Además de ofrecer una conferencia sobre Rafael Riqueni durante la celebración de las XV Jornadas Flamencas 'Ciudad de Valladolid' (4-9 junio), Pablo San Nicasio presentó su nuevo libro, Un payo entre los flamencos. Memorias de Hubertus J. Wilkes en la España de la Transición (Octaedro/Mágina. 2018). Fue por la mañana, al mediodía en la Casa Revilla, ante una audiencia compuesta por amigos (Velázquez-Gaztelu, Carlos Martínez Ballester), el director de las Jornadas, Pedro Sanz, miembros de la Peña La Siguiriya, artistas flamencos de la ciudad (Carlos Garnacho) y este tiempoflamenco. Una charla amena, distendida, sin papeles que nos dio por grabar y traemos aquí en dos partes.
"Este libro, yo no lo tenía pensado escribir. Después de 'Contra las cuerdas', un libro en dos volúmenes sobre guitarra, no tenía pensado escribir. Estaba con mi chalaura.com, mi web de flamenco. Pero conocí a este hombre a través de Romualdo Molina... Yo no sé si conocéis el archivo de este hombre. Sólo en entrevistas y ensayos tocando él y tocando con Paco de Lucía, Camarón, Enrique Morente, Carmen Linares... A mí, me ha pasado un archivo de 500 gigas, que yo he ido procesando.
Pablo San Nicasio en las Jornadas Flamencas de Valladolid. Fotografía: Pablo Gestoso. |
"Este libro, yo no lo tenía pensado escribir. Después de 'Contra las cuerdas', un libro en dos volúmenes sobre guitarra, no tenía pensado escribir. Estaba con mi chalaura.com, mi web de flamenco. Pero conocí a este hombre a través de Romualdo Molina... Yo no sé si conocéis el archivo de este hombre. Sólo en entrevistas y ensayos tocando él y tocando con Paco de Lucía, Camarón, Enrique Morente, Carmen Linares... A mí, me ha pasado un archivo de 500 gigas, que yo he ido procesando.
A mí, me llamaba la atención de que nadie hubiera escrito sobre este hombre. Se sabía quién era, pero más allá del canal de youtube que tiene, con, creo, 460 vídeos de difusión del flamenco antiguo, donde él comenta la jugada muy jocosamente sobre La Niña de los Peines, Vallejo, en fin, de todos sus ídolos. Pero nadie le echaba cuentas de lo que sabía y el archivo que tenía.
Por ejemplo, me pasó un archivo en el que se le veía en casa de Paco de Lucía y éste le dice, 'mira, mira, estoy componiendo unas alegrías para mi disco (Siroco) y no voy a meter una nota que no sea flamenca ¡se van a cagar la crítica!'. Y empezaba a tocar 'La Barrosa', así chapuerrada, como a mediados de los 80. Y yo decía, vamos a ver, esto es un documento... ¡Yo me ponía a llorar en mi casa! Pero este tío, como no se habla de él.
Y le digo a Humberto: cuéntame tu vida desde ya. Y empezó a mandarme audios; yo le mandaba un cuestionario preguntándole sobre su vida flamenca. Era como un juego, y al final nos tiramos dos años.
Empezó contándome sus anécdotas con Niño Ricardo, Enrique Morente... y acabó hablándome de espiritualidad... Yo me vi un poco desbordado por tanta información, pero conseguí hacer este libro.
La verdad es que el libro es una historia de amor. Yo no he conocido a nadie que sienta tanta pasión desinteresada por algo. Está en el flamenco y en la guitarra de una manera, que yo diría, como misionera. Ha dado clases de guitarra, pero ha hecho mucho más por el flamenco y su difusión de lo que ha recibido, creo yo.
Tiene un lema: arte por arte, flamenco por flamenco. Para él lo importante es la difusión del misterio del flamenco; para él el flamenco es una religión. De hecho, Humberto no habla de Antonio Mairena o Niño Ricardo como si fueran artistas, para él son iconos de una cultura y los tiene en un altar, en su casa, con las velitas, vírgenes y, encima, la foto de Mairena, la Antología de Hispavox, la de Niño Ricardo... es una cosa que roza lo cómico ¿no?
Le pregunté si se podría escribir un libro y me dijo que, 'claro, por supuesto'. Y se volcó conmigo. Y se vuelca, porque me sigue mostrando material. El otro día me dio unas letras escritas por Enrique Morente. Es un personaje. De la manera en que habla de flamenco y sabe de flamenco, y el archivo que tiene, muy artesano, recopilado poquito a poco, sus vivencias, poder haber acompañado en 19 conciertos a Enrique Morente... no sé si habrá muchos guitarristas que puedan haber estado 19 ratos con Morente; aunque algunos sean fiestas privadas. Tener a Pepe Habichuela como maestro; ser uno de los últimos alumnos de Niño Ricardo...
Luego, también, el libro es interesante porque habla de todos ellos -que son de su edad, de su misma generación-, de una manera no mitómana, sino bastante cercana. Para Humberto el mito fue Niño Ricardo, no fue Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Habichuela. Considera a los que vinieron después de Ricardo mejores guitarristas, pero peores artistas flamencos.
En la grabación que he citado de Paco de Lucía Humberto le dice, 'es que no me gusta cómo tocas, porque tocas muy bien, pero no me gusta', y dice Paco, 'si es que a mí, un poco, tampoco; no estoy muy seguro'. Como que Paco de Lucía estaba buscándose. Todo esto dentro del contexto. A los guitarristas nos gusta mucho lo que hizo Paco de Lucía.
Humberto te habla del flamenco como cuentan los hispanistas extranjeros la historia de España, un poco desde fuera, sin apegos en lo personal, en lo fraternal, y lo ve con cierta objetividad, más allá de la veneración que siente por Niño Ricardo. Habla sin problemas de los complejos y dilemas mentales, existenciales de Enrique Morente sobre el concepto del flamenco...
Creo que es un libro de justicia. Había que hacer justicia a Humberto. No es un libro de 300, 400 páginas, que a lo mejor sí daba, pero es ameno y que la gente ve a este personaje no como un guiri, sino, como él dice, una víctima de lo que decía Gustav Jung: el inconsciente colectivo.
A Humberto le tocó ser un holandés por azares de la vida, podría haber nacido en Cádiz. Él dice siempre que Holanda es su patria y España, su matria. En Holanda aprendió a leer y escribir, pero en España a vivir. Lo repite constantemente. Humberto es de estas personas que te redimen con el flamenco.
(Continuará)
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