miércoles, 16 de julio de 2014

Respeto por el flamenco, "pero ahora no me encaja”



El respeto por el flamenco es incuestionable. Sobre todo en su terreno, el mundo del arte. Quería traer aquí una muestra más procedente del campo de la ilustración, expresada por Ricardo Cavolo, uno de los ilustradores emergentes del momento, el ‘ilustrador de moda’, según los medios generalistas, por su repercusión y reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Tuve el placer de conocerle y hablar con él en Ilustratour 2014, un certamen dedicado a este mundo que va más allá de los libros infantiles ilustrados, celebrado hace unas semanas en Valladolid.
Cavolo, nacido en Salamanca en 1982, decía que para él la música, “es una necesidad; el 90% de mi tiempo me gusta pasarlo con música”, y en sus trabajos lo ha reflejado, en concreto en el libro, 100 artistas sin los que no podría vivir (Lunwerg, 2013). Retratos de músicos de distintos estilos y épocas, todos relacionados con la música anglosajona (de la clásica al rap, del pop al soul, del rock a la electrónica…).


Entonces le pregunté por el flamenco: “El flamenco lo valoro muchísimo; así como el jazz lo valoro pero no me gusta, no es para mí, el flamenco si lo escucho lo puedo escuchar tranquilamente pero no lo tengo para escuchar habitualmente. Sé que está ahí, lo valoro, pero no encaja ahora mismo conmigo”.
Ricardo es uno más de las generaciones y generaciones de españoles que han crecido -¿desde los años 50 del siglo pasado como mínimo?- bajo el influjo, el dominio de la música anglosajona, omnipresente en todos los medios y lugares de este país. Él mismo lo confesaba explicando que era la música que había escuchado desde niño, “aunque soy consciente de que existen músicas buenísimas en otras geografías”.
Entre la seguridad, y sinceridad, que el ilustrador transmitía con sus palabras parecía percibirse, eso me pareció, una ‘duda’ al hablar de flamenco, la de que siendo de este país sus inclinaciones musicales fueran las de otros países, y para reafirmar lo que había dicho del flamenco, que no tenía ningún problema con él, añadió que su madre había estado casada con un gitano, de quien había enviudado.
Aún así: “Uno de los estilos que más me gustan es el blues primitivo de los Estados Unidos que, para mí, conecta mucho con el flamenco porque hay mucho de dejarte entero ahí con dos acordes de guitarra y pegar un grito y hablar de cosas muy profundas y primitivas, pero me atrae más ese mundo bluesero que el flamenco. Estilísticamente tienen puntos en común, los blueseros muy primitivos eran muy puros...”.
En esta misma línea de respeto al flamenco y de crecer con los oídos puestos en otras músicas se encuentra Max, autor de cómics e ilustrador, presente en el citado certamen y a quien también le pregunté por el flamenco, expresando que sí lo escucha, le gusta, lo aprecia, le interesa, incluso, pero...

Cartel realizado en 1993, por Max.

En los cómics que Max realizó durante la pasada década de los 80 reflejaba su gusto musical y el de la generación de ese momento. Principalmente en la serie de Peter Pank y en una historia corta y muy celebrada en la época, El canto del gallo, con guión del músico Santiago Auserón, y que para Max supuso el comienzo de su desarrollo artístico (Auserón comenzó en el pop para ir abriendo su música hacia sonoridades de influencia latina y africana; ha tenido algún acercamiento al flamenco, muy tangencial, pero siempre reconociendo su valor).
Ahora, definitivamente, estamos en un mundo global donde el sonido dominante es el de raíz anglosajona, que tiene su forma de entender y hacer el arte, de transmitir un pensar-sentir, que puede convertir a las músicas de otras zonas geográficas del planeta en folklore, en pasado si no se ‘fusionan’ con él, y en modernas o globales si lo hacen.
El flamenco, que tiene otra forma de entender y hacer el arte, de sentir-pensar, no ha sido ajeno a esta ‘invitación-invasión’. Uno cree en las fuertes raíces del flamenco, que toma del invitador-invasor lo que considera conveniente para seguir siendo él mismo, aunque la realidad muestre una reducción de la influencia de su arte en su espacio propio. En peores situaciones se ha visto nuestro flamenco.

Una muestra de la sangre nueva del flamenco.

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