"Mi nuevo trabajo no es un disco de Flamenco...", decía Miguel Poveda en su cuenta de twitter. Una explicación, tal vez, para quienes habiendo visto su actuación en la gala de entrega de los premios Goya de cine se habían sorprendido por el sonido de las dos canciones que avanzó de su nuevo disco. No sonaban a flamenco, "...como sí lo fue el anterior arteSano...".
"...en este canto a grandes poetas...", concluía el tuit. A Alberti, Quevedo, Borges, Neruda, Lorca, Hernández, Muñoz Rojas, Lope de Vega, Gil de Biedma y otros, también músicos, como Sabina, Aute o Rafael de León. No será el primer caso de un/a cantaor/a que muestra su interés por las canciones, algun@s hasta llegan a interpretarlas.
El artista en sus inicios sigue a quienes le precedieron, 'suena' a sus maestros. Si busca sonar propio, ser un eslabón más en la cadena forjada por sus antecesores y no una imitación, buscará sonar a su tiempo, y las canciones del momento pueden servirle. Luego, en el caso de que vuelva al flamenco, ese sonido de su tiempo quedará fijado; incluso puede incorporar algo 'nuevo' al flamenco. Y, así, puede que conecte con otros oídos, sensibilidades. Cree uno que eso ha pasado desde los tiempos de Torres, Niña de los Peines, Chacón y algunos más en adelante, ateniéndose a las grabaciones de estos y ciertos detalles de los hechos históricos (Rafael Alberti contaba un episodio referido a Manuel Torres, y la inspiración que el cantaor tuvo al escuchar unas canciones populares de su época, pueden leerlo en este enlace).
¿Qué aportará este disco de canciones a Poveda cuando vuelva al flamenco? Por lo oído, el sonido remite a un sonido de décadas pasadas, un rock o pop de los 80-90 -el de cuando él era joven- y su instrumentación correspondiente. Entre el listado de colaboradores figuran nombres de ese tiempo (Miguel Ríos, Sabina, Ana Belén) y el cantautor canario, Pedro Guerra, germen del temario que integra el disco de Poveda, encargado de musicar todos los poemas, que luego han pasado por los arreglos de un colaborador habitual del cantaor catalán, Joan Albert Amargós. Guerra formó parte de un rebrote de la canción de autor en los 90, que aportaba al género del cantautor la 'novedad' de abrirse a los sonidos del mundo, la 'world music', que se decía. No era mirar al sonido nuevo, del momento -la electrónica, el hip-hop-, sino a otros que por entonces se habían puesto de moda, en el buen sentido de la expresión (se había cansado Occidente de su pop y rock y encontró en músicos de otros continentes frescura pop y rock). Su opción era como añadir un colgante africano, árabe o latino al eslabón existente, no añadir otro nuevo. Y por ahí se quedó, Pedro Guerra.
Vivimos unos tiempos donde pasado, presente, futuro se suceden a la vez; donde la música de cualquier tiempo puede ser recuperada por los intérpretes actuales, ocupar un espacio, tener un/su público. Tampoco es la primera vez que Miguel Poveda se desplaza a otros territorios musicales, con o sin canciones. Y, cree uno, que cada vez que ha vuelto al flamenco ha dado un paso adelante, ha ganado experiencia.
¿Es Poemas y Sonetos para la libertad su Leyenda del tiempo, su Omega? ¿El Niño? Cuando salga al mercado, el 17 de marzo, miraremos a la lista de ventas de discos de este país, a los puestos altos, en donde ha situado sus anteriores discos, el de las coplas -las canciones de su infancia- y el de flamenco. Y escucharemos ¿al Poveda cantante o al cantaor que canta canciones?. Al menos se protege con letras que auguran un cierto interés. Hacer una buena canción, no está al alcance de cualquiera. Como ser cantante.
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