miércoles, 12 de julio de 2017

Niña de los Peines, Antonio Mairena en el 'Examen de ingenios', de Caballero Bonald (1)

José Manuel Caballero Bonald ha añadido un nuevo texto a su extensa bibliografía. Examen de ingenios (Seix Barral, 2017) lleva por título, "un centón de retratos de escritores y artistas hispánicos que me han atraído por alguna razón y a los que he tratado de manera asidua o eventual", explica el autor en el prólogo de un libro que fija su atención principalmente en escritores, su oficio, su vocación. Y entre los "artistas" figura algún pintor y varios flamencos.


La relación de Bonald con el flamenco es conocida y va más allá de la afición, el escritor y poeta ha sido parte activa en su difusión. Ahí está su Archivo del Cante Flamenco. Seis discos en vinilo publicados en 1968 por el sello Vergara (reeditados en 2011 en 4cds por Sony), que recogen una labor de campo llevada a cabo por Bonald entre 1964 y 1966, grabando en directo en tabernas, casas, pueblos, ciudades, "el flamenco genuino". Una antología que anticiparía lo que años después fue, en la televisión, Rito y Geografía del Cante (en este enlace se puede consultar el listado de artistas flamencos "genuinos").
Otro acercamiento reseñable, en formato libro, sería Luces y sombras del flamenco (Lumen, 1975). Recordar que a finales del año pasado-principios de este se editó el disco-libro, Jerez a Caballero Bonald, un reconocimiento, homenaje a la relación entre el escritor, el poeta y el flamenco.
Con La Niña de los Peines inicia Bonald las semblanzas de cinco figuras del flamenco en Examen de ingenios. Comienza contando el primer contacto con la cantaora, ya retirada del flamenco y de la memoria de su vivir, para pasar a describir quien fue/es Pastora Pavón:


En cierto sentido, su personalidad hace un poco las veces de puente entre el cante tradicionalmente vinculado a los maestros decimonónicos y el que empezaba a gestarse en los inicios del siglo XX.
(...) Es sin ambages una figura legendaria; encarna la imagen de la irrestricta libertad interpretativa del cante, cuyo único precepto inamovible es el de conseguir exteriorizar la intimidad por medio de un ritmo y un tono, cuyo nutriente esencial es el "duende". Un raro ejercicio de intuición expresiva que tiene mucho que ver con la llegada a una situación límite (que ella) alcanzó con frecuencia.
(...) Evocar ese "sombrío genio hispánico" viene a ser como restituirle al flamenco su vertiente más primaria, más compleja, más fascinante.
En uno de los encuentros con La Niña de los Peines le acompaña Antonio Mairena, compañero a su vez en parte de la realización del Archivo del Cante Flamenco, como informador privilegiado. Y del cantaor -propiamente un pontífice, o sea, un constructor de puentes... del puente entre la herencia flamenca recibida y la que transmitió a sus contemporáneos- también traza una semblanza, en la que destaca, se le debe, su labor en pro de la dignificación profesional del flamenco: (...) Exigiendo que el artista flamenco fuera respetado y situado en su justa estimación social.
Su tarea fue impagable, señala Bonald sobre quien -fue un hombre de izquierdas- ejemplo el mismo de esa exigencia por hacer respetar el flamenco, como refleja en esta historia:
Un cierto señor quiso contratar a Mairena para que actuara en una fiesta. El cantaor solicitó unos honorarios que al señor le parecieron excesivos, pero finalmente accedió, rogándole que se limitase a cantar, sin inmiscuirse ni entablar conversación con los invitados al festejo. La respuesta de Mairena fue lapidaria: "En ese caso, los honorarios tienen una bonificación del diez por ciento". Qué arte.


Paramos aquí las semblanzas flamencas de Bonald, a retomar en la próxima entrada con los tres restantes genios examinados por el 'duende' literario del escritor, poeta jerezano.

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