“Soy
autodidacta: vas cogiendo de uno, de otro; de un guitarrista de jazz, de un
pianista. Con eso haces un cóctel, y esa rebujiña es lo que eres tú”.
Esta es una de las dos frases de Diego del Morao que aparecen en el libreto de su primer disco, Orate
(sangre, en caló). El guitarrista jerezano
contó para su debut discográfico con varios ‘padrinos’ como Paco de Lucía y su
padre, Moraíto Chico, acompañándole en dos de las cuatro bulerías que suenan en
el álbum; otra bulería cuenta con el cante de Diego el Cigala, artífice del
estreno de Diego del Morao al producir el disco a través de su sello Cigala
Music (editado por Warner Bros. 2010).
El otro ‘padrino’ de lujo es Manolo Sanlúcar encargado de presentar, con su escritura, al tocaor y su toque:
“Ya
la primera vez que escuché a Diego presentí al Artista: corresponder a esta
época y tener asumido tales valores de manera rotunda, y –a mi juicio- tan
acertada y sabia, no es propio de un joven de 29 años sino, más bien, en las
serenas luces de un visionario; como de haber hecho una lectura en otra vida y
se la estuviera aplicando en esta. Marcarse un camino que solo algunos deducen
a través de una vida de trabajo y observación, es poseer la virtud de sentir la
verdad sin tener que buscarla para aprenderla.
En
Diego, nada es superfluo; todo es sustancia. Hace posible lo que presiente y le
sublima. Su intelecto camina al son de la verdad que trata, y nada necesita de
tiempo. Por eso suena espontáneo, por eso no hay afectación ni presunciones. Se
deja llevar por sus instintos –que rebosan sapiencia-, y aquello que
corresponde a la escuela, al pensamiento, lo aplica con naturalidad, sin
complejo que le obligue a forzar la máquina que en ocasiones nos atropella.
Sin
embargo, y a pesar de lo expuesto, hemos de tener presente que aquí hay una
historia sumada y relevada: los genes transmisores de un sentir que identifica
a sus miembros por la fuerza de su condición; una identidad que germina en
Diego marcando su perfil. Su tío-abuelo Manuel Morao, junto a su abuelo Juan,
aportaron a la guitarra flamenca una expresión nueva que la vitalizó. A partir
de ellos, los ritmos del flamenco adquirieron la sustancia que dejó impregnada
a las siguientes generaciones, marcando desde ahí una exigencia rítmica a la
que nadie ha querido renunciar. En esta escuela están resumidas y contenidas
expresiones definitivas que marcaron sustancialmente nuestra música flamenca:
Javier Molina, referente esencial para los jóvenes de aquella época. Y dos de
las grandes personalidades de nuestra guitarra: Diego del Gastor y Melchor de Marchena.
Naturalmente, traídos hasta nosotros desde la alquimia flamenca de los Moraos.
Una escuela de personalidad diferenciada, que llegada a Manuel, padre y
maestro, se rebosa hasta Diego en donde estalla.
Uno
de los caracteres flamencos más destacado en esta obra es la correspondiente
huida de lo evidente (aquello que el aficionado presiente antes de que ocurra).
Pues cuando la sorpresa no ejerce, el cementerio del arte reverdece. También
nos lo dice la aparición de modos y cadencias poco usuales, desde donde se
busca la evolución de lo tradicional.
Por tales razones, sonando todo a nuevo, esta preciosa e inquietante obra no
cesa de evidenciar y recordarnos los parámetros y sabores esenciales de nuestra
identidad flamenca: aquellos rasgos propios que nos marca y diferencia en el
contexto universal de la música. Aquí está la vanguardia, pero, a la vez,, la
esencia de nuestro ser, pasado, presente y futuro.
Entrar
en la disertación de cada tema sería pretender explicar la evidencia, y
resultaría reiterativo, porque a pesar de tan variadas formas expresivas
mediante géneros (palos), modos y cadencias, ritmos y detalles, siempre es
Diego, a la manera en que el día contiene en sí mismo la luz del amanecer y las
sombras de la noche. Y esa es una de sus grandezas: que tanto recordando la
tradición como mostrándonos inquietudes vanguardistas, siempre es él. Lo que
nos provoca el deseo de seguirle, de estar con Diego en todo el proceso
evolutivo que, afortunadamente, no solo se sustenta en su talento, sino, además,
en su compromiso y capacidad de trabajo. Desde estos parámetros sabrá Dios a
donde nos llevará”.
Además
de los artistas nombrados al inicio de este texto Diego del Morao cuenta con
otros invitados de renombre en su disco:
Diego
de Carrasco pone su cante en la cuarta bulería y en una soleá; y Niña Pastori hace
lo propio en uno de los dos tangos que se interpretan (Siguirilla -sic- y Rondeña
completan los nueve palos de este Orate).
El
resto de músicos participantes son: Jaime Calabuch ‘Jumitus’ y Alfonso Pérez
(piano); Yelsi Heredia (contrabajo); Maka (bajo); Paquete (mandela); Sabu
Porrina, Jauani Batea, Ane Carrasco (cajón); Chaboli, Piraña, La Tropa
(percusión); Juan Grande, Kimi, L. M. Osorio, Jesule, Manuel Soleá, La Tropa,
Ramón, Chaboli, Tripa, Maremoto (palmas); Juan Castro, Kimi, Maloko (coros); y
una última guitarra invitada, la de Josemi.
El
libreto que acompaña el cd además de créditos, fotografías –una serie de ellas
con Manuel Morao y Tía Anica la Piriñaca-, el escrito de Sanlúcar, incluye
también un texto del sello discográfico que creara Diego el Cigala y del que
extraemos dos párrafos:
“La
buena música es el fundamento de Cigala Music, La música y los músicos que me
gustan, que me hacen vibrar, que me inspiran; aquellos con quienes comparto una
experiencia vital y musical. Este es mi compromiso: el beneficio de un artista
no está solo en lo que recibe, sino también en lo que da. Y yo, más allá de mi
propia música, quiero dar la de otros.
(…)Para
Cigala Music, el artista es director y dueño de su trabajo: hace el disco que
quiere y como quiere, el disco que siempre soñó, pero siempre suyo. Desde la
composición hasta la producción, desde los arreglos hasta la promoción. Sin
imposiciones, sin oportunismos: sólo importa la música, sólo importa el arte”.
En
estos ocho años transcurridos desde la aparición de Orate, Diego del Morao ha
visto publicado otro disco, compartido con el cantaor Antonio Reyes, Directo en el Círculo Flamenco de Madrid; además de continuar con sus colaboraciones, y a la espera de su anunciado nuevo álbum.
“La guitarra flamenca es muy sufrida, pero
también te da tu recompensa” (Diego del Morao).
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