lunes, 27 de febrero de 2017

Club Flamenco (48) La copla, retrato intermitente

La copla, canción española, canción andaluza como prefería llamarla Paco de Lucía y utilizó este nombre para despedirse discográficamente, fue objeto de atención de la pasada Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid. "Es algo que está ahí", por resumir los por qué de dedicar una Tertulia a este género, que no parece tener nada que ver con el flamenco, aunque much@s flamenc@s hayan cantado estas canciones. Realmente, ¿nada que ver? Veremos.
Lo que sí encontramos son sorpresas, elementos llamativos de un tipo de canción plenamente española, andaluza.

Por Paco (el de la Renfe).

Siempre que se puede un dibujo, una pintura acompaña el tema a tratar en la Tertulia. El de Paco define a la perfección los estereotipos en los que se va mover, transmitir, fijar la copla. Y es esa imagen típica de España-Andalucía, la que se propagó por el extranjero en el siglo XIX y permaneció hasta bien entrado el siglo XX, hasta la década de los 60, momento en que la copla pasa a recibir otro nombre, canción folclórica.
También fija el dibujo los tópicos de las letras, de las historias que cuentan las coplas; con excepciones.
Cuplés, chotis, pasodobles, zarzuela, de aquí saldrá buena parte del soporte musical de la copla, que inicia su propagación en los años 20 del siglo XX, con gran acogida popular. Justo después de la 1ª Guerra Mundial, la guerra que potenció los nacionalismos, que terminó con una posible unidad de los pueblos, apuntada por el arte de pre-guerra que traía, verdaderamente, nuevas propuestas en la pintura, la música -culta y popular (el tango, la chanson, el jazz cantado y Tin Pan Alley, lo que hubiera en Italia, Alemania...)-, la literatura, el teatro, el cine, el cómic...


En Una historia del flamenco, José Manuel Gamboa señala el 22 de diciembre de 1928 como fecha del estreno, en el Teatro Pavón (Madrid) de La copla andaluza, de Quintero y Pascual Guillén, que no iba de coplas, sino de flamenco. De teatro flamenco o comedia flamenca, un nuevo invento como lo fue la ópera flamenca para atraer al público. En esta obra, y las que la siguieron (El alma de la copla...), se fijarán los tópicos andaluces-españoles.
Esta es la única referencia que hay en el libro de Gamboa a la copla. Por lo que deducimos que la copla nada tiene que ver con el flamenco (Lo que no quita que en su texto para el disco de Paco de Lucía, Canción andaluza, ofrezca Gamboa algunas muestras de su alegre y extensa sabiduría flamenca y ofrezca información de conexiones copla-flamenco. El texto lo podéis, y deberíais, leer aquí).


En esos años, la copla discurre paralela al cante, pero su manera de hacer, de actuar es bien diferente. El cante no cuenta historias, la copla sí. Cuando el cante hace copla no cuenta/canta una historia sino que se fija en el sentimiento de la historia y a partir de ahí se hace el cante, el flamenco es así (ver el vídeo arriba, de Manuel Vallejo o el de Angelillo con "La hija de Juan Simón", que vimos en la Tertulia). La copla espera hasta al final para desbordar el sentimiento, como las películas clásicas; mientras, interpreta, actúa. Planteamiento, nudo, desenlace, funciona tan bien, es tan reconocible, por tanto seguro para el oído, como una marcha militar o una canción de los Beatles, la la la (Buika en su acercamiento 'limonero' a la copla opta por hacer el cante en lugar de cantar, interpretar; no siempre lo consigue y es que con material anticuado todo es más difícil, pero en La falsa monea creo que lo borda).
La copla, ya como canción española, será la banda sonora de este país después de su guerra civil, las canciones para después de, que llamó Basilio Martín Patino, en su película. Son los años más duros de la tiranía franquista, donde todo está reprimido, y ese todo incluye los sentimientos. Y la copla estaba llena de sentimiento. Y en ellos se reconocían l@s oyentes, en especial las mujeres. En la copla encontraban verdades, de su vida y de la vida, que no podían exteriorizar, por la cuenta que les traía.


Rafael León fue un letrista prolífico, miles de letras. Era homosexual. La homosexualidad también va a encontrar en la copla sus verdades, sus sentimientos, aún más reprimidos que los de las mujeres, por el orden social.
La Tertulia comenzó con Ocaña interpretando "Yo soy esa", ante el público de su Barcelona. Ocaña, icono de la homosexualidad a mediados de los 70; una homosexualidad que como la mayoría de los españoles ya no podía aguantarse tanto sentimiento reprimido, que salía a la calle, con o sin Franco. Su vida, su pensamiento, su acción quedó fijada en Ocaña, retrato intermitente, debut en el cine de Ventura Pons. L@ vimos.



El gran Nazario.



Llegaban tiempos de renovación o de revaloración de la nostalgia, la copla continúa, aún hoy, en manos de otros músicos, cantantes, se mezcla con otras músicas. Las historias continúan, falta mucho para la libertad.


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