miércoles, 5 de septiembre de 2018

Ecos del 2000 suenan al comenzar la XX Bienal de Sevilla (6-30 septiembre): ¡Disfruten!

A punto de empezar la XX Bienal de Sevilla (6-30 septiembre) nos trasladamos a su once edición gracias al hallazgo, en la discoteca de la Biblioteca Pública de Valladolid, dentro de su colección de flamenco, del cd Ecos de la Bienal de Arte Flamenco. Sevilla 2000 (seguimos con la serie de traer al blog textos de los libretos que acompañan a los discos, y aunque lo hacemos por orden alfabético la coincidencia disco-Bienal bien vale saltarse un par de álbumes, que retomaremos en próximas entradas).


El cd fue publicado en 2001 por Muxxic Records con un libreto generoso en cuanto a páginas; en ellas se incluye el documento de la constitución del Patronato de la Bienal en 1979, una introducción de Francisco Herrera y otra del alcalde de Sevila por aquel entonces, Alfredo Sánchez Monseirín, sobre los primeros años del certamen; a continuación el contenido sonoro del disco, los cantaores y sus cantes, dos cada uno, registrados durante su actuación en aquella edición, nombres que son historia del cante flamenco:
-Chano Lobato (tangos, bulerías), con la guitarra de Pascual de Lorca.
-José Menese (bamberas, tientos), con la guitarra de Quique Paredes.
-El Chocolate (malagueñas, fandangos), con la guitarra de Antonio Carrión.
-(Luis) El Zambo (soleá por bulerías, bulerías) y Fernando de la Morena (siguiriyas, bulerías), ambos con la guitarra de Moraíto Chico.
También aparecen las letras de cante, así como una breve biografía, y fotos, de los cantaores; para seguir con una serie de "Apuntes históricos" (se pueden encontrar en la web de la Bienal), una entrevista a Manuel Herrera, director del certamen sevillano que había sustituido a José Luis Ortiz Nuevo en la edición anterior, y de la que os ofrecemos una selección de sus respuestas, que, creemos, no han perdido actualidad. Pero será después de un texto que tomamos de los varios que distintos críticos aportan a este libreto, es el de Javier Primo, de la revista Alma 100; ¿la razón de tal elección?, que su estilo se desmarca del digamos más 'ortodoxo' de los Miguel Acal, Bohórquez, Álvarez Caballero, Margot Molina, García Reyes y otros aquí reunidos para hablar de la Bienal y cuyas observaciones podrían resumirse con el título utilizado por un par de ellos, "Luces y sombras" (éste de Javier Primo aún coincidente, en líneas generales, con sus compañeros en el análisis-visión de la Bienal mueve otras luces, lúcidas, alucinantes y las sombras muestran otros significados, otros reflejos).


"Al-Bien: La Tierra del Flamenco

XI Bienal de Flamenco. Cuatro palabras. Un numeral; un adjetivo que se hace nombre, por antonomasia: una preposición, la antonomasia no es suficiente; y un nombre en capitales. Flamenco. El numeral no admite dudas. Estamos en la edición undécima. Historia suficiente para aprender, cometer los errores necesarios, asumirlos y, pasada la Universidad, aportar por un futuro esplendoroso. El adjetivo admite varias aclaraciones: Bienal: una manifestación artística que se celebra cada dos años. O. Que dura un bienio, o sea, dos años. Sumemos el uno al otro. La Bienal, así, sin aclaraciones, debería presentar lo acontecido en los últimos dos años en una gran fiesta que nos afirme el presente y nos haga atisbar el porvenir.
Vien-al: la capital austriaca. Una de las cunas de la música. Música clásica. La nuestra también lo es. No hay comparación posible. Ni para mejor ni para peor. El flamenco no necesita agachar la mirada en ninguna potencial reunión de manifestaciones musicales. ¡Y pensar que hemos tenido la suerte de que se cante en la lengua de nuestras discusiones! Hasta ahora.
Com-positores. Con-servatorios, com-ulgar. Con. Poner junto. Artista y público. ¿Cómo se les hace copartícipes? Fuera de los teatros: en las plazas y en las calles. Una oportunidad para que la gente sienta el verdadero latigazo flamenco. Saben: a veces pienso que hay más ambiente flamenco en la plaza de Tirso de Molina de Madrid, por poner un lugar, que en cualquiera de las celebraciones programadas en distintos puntos del país. ¡Viva la imperfección! Bien-al: Po zí. Lo dice su propio nombre. Intentar hacer las cosas bien. Con dirección. Con un arte como el Flamenco y dos años de preparación, las cosas no pueden salir del todo mal. Démosle la vuelta: Al-bien. Esa es la tierra en la que vive el Flamenco. Al-Andaluz. Al-arte. Al-mundis. La preposición, de, denota posesión y pertenencia. El nombre con capitales. Flamenco. ¡Qué miedo! No seré yo quien se atreva a marcar sus márgenes. Un ser vivo con su padre y su madre que crece incontenible hacia el futuro. ¿Podría ser de otra forma? ¿Existe un crecimiento hacia atrás? Su único objetivo: lubrificar los mecanismos del ser humano. Como el de cualquier arte. Y por último. Sevilla. Aquí prefiero el 'en' al 'de'. Fuera con la políticas exclusivistas. El Flamenco, a pesar de nacer en Andalucía ha cruzado ya sus fronteras. Sevilla ¡qué podemos decir de esta ciudad!, es el sitio perfecto para la celebración de un evento que ha de atraer la atención del mundo entero. El Flamenco, generoso, aborrece, por su misma génesis, de barreras construidas por el hombre y merece ser disfrutado e interpretado por corazones limpios de procedencia. Es una expresión universalista. Se viene echando en falta artistas de más allá, como dice el tópico, Despeñaperros.
Hay razones para sentirse orgulloso. ¿Las hay para encerrarse en el andalucismo? Y nada entra por lo que está cerrado. Nuevos aires. Apuestas nuevas. O antiguas. Apuestas, al fin y al cabo. No es la ocasión de dar bolos a artistas necesitados de trabajo. Otros circuitos deben habilitarse para eso. El peligro, visto desde nuestra atalaya madrileña, el decir, 'para qué molestarse', 'los espectáculos interesantes no tardarán en venir a Madrid'. Eliminar todas las excusas, la Bienal: un todo independiente de  la suma de las partes. Mucho más. Inexcusable. Es decir, Flamenco o el siempre que persigue más siempre. Pasado y futuro en una manifestación artística con la mejor mordida. Disfrútenlo."


Ahora os dejamos con la entrevista a Manuel Herrera, "gran aficionado al flamenco que proviene del mundo peñístico y le avala una vasta experiencia en la organización de eventos flamencos":

-¿Qué es la Bienal de Arte Flamenco?
-Yo la entiendo como un gran escaparate que Andalucía es capaz de ofrecer al mundo; y si no fuera así, sería un festival más. Aspiramos a que todos los creadores piensen que es una oportunidad para presentar su obra más novedosa. Por su parte, la Bienal tiene que saber atraer a los grandes promotores -públicos y privados- para que asistan y tengan referencia de las nuevas propuestas en el Flamenco con el fin de exportarlo. Aún estamos lejos de la Bienal ideal: primero, debería contar con el entusiasmo de todos  los estamentos públicos, sin cicatería política, porque al final lo que cuenta es la cultura andaluza y su proyección al mundo; segundo, crear las mismas expectativas que, por ejemplo, los premios Goya o los Oscar, para que lo que triunfe en la Bienal pase a exportarse a otros lugares. Pretendemos ser referente universal con prestigio, medios suficientes y concurrencia de voluntades. Igualmente, Sevilla necesita espacios escénicos permanentes con flamenco de calidad; sería ideal que hubiera uno en Triana y otro en la Alameda.
-¿Qué se debería hacer entre Bienal y Bienal?
-En primer lugar, deberíamos saber que a estas alturas de su historia es la primera vez que se mantiene una oficina abierta permanente, aunque con dificultad por su escaso presupuesto. Hemos de tener en cuenta que la Bienal es un escaparate que se abre cada dos años, pero que la tienda debe estar abierta. Entre edición y edición hay una labor por realizar: explotar artística y económicamente todo lo generado en la edición última, asistir a festivales internacionales, montando ferias y convocando a productores de todo el mundo para que vean y oferten, también hay que crear circuitos de comunicación (internet, revistas, debates, etc.), promulgar becas para la investigación, y dotar de contenido a la propia sede, en la que queda mucho por hacer.
-¿Hasta qué punto se implica el mundo intelectual y universitario en el flamenco?
-Hubo una época pasada en la que los intelectuales menospreciaban este arte; ahora está bien visto, incluso se respeta. Sin embargo, haría falta una mayor implicación de las universidades y las instancias oficiales de educación. Creo que el Flamenco como música y danza debe ser estudiado en los conservatorios; al menos en Andalucía debería contemplarse como materia obligatoria. Es impensable que en los libros de textos no se estudie la lírica popular andaluza o no se valore en su justa medida la Siguiriya gitana; parece mentira que sigamos estudiando los reyes godos y no estudiemos la aportación que supone para nuestra cultura y realidad actual la aparición del hecho flamenco en la Baja Andalucía: es un crimen contra el alma andaluza; debería estar en los centros educativos para que desde la infancia se conozca y respete. El Flamenco, te llegue a gustar o no, hay que conocerlo.

-¿Cómo se contempla desde la Bienal las vanguardias en el flamenco?
-Creo que son importantes y lo tengo clarísimo. Evidentemente tengo mis propios gustos y comprendo a los que viven empecinados en la ortodoxia, pero sería como ponerle barreras a la creación literaria o pictórica; además, se estaría minusvalorando la riqueza de este arte. Como en todo, hay que arriesgar para que unas cosas cuajen; precisamente el Flamenco ha evolucionado mucho en su corta historia y ahí están los documentos para comprobarlo.
-¿Qué le pediría a los siguiente estamentos?
-Patrocinadores: Fe y vista comercial.
Crítica: Justicia.
Artistas: Responsabilidad y creación.
Afición. Aplausos y compromiso.
-¿Debe tener el director de la Bienal fecha de caducidad?
-Sí, es conveniente por higiene mental. Considero que los cargos queman a quien los ocupa y se vicia el propio cargo; creo que en dos o tres ediciones debe estar el límite. Las ilusiones, la fuerza y las ideas se agotan y sería mezquino no dar paso a nuevos vientos.
-¿Después de pasar por el cargo el flamenco se ve de otra forma?
-Indudablemente. Se vuelve uno más generoso y se comprende todo mejor: ves el sufrimiento del propio artista con los innumerables problemas a los que se enfrenta para sacar adelante su proyecto y valoras su arte con más justicia. Es impagable la riqueza espiritual que obtienes desde un puesto como este; descubres al hombre o mujer que todo artista lleva dentro y cómo el arte transforma al ser humano hasta llegar a la sublimación.


Dieciocho años después de la edición de este disco, tal vez convenga volver a decir a tod@s l@s relacionad@s con esta nueva Bienal que comienza: ¡Disfruten! (y si puede ser, tam-bien en las redes sociales).

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