martes, 20 de junio de 2017

Atracción por el flamenco. Quique Miralles: El Quejío de un nuevo amanecer (2)

Una nueva generación de flamenc@s, artistas, estudios@s. aficionad@s surgía en la década de los 70, del siglo XX, y tomaría el mando, el relevo en los 80. También en Valladolid. Quique empezó ahí.
"De casualidad. Andaba mucho con Román (Romanín dentro de la afición vallisoletana, para no confundir con el otro Román, también aficionado). Su padre cantaba, muy bien, era muy buen aficionado; su tío también. Eran de Aguilar de Campos, de esos aficionados que ha habido en Valladolid, de siempre; eso sería para hacer una Tertulia o documentarlo de alguna manera: la afición en algunos pueblos de aquí; como éste de Tierra de Campos, que en fiestas se juntaba la gente las bodegas y cantaban de puta madre, por el Gloria... que te lo cuente Román un día.
A mí es Román quien me va metiendo. Era la época en que Camarón empieza a despuntar; ya había escuchado a Lole y Manuel y había alucinado con estos grandes divulgadores del flamenco, sobre todo entre un sector de gente que no tenía nada que ver con el flamenco.
Me acuerdo de la primera cinta que me compré, de oferta en Simago, y aluciné: Manuel Soto 'Sordera'. Luego empiezas a leer.


Ha habido gente que ha vivido el flamenco por las familias, en los barrios, los pueblos, pero otros lo hemos leído. Y lees, por ejemplo, a Félix Grande y su Memoria del Flamenco. Y empiezas a ubicar el flamenco fuera de los parámetros en que lo tenías, la tele y lo que te llegaba por canales así. Te ofrecía otros vínculos distintos a los que se conocían por el franquismo, el españolismo...".
-Sordera, empezaste por lo 'duro', por lo menos accesible.
-¿Accesible? Mira, yo ahora estoy viendo en las últimas Tertulias (Flamencas, de la Biblioteca Pública de Valladolid) aparecer algún chaval de veinte años, que no había escuchado flamenco en la vida, que entra allí despistado, se queda hasta el final y te dice -y nosotros no ponemos el poromponpero, sino cosas duras, serias, cañeras-, esos chicos se quedan fascinados con el flamenco.


Como nosotros en aquella época; escuchábamos a María la Sabina y eso es inevitable. Te pega una hostia que te deja tirado. Y Sordera, una frescura. Y me acuerdo que en esa cinta todas las letras era de J. M. Caballero, Caballero Bonald, que te enteras después.
Y al día siguiente cogías un disco de Calixto Sánchez, que ahora ya no le escucho ni harto grifa y sí al Turronero. Eras una esponja. Luego vas seleccionando. Y te vas quedando con los palos, descubres toda la variedad del flamenco. Hasta una cartagenera era capaz de distinguir (risas), ahora...
-Antes del flamenco ¿qué escuchabas?
-Muchas cosas. Escuchaba mucho a los cantautores; era la época en que estaba militando -no confundir con hacer la mili: nota del entrevistador-, Quilapayún, Labordeta, Llach, la de dios; también el pop-rock; y el jazz, que es la hostia.

Román (dcha), a su lado, Miguel.

-¿Estuviste en la Peña El Quejío?
-Claro. Al principio. En esos años Miguel empieza a funcionar con La Acequia, que ha sido un lujo en esta ciudad durante todo el tiempo que lo llevó, y sabía llevar la cantina, además de gustarle el flamenco. Y allí había aficionados. El Panero, Castañeta, Pirminio, muchos; a menudo se pasaba Clemente, el de Zamora.
Pasábamos mucho tiempo allí; hacíamos más horas en La Acequia que en casa. Cuando aprobé la oposición mi abuela fue a darme la noticia a La Acequia. Allí entrabas y no sabías cuando salías. Y allí se cantaba. Esta es otra parte en el aprendizaje. Estaban los discos, los libros y luego estaba escuchar en directo el flamenco.
Aquí (Valladolid) no había conciertos en directo. Y una de las cosas que hizo El Quejío fue hacer conciertos y traer y escuchar a los mejores.
La primera reunión para hacer la peña fue en la Casa Revilla, lo montamos Román y yo. Fue mogollón de gente. El Quejío fue cosa de Román (en La Acequia tendría su cuartito de reuniones; decir también que en aquellos primeros años de la década de los 80, del siglo XX, se pondría en marcha también la Peña La Seguiriya).

En la próxima entrada, un nuevo destino: Jerez de la Frontera, adonde llegará Quique con todo su bagaje flamenco hecho en Valladolid, y deslumbrarse aún más con cantes como éste:


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