Cristina Cruces Roldán fue triple protagonista de las 16 Jornadas Flamencas 'Ciudad de Valladolid', celebradas entre el 10 y 16 junio. En primer lugar, por el reconocimiento tributado por el certamen flamenco vallisoletano a su labor investigadora en el flamenco, y por extensión a su apoyo y difusión, por lo cual se le hizo entrega del Premio a la Cultura, José María Capuletti.
En segundo lugar, por la conferencia ofrecida sobre el tema que englobaba este año las Jornadas: La mujer en el flamenco. Y en tercero, por la presentación de su libro, "Flamenco, negro sobre blanco". Y de lo que dijo en este acto trata esta nueva entrada del blog, que ofrecemos dividida en varias partes -no sé lo que dará de sí, pero merece la pena.
Un acto celebrado "en familia", en referencia al número de personas asistentes, bastante alejada de la más numerosa presencia que asistió a su interesante, ilustrativa, sapiente, divertida también, y como no, combativa conferencia; mismas características que se reprodujeron en la presentación del libro y con un plus de emoción. Sí, porque como señaló Cristina Cruces en un momento dado de la charla, "cuando nosotros, los académicos, nos acercamos al flamenco, se supone que tenemos que hacerlo con gesto serio y sin humor, sin amor, sin emociones. ¡Y qué va!".
"Un libro es un acto de amor", comenzó Cristina Cruces su charla -sin papeles, utilizando el ordenador para proyectar imágenes o vídeos-, "al final, sirve para pensar que algo de lo que una ha conseguido reflexionar, aportar durante veinte años puede servir para algo, para alguien; pueda interesar a quien desde el flamenco o fuera de él, intente entender cosas... El flamenco lo que nos enseña es vida. Si os dais cuenta, tanto la historia del flamenco, sus letras, sus emociones, todo aquello que es capaz de comunicarnos, a lo que siquiera podemos ponerle nombre, significa, que nos está abriendo un espacio de la vida que teníamos cerrado, y esa es la grandeza del flamenco.
Mi máxima ambición con este libro ha sido abrir la puerta a todo eso, ese espacio desconocido. Porque para mí lo fue.
Este libro es una recopilación de 20 años de estudios sobre el flamenco desde diversas orientaciones: la investigación, la bibliografía, el patrimonio, las expresiones musicales, el neo flamenco, el cine (No son las únicas sobre las que ha trabajado, por ejemplo, la perspectiva de género, que ya expuso en la conferencia del día anterior y en la que sigue trabajando. Y otras que pueden consultarse pinchando aquí, donde se recoge toda su extensa obra publicada ).
Lo primero que hago en el libro es hablar de la bibliografía flamenca, recopilando toda la existente hasta la publicación del libro. Con dos monografícos de dos libros no muy conocidos. Uno, "El flamenco y los flamencos", de Mario Penna (Turín, Italia, 1899-Madrid, España, 1968). Un profesor italiano que, desde una mirada externa que muchas veces son muy certeras a la hora de hablar del flamenco, porque te pueden dar la clave; en este sentido, digo, tiene una aportación muy interesante sobre la afición, el submundo flamenco, el duende, las nuevas poblaciones, que es una de las teorías que articulan la historiografía flamenca menos considerada. Decía Penna, que el flamenco, en realidad, se llamaba así porque al sur de la península se abrieron unas nuevas poblaciones, al norte de Sierra Morena, al norte de Córdoba... a las que afluyeron, en el siglo XVIII, alemanes y otros emigrantes campesinos del norte de Europa, a los que se dio en llamar flamencos, por su apariencia; y que después, pues aquellas son tierras bastante poco productivas, se marchan a la ciudad y se incorporan a ese mundo lumpen, suburbano, que sería la matriz sociológica del flamenco inicial. Una teoría un poco discutible, pero que él conocía.
El otro libro es uno que me parece muy importante: "Orígenes de lo flamenco y secretos del cante jondo", de Blas Infante. Una recopilación de escritos suyos de los años 20-30 del siglo XX, realizada por Manuel Barrios -se puede leer el texto entero en este enlace-, que son un paseo entre filosófico e histórico por lo que consideraba que era la naturaleza, la esencia propia del flamenco, que para él estaba menos en los gitanos -también contempla su aportación-, cuanto más en la presencia de un ethos, una idiosincrasia, si queréis la palabra, andaluza; sobre todo de la gente del campo, que toman una serie de coplas para trascender a través de la música sus propias emociones, sus propios sentimientos (Cristina se extiende spbre la figura de Infante y nos recomienda una visita a su Casa, donde se puede acceder a diversos contenidos sobre el padre de la patria andaluza)."
Paramos esta primera entrega, y despedimos hasta la siguiente con otra recomendación de Cruces, una de las varias que surgían de su torrencial discurso y lanzó a la organización de las Jornadas, "¡tenéis que traer a la Cañeta!".
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