(anterior entrada) Era el flamenco de otra manera. Camarón era como estos que venía escuchando, Mairena, Chocolate… pero más accesible. A todos los niveles. Musicalmente; las letras se entendían mejor; más en el presente.
Recuerdo haber ido con mi madre al concierto de
Camarón, aquí, en el Teatro Valladolid, en la Feria de Muestras. Estaba el
hombre ya… lo que sí recuerdo es que estaba abarrotado, a Camarón saliendo al
escenario, que estaba mal, decía “estoy congelaito”. Debió ser finales de los
80. Había muchísimos gitanos, cogiendo filas enteras. Los pasillos llenos de
gente, yo creo que se quedó mucha gente fuera. Para mí, era ver a Camarón, lo
que cantó no me dijo nada. Tampoco se entendía bien.
Para mí aquel concierto tuvo un sentido: al ver
tanta gente allí, que esta cosa friki mía del cante jondo, con esos discos…
pues no soy tan raro.
El siguiente paso fue este disco que me impactó
muchísimo. Todo esto de las alboreás, gilianas, y fue la primera vez que
escuché a Manuel Agujetas. Eran cantaores más oscuros, me llevaron a un segundo
fuerte contacto con el flamenco, después de Camarón.
Y a partir de aquí estuve mucho tiempo
intentando escuchar más cosas de estas, sobre todo de Agujetas.
Y estos cantes de las bodas gitanas, las
alboreás… me llevó a otras profundidades…no sé, a lo mejor tenía que ver con
momentos personales míos… yo tendría treinta años, empezaba a plantearme: estoy
solo, no tengo pareja…y con esto de las bodas, a lo mejor idealizaba yo; bueno,
esto por darle algún sentido.
A partir de aquí, el flamenco empezó a hacerse
más accesible de conseguir, de escuchar, de ver a todos estos cantaores.
Agujetas, después de Camarón y Antonio Mairena, ha sido para mí, el gran
descubrimiento y a través suyo más gente. A Agujetas no sé si se le ha
reconocido en su justa medida, sí por la gente del flamenco, pero a unos
niveles más generales…
La llegada de Internet ha sido un gran logro
para los que tenemos gustos minoritarios como este del flamenco, ahí ya me meto
más. Y las letras que escuchaba a Agujetas como esa que
dice “que de qué me mantenía, a mi un juez me preguntaba, que de qué me mantenía,
y lo le dije robando, lo mismo que hace usía, pero yo no robo tanto”.
Y es entonces cuando llega lo de hacer las críticas (El Diario de Valladolid), que te lleva a interesarte mucho más por todo esto.
Y es entonces cuando llega lo de hacer las críticas (El Diario de Valladolid), que te lleva a interesarte mucho más por todo esto.
Los conciertos del Café España. Recuerdo los de Chocolate, Agujetas, especialmente, también de más gente. Haber hablado
con Chocolate por teléfono, fue muy emocionante, un regalo. Ahí, en el Café
España, disfruté con el flamenco en directo, en plenitud. Lo recordaré siempre.
La gente que iba, entendidos, más o menos aficionados, todos con un respeto por
esta gente que me conmovía mucho. Y cuando escucho a esos cantaores se me
siguen abriendo las carnes.
Ahora estoy un tanto retirado del flamenco. Pero
resuena por ahí dentro. Siempre lo tienes ahí.
Como los libros, que es en lo que ando más, que
los recuerdas y están ahí siempre.
-Porque tu pasión primera o tu interés primero está en la literatura, más que en la música.
-Porque tu pasión primera o tu interés primero está en la literatura, más que en la música.
-Sí, sí. El flamenco por la forma que tiene de
conmoverme. Es como alguien que sale dando una lección o un discurso hablando.
La música amplifica esas voces, que no sabes de dónde salen, que transmiten…con
ese toque de guitarra que te enardece…en el fondo es algo épico. Y eso es lo
que me gusta del flamenco, esa parte épica, como si fuera un gran relato, de
mucha gente, de mucho sufrimiento, y junto a este sufrimiento, que tal vez le
da sentido, las bodas, mucha alegría, ese cachondeo, la seducción del hombre y
la mujer…lo que es la vida. Y todo ese relato de la vida con la guitarra, el
compás dan ese algo épico, es como decir: esto es grande, tío, esto es enorme.
No es la parte lírica, poética: esto es un ejército. Es esa sensación de vida o
muerte, todo o nada. Te ponen ahí, frente a ti mismo, frente a algo grande.
-¿Hay alguna relación entre las formas del
flamenco y tu manera de escribir prosa o poesía?
-La literatura que a mí me interesa está
vinculada a la épica y a la verdad. Cómo a través de las palabras podemos
expresar verdades generales. A la hora de escribir no noto una relación con el
flamenco, no sé, es algo en lo que no había pensado. En la poesía, que es lo
último que he hecho, es escribir algo muy fácil, accesible para todo el mundo,
en las palabras, las expresiones, pero que te haga ver el mundo de otra manera,
en la que no habías pensado nunca.
Mi poesía es
más automática, no de buscar la pureza, ir destilando…tal vez como en el
flamenco que tenga una espontaneidad; las letras del flamenco son fáciles, vulgares, si
quieres, pero está diciendo algo importante. Yo en la poesía meto cultura
popular, el pop, la publicidad, esas frases hechas que pasan por nuestra vida,
pero no nos paramos a pensar…
Escribir una
letra de flamenco, creo, que me resultaría muy difícil. En cierto modo, me veo
ajeno a esa gente, que, por eso, es lo que más me gusta. Que teniendo poco
que ver con esos lamentos, cuando me llega…de alguna manera, nos hermana, nos
reune.
Yo, escribir
esas letras como lo hace esa gente, me sonaría como hacer algo falso.
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