lunes, 24 de junio de 2019

Cristina Cruces y sus diversas orientaciones sobre el estudio del flamenco (2). Expresiones musicales: ¿lo árabe? / lo religioso

Continúa Cristina Cruces comentando el contenido de su libro "Flamenco sobre negro" (Universidad de Sevilla. 2018). Si en la primera parte se refirió a la bibliografía flamenca en esta aborda la parte dedicada a las expresiones musicales, que divide en dos apartados: la música andalusí y el flamenco / el flamenco y la religiosidad popular.

Moriscos danzando, por Christoph Weiditz (Siclo XVI).
"En este primer apartado (la música andalusí y el flamenco) intento rescatar un debate que a mí me parece un poquito mitificado: el flamenco es una música oriental, suena a moro, a árabe, es una música árabe... Y es verdad que, a veces, empiezas a escuchar cantos almuedánicos y te acuerdas de las seguiriyas y de las tonás porque hay unos melismas y un fraseo determinado idéntico. No es casualidad"(Cruces realiza una larga historia sobre los moriscos, su expulsión, su pervivencia-superviviencia oculta en la península ibérica, citando documentos, autores -de Cervantes a Blas Infante o Juan de la Plata, quien se preguntaba, "¿cómo es posible que las gitanerías actuales de Jerez de la Frontera coinciden exactamente con los barrios moriscos que existieron antes y después de las expulsiones, y aparecen además con los mismos oficios de aquellos moriscos? ¿hubo una fusión cultural?").
"Yo creo", prosigue Cristina Cruces, "que hay herencias de las músicas árabes, norteafricanas, pero muchas otras son coincidencias rítmicas o de otra naturaleza" (pone dos ejemplos, la ilustración de arriba y vídeo de las pandas de verdiales de Málaga, y continúa aportando datos, como los que podéis encontrar en este enlace). Concluye este apartado: "La historia lo que nos enseña es que la música no puede tener ni tiene fronteras, la música va volando por otro sitio, y esto (la Historia) nos recuerda que alguna vez fuimos aquello, y esa es otra de las lecciones que nos da el flamenco, que no somos siempre lo mismo".


"El capítulo de flamenco y religiosidad popular lo centro en Sevilla, y hago un análisis musical, letrístico y sociológico de qué palos están vinculados a la religiosidad y de qué maneras a lo largo de la historia.
Comienzo con la saeta, que es un proceso precioso de cómo el pueblo es capaz de enmendarle la plana a la tristeza y a la religión. La saeta viene de sagita y comienza como una ráfaga, una frase que lanzaban los monjes en aquellas noches terribles de las auroras de los pueblos andaluces, donde iban inculpándose, fustigándose por los pecados de la humanidad. Esas frases, esas sagitas son retomadas por las órdenes religiosas, en las iglesias (¡y entona!), "adoremos al señor, sobre todas las cosas"; todavía existen las saetas marcheneras que se cantan así... pues esto el pueblo es capaz de cogerlo, sacarlo de ahí, en-gran-de-cer-lo, en-ri-que-cer-lo melismáticamente, armónicamente y convertirlo, los artistas, en un palo flamenco.
Y hablo de los artistas que hicieron este camino, entre otros, la Niña de los Peines, que la pongo siempre porque es devoción mía, aunque sea en una conferencia de química inorgánica.
Hablo de las letras de las saetas, cómo se van haciendo más emocionales y menos descriptivas; la forma de cantar, que decían los plumillas ('periodistas') de la época, "son cantaores del vino, no divinos". También hablo de villancicos, zambombas y campanilleros."


En esta charla presentación de su libro, realizada durante la celebración de 16 Jornadas Flamencas 'Ciudad de Valladolid', y por el tiempo disponible, Cristina Cruces sólo apuntará algunas de las diversas orientaciones de sus estudios sobre el flamenco, sin entrar en ellas, como las dedicadas a la historia del flamenco, la perspectiva patrimonial (aquí resalta la edición completa de la obra discográfica de Niña de los Peines, de sus 265 cantes, en 2005 por la Junta de Andalucía, "una edición inencontrable").
Sí se extendió sobre otros apartados: el neoflamenco y cine y flamenco. Para próximas entradas.

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