciudad por el flamenco desemboca en la realización, hacia finales de los 70, de la 1ª Muestra Flamenca (36 ediciones cumplió este 2014), por donde han pasado desde Curro
de Utrera a Enrique Morente, de Rafael Romero a Carmen Linares, de Manuel
Mairena a José Mercé… “Y nuestros cantaores” y tocaores y bailaor@s.
El aficionado se atreve con
el cante, el toque, el baile sabiendo “nuestro nivel, nuestras perspectivas”.
Un aficionado puede saber tanto, igual o más que un profesional de cantes, de
palos, de cómo están conformados, de quienes son sus autores, de todas sus
variantes. Un conocimiento que comparte de la mejor, humilde y sincera manera
que sabe, entre ellos y con otras aficiones.
Con tal actitud y entrega
hacia el flamenco –y necesidad de él, mucha necesidad por estas tierras- montaron una Misa Flamenca en 1970; luego
vendría (1982) una adaptación del poema Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez
Mejías, de Lorca –tanto de este
como de la misa interpretaron diversos fragmentos-; y con el transcurrir del
tiempo acudir a cualquier llamada –p.e., recitales flamencos para cofradías de Semana
Santa-, estar presentes en las actividades culturales de su pueblo o de donde se
les requiera.
De izq. a dcha. Nemesio, Pablo, Faustino y Mariano. |
Fue una hermosa velada, un
cante a la afición desde la afición. El aficionado: espectador activo que vive
y siente el flamenco como suyo.
Miguel
Escudero, Niño de los Ovoides, Juan Carlos, Antonio Descalzo, El Lechuga, Julio
Hernández ‘Pinturas’, nombres de algunos de los aficionados flamencos que
allí se escucharon –y espero haber copiado bien-, a quienes se siguen añadiendo
otros nombres, gente nueva, joven, que continúa teniendo los bares como punto
de encuentro para disfrutar, hablar, hacer el cante, el toque, el baile,
preparar nuevas actividades…
Asistí a esta tertulia flamenca,y debo decir que fue una charla llena de corazón y flamenqueria por parte de los cuatro, demostraron con creces como debe de ser un buen aficionado, humildes,naturales dejando patente su buena afición al cante y al toque, cada uno con su forma de hacer y decir.Felicidades.
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