El respeto por el flamenco es incuestionable. Sobre todo en su terreno, el mundo del arte. Quería traer aquí una muestra más procedente del campo
de la ilustración, expresada por Ricardo Cavolo, uno de los ilustradores
emergentes del momento, el ‘ilustrador de moda’, según los medios generalistas,
por su repercusión y reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Tuve el placer de conocerle y
hablar con él en Ilustratour 2014, un certamen dedicado a este mundo que va más allá de los libros infantiles ilustrados, celebrado hace unas semanas en Valladolid.
Cavolo, nacido en Salamanca
en 1982, decía que para él la música, “es una necesidad; el 90% de mi tiempo me
gusta pasarlo con música”, y en sus trabajos lo ha reflejado, en concreto en el
libro, 100 artistas sin los que no podría
vivir (Lunwerg, 2013). Retratos de músicos de distintos estilos y épocas, todos relacionados con la música
anglosajona (de la clásica al rap, del pop al soul, del rock a la electrónica…).
Entonces le pregunté por el
flamenco: “El flamenco lo valoro muchísimo; así como el jazz lo
valoro pero no me gusta, no es para mí, el flamenco si lo escucho lo puedo
escuchar tranquilamente pero no lo tengo para escuchar habitualmente. Sé que
está ahí, lo valoro, pero no encaja ahora mismo conmigo”.
Ricardo es uno más de las
generaciones y generaciones de españoles que han crecido -¿desde los años 50
del siglo pasado como mínimo?- bajo el influjo, el dominio de la música
anglosajona, omnipresente en todos los medios y lugares de este país. Él mismo
lo confesaba explicando que era la música que había escuchado desde niño,
“aunque soy consciente de que existen músicas buenísimas en otras geografías”.
Entre la seguridad, y sinceridad,
que el ilustrador transmitía con sus palabras parecía percibirse, eso me pareció, una
‘duda’ al hablar de flamenco, la de que siendo de este país sus inclinaciones musicales fueran las de
otros países, y para reafirmar lo que había dicho del flamenco, que no tenía
ningún problema con él, añadió que su madre había estado casada con un gitano,
de quien había enviudado.
Aún así: “Uno de los estilos
que más me gustan es el blues primitivo de los Estados Unidos que, para mí, conecta
mucho con el flamenco porque hay mucho de dejarte entero ahí con dos acordes de
guitarra y pegar un grito y hablar de cosas muy profundas y primitivas, pero me
atrae más ese mundo bluesero que el flamenco. Estilísticamente tienen puntos en
común, los blueseros muy primitivos eran muy puros...”.
En esta misma línea de
respeto al flamenco y de crecer con los oídos puestos en otras músicas se
encuentra Max, autor de cómics e ilustrador, presente en el citado certamen y a
quien también le pregunté por el flamenco, expresando que sí lo escucha, le
gusta, lo aprecia, le interesa, incluso, pero...
Cartel realizado en 1993, por Max. |
En los cómics que Max realizó
durante la pasada década de los 80 reflejaba su gusto musical y el de la
generación de ese momento. Principalmente en la serie de Peter Pank y en una
historia corta y muy celebrada en la época, El
canto del gallo, con guión del músico Santiago Auserón, y que para Max
supuso el comienzo de su desarrollo artístico (Auserón comenzó en el pop para
ir abriendo su música hacia sonoridades de influencia latina y africana; ha tenido algún acercamiento al flamenco, muy tangencial, pero siempre reconociendo su
valor).
Ahora, definitivamente,
estamos en un mundo global donde el sonido dominante es el de raíz anglosajona,
que tiene su forma de entender y hacer el arte, de transmitir un pensar-sentir,
que puede convertir a las músicas de otras zonas geográficas del planeta en
folklore, en pasado si no se ‘fusionan’ con él, y en modernas o globales si lo
hacen.
El flamenco, que tiene otra
forma de entender y hacer el arte, de sentir-pensar, no ha sido ajeno a esta
‘invitación-invasión’. Uno cree en las fuertes raíces del flamenco, que toma
del invitador-invasor lo que considera conveniente para seguir siendo él mismo,
aunque la realidad muestre una reducción de la influencia de su arte en su espacio propio. En peores situaciones se ha visto nuestro flamenco.
Una muestra de la sangre nueva del flamenco. |
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