miércoles, 1 de octubre de 2014

De la pureza y la perfección en el cante: la eterna discusión (1)

(Hace un par de días la Bienal de Sevilla enviaba un tweet con una frase de Juan Vergillos, en la que el crítico y estudioso del flamenco decía no identificarse con el purismo, "la mayoría de los flamencos saben que el purismo no existe"; poco después el propio Vergillos mandaba otro tweet: "Desafortunadamente el purismo sí existe, lo que no existe es la pureza. Bueno, es una calle" y acompañaba una foto con la placa de una calle llamada así -el humor le sienta bien a estos temas profundos-. Hace una semana Pedro Sanz enviaba el texto que viene a continuación. Una muestra de su preocupación por estos términos de pureza y perfección que siguen presentes, así pasen los siglos, en el mundo flamenco y hasta lo dividen. Tal vez ayude a clarificar algo esta disertación, que traeremos en varias partes, pues el tema da para mucho).

"Como no puede ser de otra manera, no pretendo y mucho menos definir los conceptos de pureza y perfección en el cante. Es más, se me antoja que es una discusión absurda y poco útil. Solo pretendo, desde el ámbito coloquial, de aficionado dar mi punto de vista de ambos términos.
La pureza y la perfección, entendidas como conceptos inherentes a este arte, contienen  una dosis alta de subjetivismo, por tanto, poco o nada homologable con otros pareceres.
Para muchos la pureza en el cante se corresponde con los sabores agridulces del mismo, o sea, mientras más, digamos agrio, más puro, mientras más dulzón, menos puro. Además de estas opiniones, también se dan otras consideraciones y afinidades que se conjugan y relacionan como conceptos con la pureza: el rajo, lo profundo, el quejío, el genio o el duende.
De otra parte, también para muchos artistas y estudiosos, la perfección se entronca con la armonía y las capacidades vocales del cantaor, incluyendo en éstas la correcta pronunciación de las letras cantadas, una extremada preocupación por la composición melódico-musical, así como una excesiva atención al ritmo y la medida en el cante.
Sin embargo no son pocos los que acuden a sentenciar que la pureza no se puede definir. Pese a ello los que así opinan, como no puede ser menos, acuñan su propia definición. Esto es así porque los flamencos, al igual que en otras muchas cuestiones, no hemos aceptado como válida ninguna definición.
La expresión cantar puro a veces se emplea como sinónimo de cantar determinados cantes. Pero ello es una expresión vaga, imprecisa, cuyo empleo mayoritario se utiliza para animar al cantaor y, sobre todo, cuando éste se encuentra a gusto y en trance de acometer los palos más dificultosos. Por supuesto que además de ésta hay un rosario de propuestas que tienden a expresar lo mismo, pero desde distintos referentes. Así la expresión cantar gitano tiene ese mismo significado, y para muchos, cantar puro es igual a cantar gitano. Esta última expresión no es del todo correcta ya que no todos los gitanos cantan puro, lo mismo que no hace falta ser gitano para cantar puro.
¿Qué es la pureza, y qué es la perfección?. Definir lo que cada cual entendemos por pureza o perfección nos llevaría a un laberinto. Posiblemente acuñaríamos cientos de definiciones, lo que indica que la cuestión no resulta fácil.
No pretendo sacar los pies del tiesto si manifiesto  que la perfección en el cante no existe, ni en don Antonio Chacón, ni en Tomás, ni en Manuel Torre, ni en nadie. El arte no es perfecto. El arte también es producto de las imperfecciones humanas de los artistas, y ello se da tanto en la pintura como en el toreo o en cualesquiera otras manifestaciones artísticas.


La pureza al igual que toda sustancia en los cuerpos es relativa, evoluciona y se transforma con el tiempo, adopta otras imágenes y conceptos, incluso otros contenidos. Para muchos aficionados y artistas, el cante, tal y como lo hiciera el Fillo tiene la denominación de origen de puro. Igual de puro fue Juan Breva con sus malagueñas, y así Manuel Torre con sus siguiriyas y Caracol con sus zambras.
La pureza no queda definida en la valoración que se hace  de los distintos cantes y estilos diversos. Ni tan siquiera de las voces de los cantaores. Entonces la pureza ¿qué es?, ¿un modo singularizado y personal de expresar el cante, el toque o el baile? es decir ¿la expresión de una cultura tradicional, aceptada como tal, ante el acuerdo tácito de los que más chanelan? Coloquialmente, casi sí.
Decir sin más que la pureza es aquello que reune sello de autenticidad, y que la perfección, es lo que no ofrece defecto alguno, puede ser interpretado como una perogrullada, pero en el cante, estos conceptos, quizás se enaltecen más que en otras disciplinas. Tal vez, también por ello, se incurre en exageraciones que aceptamos como hechos relucientes de una riqueza extraordinaria, que cobran en el sentir humano del flamenco una sensación muy especial. Por supuesto, de esas manifestaciones, a la que no debemos renunciar, el flamenco también se nutre como cultura.
A partir de ello también,  son muchas las opiniones que afirman que Silverio, posiblemente, más que nadie, como también don Antonio Chacón o Tomás Pavón abrazaron muy de cerca la perfección. Después, otros superponen a Antonio Mairena, sentenciando que fue tan lejos o más que el hermano de Pastora. Pero también, para muchos, la perfección se alcanza con Juan Talega y Viejo Agujetas, e incluso con Marchena.
Mediante esta afirmación no son pocos los aficionados que se preguntarán ¿por qué también en este último artista? Marchena es un cantaor que quiere para sí, como casi todos, el sello de fidelidad a su forma de hacer e interpretar su arte. Con ello no confirmo que cantara siempre igual, sino que sea coherente con su personalidad cantaora. En la medida que éste cambie su discurso lírico, o sea, interprete el que no es el suyo -en este caso, los cantes de ritmo y compás-, se alejará de la pureza de sus cantes o cantos. Igual le sucedería a Juan Talega. Imaginemos pues, al cantaor de Dos Hermanas cantando el mirabrás, la caña o una cartagenera.

Don Antonio Chacón.

Acudir al ejemplo tan tópico de situar a don Antonio Chacón y Manuel Torre, dándole a cada uno de ellos como si se tratara de un reparto de papeles, la adjudicación de los dos conceptos, sería verter una imagen que no siempre se corresponde con la realidad, para ti, Antonio, la perfección, para ti, Manuel, la pureza. Me parece una simplificación que se aparta de lo que se pretende exponer en estas reflexiones. La capacidad de interpretación que nos ofrece cualquier manifestación artística puede ser tan rica y plural que pretender acotarlas es como amputar nuestras sensibilidades y pareceres.
En alguna ocasión he manifestado, que las vivencias flamencas convierten hechos flamencos, en cultura flamenca. Cantar es la acción poética de decir y expresar con nuestra poesía las vivencias que uno tiene, trasmitiéndolas, y por ende, haciéndolas de los demás. Esta tendencia cuanto más se acentúa, mayor es su identificación. Cantar no sólo es el acto de mostrar las facultades cantaoras de los individuos, sino la cualidad de rebuscarse y penetrar en sí mismo, y así, transmitir emociones a los demás.
En ello radica no sólo la esencia de los cantes, sino también su más consumada sustancia. Lo sublime es engrandecer y exaltar lo sencillo y lo simple a la categoría de admirable y extraordinario. Sin embargo las vivencias difícilmente se pueden suplantar, se tienen o no se tienen. Muchos artistas, tanto ayer como hoy, basan su sentir flamenco sólo en la voz. La voz no es el sujeto principal de la plegaria flamenca sino el cante, la voz es un medio. Pese a ello la valoración de la herramienta es el casi todo. Según esta apreciación se sostienen opiniones, por motivos diversos, que invalidan las cualidades interpretativas de cantaores como Manolito de María, Tío Borrico, el Chaqueta o Manuel Vallejo.

Manuel Vallejo con la Llave de Oro del Cante (1926).

El duende es un atributo que poseen, que desarrollan muchos artistas en un momento determinado y que responde a una situación anímica muy particular en la acción del cante, del toque o del baile. Sin embargo el duende, sólo los privilegiados lo poseen. Esas virtudes sí acercan sus pasos hacia la perfección en el arte flamenco.
El camino hacia la perfección no tiene siempre su imagen en lo bello, ni tampoco el alejarse de la belleza es su contrario. El camino hacia la perfección en las artes radica en elevar a categoría de sublime la semilla de las sustancias culturales acumuladas por los hombres en su devenir histórico. El flamenco es semilla, es sustancia y es cultura, y se ha ido conformando por un proceso de acumulación tan plural como su mundo. En las artes la pureza se alcanza cuando estas se preservan de manifestaciones que contienen elementos contrarios a esas sustancias culturales que le dieron categoría de tal.
La pureza en las artes no estriba en repetir de forma mimética lo que otros han pintado, cantado, etc. sino en aportar y proyectar según otros referentes su desarrollo y profundidad, pero, sin despojarlos de sus moldes cualitativos, o sea, de sus raíces y de sus orígenes.
Repetir de forma mimética los cantos o cantes de una época lejana, de ser posible, más que pureza, significaría anquilosamiento, fosilización e inmovilismo. Es seguro, que hubo un tiempo en el que no habrían ni cinco estilos de soleares. Es más, la formación de dicho palo apenas tendría correspondencia con lo que ha llegado hasta nuestros días, aunque bien cierto es que siempre habría un hilo conductor que nos podría acercar a ese lejano ayer, aunque difícilmente hoy, podríamos llevar a cabo esa empresa.
Suficiente ejemplo es la percepción que sentimos al escuchar una soleá grabada en la primera década del siglo XX, y otra grabada cincuenta años después. Las estructuras de ambas formas de hacer la soleá son las mismas, su métrica también, sus apoyos, sus tercios, sin embargo, a la par, son muy diferentes. Como diferentes son las formas estilísticas de la malagueña del Mellizo. Del estilo de éste, hoy se reconocen varias versiones, como son, la del Niño la Isla, la de Aurelio, Marchena, Sernita o Caracol. Éstas no muestran sus diferencias únicamente en las formas interpretativas de cada artista, sino también en los modelos que se han ido conformando.
Otra cuestión a tener en cuenta es que la pureza se percibe con mayor nitidez cuando el artista se encuentra a gusto. El artista se siente a gusto cuando se dan determinadas circunstancias. No es lo mismo cantar en una feria que en una peña flamenca, ni cantar para dos mil personas que para unas cuantas. Incluso con independencia del número de asistentes hay otras consideraciones que para el artista no pasan inadvertidas, como son la preparación, la identificación y la sensibilidad de los que escuchan. Hasta los estados emocionales del cantaor.
Las influencias para los artistas, en cada escenario, son muy diversas, de ahí que digamos, generalizando, que la magnificencia y grandeza del cante arranca en el cuarto. En él apenas cabe una media docena de aficionados, y no es ello una cuestión de espacio físico, más bien de identificación y sensibilidad. Dentro de ese escenario, la pureza y la perfección tienden a convivir en su mayor esplendor".



(Continuará)

1 comentario:

  1. Puro, se define como aquello ausente de contaminantes.En arte, desarrollo de una forma o expresión artística ajena de academias,instituciones;comúnmente el Arte por el Arte, nada tiene que ver,con el rajo,lo profundo,el genio o el duende y cantar es común a hacer canto, o música con la voz. Referente si el flamenco o los estilos flamencos son o no puros,(con todo mi respeto a otras opiniones) reitero que el flamenco ha ido formándose con el paso de los años de otras fuentes y siempre musicales,como los romances, no flamencos y las tonadas cantadas en todos los lugares de España,que dependiendo de otros factores, en Andalucía se convierten en cantes que se aflamencan por intérpretes que demuestran sus habilidades en el cante, sobresaliendo de los grupos folclóricos y que con el tiempo van adaptando los estilos, hasta llegar a los que se conocen hoy día. Esto se puede comprobar escuchando las primeras grabaciones del Mochuelo y otros cantaores de su época , como se cantaban los cantes y la diferencia a los de ahora. y lo mismo pasa con la evolución en el toque de guitarra.En definitiva el cante flamenco no se mantiene puro desde su creación, ya que se va formando de diversas fuentes,tanto creativas,interpretativas adaptándose con el tiempo, por lo que no esta exento de otros contaminantes, tanto orales como musicales.Es mi humilde opinión.

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