-¿Le
hicieron un homenaje a Vicente Escudero aquí,
en Valladolid?
-No
me suena. En Barcelona, sí.
(La tele sigue puesta, sin sonido -la tele andaluza-, sale la Cátedra de Flamencología de Jerez, aparecen los retratos flamencos
de Capuletti).
-Era
muy amigo de mi hermano Publio, que en paz descanse. Su padre tenía una
peluquería, Peluquería Lillo, en la calle Santiago. Y estaba Capuletti, que el
hombre no sabía qué hacer, porque, claro, estaba asediado. Llevaba unas patillas,
unos pelos… no le dejaban ser como él era. Y era un dibujante de primera
categoría. Vino una vez a casa porque mi hermano le dejó unos libros que eran
de mi padre.
-¿Ya
tenía una trayectoria, aquí, como pintor?
-Sí,
la trayectoria que te dejaban tener en Valladolid (años 40-50; franquismo). Aquí se hizo, y aquí a
luchar, con todo. Hasta que se fue. En un pueblo de Sevilla se instaló, sí.
-Ese
homenaje a Escudero fue al final de sus días, para recaudar fondos porque no lo
estaba pasando bien, en lo económico
-Sí.
Dijeron que se lo iban a dar en un bar que había en la Plaza del Val, el dinero
que recolectaron. No sé, al final creo que le hicieron una guarrada. El
homenaje fue en el Calderón.
-¿Una
guarrada le hicieron?
-Se
quedaron con el dinero, lo que recaudaron, le mangaron o lo que fuera. Sí, sí,
lo que estás oyendo. ¿Quién? No sé. Valladolid-Campo Grande. Ancha es Castilla,
hala a tomar por culo (risas). -Hoy he estado hablando con un colega que tiene un grupo y se queja de que no hacen caso a los músicos de aquí.
-Aquí
había un grupo muy famoso, que era de las Delicias.
-Celtas
Cortos.
-Sí.
-Estos
tuvieron suerte. Y la suerte…
-Ya
te conté lo de mi hermano y otros que pusieron una exposición en el Campo
Grande y se tuvieron que llevar las pinturas en carros e ir corriendo para casa
porque les hostiaban. ¡Joder! Lo único fue la protección que tuvieron por
[Cayetano de Mergelina y Luna] Mergelina, el rector de la Universidad, e
hicieron la exposición en el Palacio de Santa Cruz, que era de la Universidad.
Entre esos pintores estaba Gerardo Pintado, que era un gran pintor, hizo el
Tragaldabas, también, ahí le tienes, todavía, creo. Para los niños.
-En
Valladolid la relación entre artistas e instituciones es problemática. Como que
dando dinero se cumple.
-Ni
eso, si quiera.
-Recuerdo
en unas fiestas de Valladolid a un grupo llamado Los Nadie…
-¿Los
Nadie? No les he conocido.
-Sí,
tuvieron su importancia en los 80. Pues, actuaba en la Playa de las Moreras y
en medio de su actuación comenzó a tirar al público, en monedas de quinientas pesetas,
el dinero que le había dado el Ayuntamiento por su actuación, como protesta ante
esa ‘relación’ cultura-instituciones.
-Eso
lo hacía el mejor charlatán que ha habido, de España: León Salvador, de
Valladolid. Vendedor, cuchillas de afeitar El Indio, y lo que fuera. El más
famoso charlatán de toda España. Y decía para dejar a toda la gente cautiva,
¡aquí (golpe en la mesa) murió Sansón y todos los filisteos! Y tiraba el dinero, que tenía metido en un
sombrero, y la gente aaah, a recoger el dinero. Ya tenía la maraña atenta
(risas). En toda la Plaza Mayor. No había otro charlatán, el mejor. Tenía una mojarra
que pegaba, tela. Eso era un personaje de verdad. Levantaba la maleta y ahí
empezaba el invento. Como no había entretenimiento en aquellos tiempos, era una
diversión, que te lo pasabas fenómeno estando allí de oyente y vidente.
-Voy
a esperar a Puri para ver si ha conseguido que funcione el vídeo y ver la
actuación que dieron las alumnas de tu escuela en Palencia, que está grabado en
VHS, el antiguo ese.
-Ah,
no sé.
-Oye,
¿había boxeadores aquí, en Valladolid, que fueran famosos o algo así?
-Sí,
hombre. Estaba Garrido, boxeador, de la Plaza de la Cruz Verde, sin ir más
lejos (la plaza está al lado de donde vive). Peso medio. Era buenísimo. Y el
cabrón se saltaba, para entrenarse, una caseta que había donde vendían pan o
vendían hostias. Era muy bueno. A nivel nacional. Con Luis de Santiago ha
boxeado y todos esos.
-Y
¿de los americanos?
-Me
gustaba Joe Louis, el mejor que ha habido; tenía un juego de piernas, que
siendo peso pesado, era como un bailarín, como que no pesaba nada.
-¿Ibas
al cine, de niño?
-Joder,
y me colaba y todo. Me agarraba a los capotes de los militares, me metía dentro
de ellos, y entraba (río). Que sí, lo hacíamos los chavales así. Al Capitol,
Lafuente, al Pradera. Y a ese que te he dicho de los Maristas, de la calle 2 de
Mayo. El Hispania, se llamaba.
-¿Qué
películas te gustaban?
-Me
gustaban las películas de asaltadores, o de Nick Carter, de Buffalo Bill… He ido
mucho al cine. Iba también al cine de los Luises y los Koskas, curas, encima te
daban de merendar, un cacho de pan y una onza de chocolate; también los del San
José tenían cine, estos eran jesuitas. Allí estudió mi sobrino. Pero se tuvo
que marchar porque un cura le quería meter mano. Según él.
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