martes, 21 de noviembre de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', en versión original (y 3 de agosto del 2016)

-Las danzas regionales que interpretaba la Compañía de Antonio el Bailarín, ¿tenían algo que ver con el flamenco?
-No tenía que ver una cosa con la otra. Para nada. Cuando bailaba las danzas vascas me sentía que era un vasco, y si bailaba las danzas gallegas me sentía que era un gallego. Además las danzas gallegas, que son tan poco conocidas, son tan fuertes o superiores como cualquier danza folclórica de Rusia, por ejemplo. Las danzas gallegas tenían un paso a cuatro que era la hostia (reproduce el paso golpeando las dos manos en la mesa con fuerza), de rodillas y de pies, dando media vuelta y girando, así que fíjate.
-¿Cómo las vivían los gallegos cuando las interpretabais?
-Los gallegos se volvían locos al verlas. Hubo una anécdota una vez que actuamos allí. El Diario de Vigo publicó que habíamos dejado a Vigo sin leche, porque se quedaron a ver el espectáculo y no pudieron ordeñar las vacas. Increíble. Era impresionante.
-No sólo en Galicia las representabais, sino en cualquier lugar, las danzas gallegas y las vascas.
-Sí, claro. Las danzas vascas son preciosas. Solíamos bailarlas con los trajes de vasco-francés.
-¿Qué diferencia hay?
-Muy grande. El traje vasco-español es el pantalón blanco, la faja roja y la camisa blanca y arremangada. El vasco-francés, el pantalón va hasta debajo de la rodilla, pegado al cuerpo, y encima de la chaqueta un pectoral con unos dibujos preciosos. Las interpretábamos en todos los sitios, dentro y fuera de España (entra Puri, su mujer, para recoger unas cajas vacías de medicinas que toma Rodolfo e ir a la farmacia por otras).

'Fantasía galaica' (Rodolfo, al fondo dcha.). Foto de Juan Gyenes.

-¿Teníais danzas castellanas?
-Teníamos ‘El segoviano esquivo’, que era una coreografía de Antonio sobre los bailes de Segovia y Castilla la Vieja; con una sobriedad. Lo que somos. Posiblemente, los bailes que más me gustan dentro de los bailes castellanos son los de Salamanca.
-¿Por?
-Porque tienen pasos muy bonitos, muy elegantes, muy limpios, claros de ver. Por eso.
-¿Tú crees que el baile flamenco ha recogido algo de estas danzas?
-Pues, yo creo que el baile flamenco, a dios gracias, no ha necesitado nada de eso. Digo a dios gracias porque el flamenco es flamenco, y eso ya es mucho. Una categoría excepcional.
-Pero, en el cante, sí hay palos que se relaciona con canciones folklóricas como la jota.
-Bueno, es que tiene que ver mucho que ver con la jota aragonesa. El baile es una necesidad tanto espiritual como fisiológica. Ne-ce-si-dad. Y te digo, según la altitud del territorio así se baila. Se dan saltos en los sitios con mayor altitud, y se baila más pegado a la tierra en los de menos, como puede ser Castilla. En las jotas de Huesca dan unos saltos como cabras. La tierra tiene que ver en todo.
(Bosteza. Llega el momento de hacerle esta pregunta, motivada por lo que me han dicho algunas de las mujeres relacionadas con este libro, que me decían si iba a salir en él Puri su segunda mujer; entiendo por qué lo dicen, y me espero cualquier reacción de Rodolfo).
-¿Cuánto tiempo estuviste casado con Rosa España (su primera mujer)?
-Ay, no me acuerdo. Por qué me tengo yo… estas cosas ni se hablan, hombre…
-Entonces, no te pregunto cuándo conociste a Puri.
-Pues, tampoco me acuerdo. Sí, hombre, sí me acuerdo cuando conocí a Puri, pero no te puedo decir la fecha. En la calle Gabilondo (golpea en la mesa, levanta la voz) con una amiga, que estaban sentadas en una cafetería, al lado del Moka, que hacia esquina con el Paseo Zorrilla. Ahí la conocí. Venga sí. Pero que no sé en qué fecha. No sé por qué, pero nunca me he preocupado (imita una voz como de cotilla) oye y tú cuánto tiempo… Estas cosas ni se hablan, es que por decoro mismo, da cierto respeto, sobre esta intimidad ¡qué tiene que ver con los bailes! Y además, si tú ya lo sabes, entonces ¿para qué coño lo preguntas? (risas) Que te pillo (risas).
(Suena mi móvil. Es Carmen, mi encanto. Yo también me acuerdo de cuándo la conocí. “¿Qué?”, me dice, “que si estás con el loco de Rodolfo”. Le vuelvo a preguntar sobre algunas historias que me ha contado, es el último día de grabaciones, por ver si se ha olvidado algún detalle. Repaso a sus inicios con Doña Ramona, cuando es despedido por Antonio de la Compañía, cuando baila para Carmen Amaya, sobre la homosexualidad –“yo no”-, Camarón y el purismo, Antonio Mairena...
Era una biblioteca entera del flamenco. Y eso que era parguela ¿y qué? Pero no presumía nunca de ello, ni hacía mariconadas ni nada. No cambia para el que le gusta el flamenco, porque era flamenco de verdad. Con ‘sustansia’, decía él. Le respetaban todos. Era un compadre más para los flamencos. 

Antonio Mairena hace el cante rodeado de flamencos.

-Después de las actuaciones ¿había fans esperando a la salida?
-No sé qué dices.
-Mujeres, que os esperaban a la salida, para pedir autógrafos…
-Claro que sí… Pero esas vanidades… te digo, que no me han ido nunca. Tú no sabes lo que era el flamenco, entonces. En Inglaterra, se tiraban noches enteras haciendo colas, con una silla, de esas plegables, para sacar las entradas, vendidas todas. Era increíble. Te comían. Me haces recordar cosas..
-Y os encontraríais con españoles, exiliados (a causa de la guerra civil y la dictadura franquista).
-Joder, pobrecitos, no me recuerdes esto que te pego una hostia, se me saltan las lágrimas, pelele (se emociona, se levanta y pasea por la habitación). Estaban… no podían pasar la frontera, mierda… era horrible.
-¿Les daría mucha alegría,también, el veros bailar…?
-Sí, se alegraban de vernos, y lloraban también. Porque no podían pasar la frontera (con tono enfadado). Y sin su familia, y su tierra y todo por un cabrón (golpe en la mesa). Eso lo he vivido muy malamente. Porque me daba dolor, no tristeza, dolor.
Abre un cajón, coge un caramelo, me invita; hablamos de cantes libres, de la religiosidad del flamenco… 
-Viniendo de Francia, todo un vagón, con nosotros, con guitarristas, cantaores. Y era Semana Santa. Y esos cabrones acordándose, cabrones en el buen sentido, acordándose de su Semana Santa, de su tierra, de todo… jooooder… se ponían a cantar saetas, tocar la guitarra: y llorando todos.

De izq. a dcha.: Carmen Amaya, Antonio, Rosita Segovia, Chocolate, Rodolfo.

-Ahora parece que el flamenco goza de un respeto, digamos, generalizado, desde las instituciones a público no aficionado. Parece que ha cambiado la percepción…
-Claro, ahora todo ha cambiado, pero para peor. ¿Tú crees que ahora tienen el mismo sentimiento que tenían los grandes cantaores y cantaoras? Ahí están las vivencias. El arte no sale tan fácil. Sale con dolor, con cojones; con un dolor, que son espinas. Y es el saltártelo, no admitirlo. La rebeldía ¿Dónde coño hay rebeldía ahora? Una cosa es que han copiado, pero no tienen esa rebeldía que les implicaba a ser partícipes absolutos del momento, de la rabia, del amor, del fracaso, de todo. Pues eso es el flamenco. Ahora hay cantaores y cantaoras que han aprendido de los otros y ya está, y son copias de copias.
-Bueno, hay algunos y algunas, pocos, que buscan su personalidad, que no quieren ser una copia, les cuesta o nos cuesta identificar esa personalidad con tanto referente flamenco del pasado como se tiene. Hace poco vi un vídeo de Rocío Márquez que fue a cantar a una mina de León donde permanecían encerrados unos mineros, que probablemente no escuchan flamenco.
-Ya, y les hace sentir y lo captan… La Niña los Peines.

 
Fotografías: Pablo Gestoso.

(Foto del reconocimiento a Rodolfo Otero en las 14 Jornadas Flamencas 'Ciudad de Valladolid' -junio 2017-: A toda una vida dedicada a la danza y baile flamenco; su tesón, compromiso y trayectoria artística, le llevaron a compartir escenario con los artistas más importantes de su época, paseando el nombre de Valladolid por los principales escenarios de todo el mundo, y contribuir a la dignificación y expansión del Arte Flamenco".
De izquierda a derecha: Pedro Sanz, director de las Jornadas; Rodolfo; Manuel Navarro, gerente de la Fundación Cante de las Minas; Silvia Verdugo, cantaora; José María Vázquez Gaztelu.
En la siguiente foto, con Blanca del Rey, a quien también se rindió un reconocimiento).

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, por compartir las charlas con Rodolfo Otero, todo un descubrimiento para mí.
    Y al maestro por compartir sus vivencias. Con personas como ustedes es donde se ve la grandeza del Arte Flamenco.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Alejandro. Trasladaré a Rodolfo tus palabras. Salud os

      Eliminar