miércoles, 23 de noviembre de 2016

Entrevista con Tomatito (2005)

En marzo del 2005 entrevisté a Tomatito, por teléfono, días antes de ofrecer un concierto en el Teatro Calderón de Valladolid. Una entrevista no al tocaor que estuvo con Camarón de la Isla, si no a la figura artística que era por sí misma. Algo que en ese momento ya nadie dudaba, ni en este país ni fuera de él, ni dentro ni fuera del flamenco. Y ahora, tampoco. También es una visión sobre el flamenco a diez años vista.



- ¿Es su nuevo disco Aguadulce un regreso a las raíces?
- "Aguadulce" empezó siendo mi 'vuelta a casa', en él he querido plasmar lo que hago y siento ahora mismo. En esta ocasión vuelvo a hacer cosas muy flamencas sin apenas colaboraciones de músicos de otros sectores. El Paquete me acompaña en algunos temas, que es un creador maravilloso. Hay algunas voces muy buenas... Hay tres bulerías, lo cual en un momento dado puede ser excesivo, pero a mí la bulería me sale por defecto, es donde me siento en mi hábitat musical natural.
- Además de Aguadulce ha aparecido también El guitarrazo, un disco de tangos argentinos con Luis Salinas y Lucho González ¿cómo surge este proyecto y por qué?
- Después de lo de Camarón me fui a Argentina para alejarme un poco del cotarro y esclarecer ideas para el futuro. Ahí tuve la suerte de conocer a Luis, quién me abrió una nueva puerta. Hicimos una gira los tres y surgió una amistad muy especial. Creo que en aquel momento empecé a sentir ganas de explorar el más allá del flamenco. "El guitarrazo" plasma ese momento de encuentro.
- ¿Qué le aporta el tocar con músicos de jazz, tangos o con orquestas sinfónicas? ¿y al flamenco?
- Sobre todo respeto. Cuando te encuentras en una situación donde hay dificultades para comunicar verbalmente la música en sí, sirve de herramienta de entendimiento. Trabajar con orquestas es someterse a una lección de compromiso y disciplina. La seriedad con la que te rodeas con una orquesta impresiona. Cogen la partitura y la hacen suya en enseguida. Mi encuentro con Carles Trepat surge, nuevamente, a raíz de una amistad. Nos tiramos un verano entero compartiendo momentos geniales con la obra de Piazzola. Es un crack. Me guía y noto cómo esas melodías del tango adquieren para mí facetas flamencas. Tengo ganas un día de grabarlo. Con Michel (Camilo), (Georges) Benson, etcétera, pues ídem de lo mismo. Me han permitido abrir el oído, sobre todo en la improvisación. Lo que más agradezco de todas estas experiencias de colaboración es la oportunidad de explorar y descubrir, sin tener que renunciar nada de mi personalidad artística.
- ¿Interesa más el flamenco en el extranjero que en España o les interesa más a los músicos flamencos? ¿por qué?
- Yo lo tengo claro, después de visitar tantos lugares, conocer tanta gente y ver cómo está el mundo, me doy cuenta que el flamenco para la afición extranjera representa una manifestación muy abierta, incluso descarada de la emoción humana. Rabia, dolor, júbilo, tristeza... nunca se ven tan claramente exteriorizados estos sentimientos que cuando salen de la voz, el cuerpo o las manos de un flamenco. Creo que eso alucina a la gente de fuera ¡nuestro descaro y desinhibición!. Por tanto creo que es bilateral, a ellos les interesa nuestro arte, a nosotros nos interesa llevarle fuera, despojarlo de misterio, compartirlo.



- Tengo la impresión que mientras la guitarra flamenca goza de buena salud, en cuanto a los cantaores, los nuevos, no parece que pueda decirse lo mismo ¿por qué cree usted que el cante está como atascado?
- No es que esté atascado, es que la mayoría de los jóvenes de hoy tienen a Camarón como referencia. Eso deja poco sitio para crear nuevos enfoques. Luego están las exigencias comerciales de las discográficas y el mercado musical. Es importantísimo que no se pierda lo que nos pueden enseñar los viejos maestros, el cante antiguo y añejo. Hay que conocer para dominar y de ahí se puede hacer lo que uno quiere. Estoy de acuerdo en que hay modas y tendencias, igual pasa en el pop; no obstante hay grandes voces ahora mismo, tanto en la generación joven como en la mía y lo que tienen en común es la sinceridad, la capacidad de no hacer concesiones.
- ¿Volvería a tocar para un cantaor si este fuera su hija? ¿echa de menos esa faceta?
- Mi hija Mari Ángeles viene a menudo con el grupo. También es solista en "Sonanta suite". Tenemos una gran complicidad, como es natural. Recientemente he acompañado a (Enrique) Morente en Estados Unidos. Me siento muy cómodo con él y nos respetamos mutuamente en nuestras distintas ideologías. Acompañar el cante es algo que me enriquece, me obliga a escuchar y seguir. Cuando tengo ocasión me gusta tocar para cantar.


 

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