lunes, 15 de agosto de 2016

Atracción por el flamenco. Francisco López: Clave de entrada: Las letras (1)

(Después de Pedro -flamenco 100%- y este 'sobrevenido' al flamenco que os escribe, faltaba el tercer elemento de este blog por contar su atracción por el flamenco. El amigo Paco estuvo en el principio, desde la gestación de este blog. Y ahora que sus compromisos y vocaciones le traen de nuevo cerca de nosotros es hora de que la cuente y aporte otro relato, otra vivencia a la música que sustenta este blog. Paco nació en Valencia, en 1963, debido al trabajo de su padre -funcionario del Estado (poli, no)- pasará su infancia en varias ciudades, siendo la última Tarragona antes de llegar, con 13 años, aquí, a Valladolid, "y hasta ahora".).
 
Mis primeros recuerdos con el flamenco siempre lo vinculo a mi madre. Ella tenía mucha afición, y por lo folclórico también, desde los trajes regionales a la música.
Lo primero que escuché fueron coplas, pero no me llamaban la atención. Coplas que a lo  mejor cantaba mi madre, sola o cuando salían por la tele, más que por la radio; en disco tenía poco, algo de Lola Flores, poco. Y me llamaba la atención; aunque, en general, la música no me llamaba la atención. Tendría yo 10-13 años.
La música que yo empecé a conocer fueron las generales. El heavy era lo que más me gustaba. AC/DC…
Hacia los 18-20 años me interesaba más lo que no era la música que la música en sí, es decir, los heavys me gustaban por lo que podían representar. La música era algo que oía como de fondo.


Los primeros momentos que el flamenco me dejó ‘tocado’ fue con varios discos que tenía de la colección Antología del Cante Flamenco (Zafiro/Serlibro. 1978). Seguramente eran de mi madre, pero no solía ponerles mucho.
Y me empezó a interesar el flamenco, una música que se escuchaba poco por ahí.
Estos discos me los cogía por la noche o cuando tenía ratos libres en casa y los escuchaba en el tocadiscos de mi padre. Luego los grababa, una, dos, tres veces en casetes, para poderlos escuchar en otros sitios.
Y escuchando y escuchando es cuando empiezo a entender las letras, que para mí es una de las claves fundamentales del flamenco. Mi relación con el flamenco no es tanto la música, el compás, sino lo que están diciendo y cómo. Lo musical estaba como en segundo plano, que luego cuando viene la fusión es lo que va a destacar, lo musical.
Las letras me parecían desgarradoras. A mí me estremecían. Letras que me remitían a algo ancestral, muy fuerte, no sabría cómo explicarlo. Y algo muy de verdad, de alguien que, no es sólo la voz suya, está dando voz a mucha gente. Lo religioso, la justicia, temas muy grandes, importantes para todos, como personas. En ese momento Agujetas me era desconocido como Camarón, que sí escuchaba por ahí, pero sus discos no me llegaron hasta después.
Me sabía de memoria las letras de aquellos discos, las medio cantaba. Recuerdo una que decía algo así como: “ay que yo trabajo en la mina, a mí me llaman el minero, porque yo he trabajado en la mina, hago explotar los barrenos, que casi pierdo la vida, ay, ay, por tan poquitoo oo dinero oo, aaaa, aaaa”; u otras bestiales de Antonio Mairena: “tú tienes que venir a buscarme, tienes que venir a buscarme, de rodillas por los suelos, llorando gotas de sangre”; o esa que dice: “entre la hostia y el cáliz, a mi dios se lo pedí, que te ahoguen las duquelas, como me ahogan a mi”.



Y también había, en los discos, música flamenca sin cante, como una de José Romero al piano. Y me intrigaba mucho todo esto de los palos, las diferencias, la capacidad de pasar de un lamento desgarrador a una fiesta… las bulerías, toda esta parte alegre, de compañeros. Pero siempre a través de las letras.
No distingo bien los palos, he distinguido lo general; aunque a fuerza de escuchar más o menos, algo se te queda, pero que si es un tipo de soleá de este o del otro, no. Yo era autodidacta. Y cuando le dedicaba tiempo al flamenco era de forma exclusiva, con todos los sentidos puestos, o lo escuchaba o hacía otra cosa, las dos a la vez, no.
Me hubiera gustado en ese momento, que estaba tan metido, que alguien me hubiera explicado o que hubiera existido Internet. Libros, pocos he leído de flamenco.
Era una afición solitaria. Cuando se lo comentaba algún colega me miraba como un bicho raro. Yo intentaba explicar que esto era el cante jondo y no ese flamenco que es más popular o comercial, como la rumba.
Sin embargo, Peret, una figura mítica, pero por cuestiones personales, al que conocí porque mi hermano, por la época en que Peret fue a Eurovisión, quería ser como él. Y a mí me sorprendía eso -luego se le pasó a mi hermano-, me dio qué pensar.
Después llegaría Camarón. No recuerdo exactamente la época, debió de ser también cuando la de Pata Negra, Kiko Veneno, Ketama…

(Próxima parada: Camarón - Agujetas)

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