"En
el tiriti tran trán ese, nunca se hace nada, ¿verdad?". Están aprendiendo
cante, guitarra y cajón, en esta ciudad, desde la que se hace este blog, en un
bar con solera flamenca, La
Acequia, los jueves de seis a ocho de la tarde, bajo la
dirección de Antonio (guitarra) y Carlos (cante), los promotores de esta
iniciativa novedosa, aquí, el Taller
Flamenco, que entra en su segundo año.
"Los
tientos hacerlos de una manera sencilla... Cuidado con el compás por
tientos". El grupo de alumn@s se reune al fondo de la taberna flamenca, en
círculo. La media de edad es de unos veintitantos, como sus profesores. El
ambiente aplicado y distendido, las cervezas calman nervios, relajan tensión.
El grupo ha ido variando desde sus inicios, últimamente más constante en asistencia; se nota la evolución de l@s alumn@s en este tiempo, aunque les quede un mundo por recorrer. "Vamos al lío", dice Antonio, apoyado en su guitarra, "¿qué cante vas a hacer?". "La del Morente", responde un chico alto, fuerte, con un largo 'churro' colgando desde la coronilla hasta la cintura: "Debajo de una farola / me estoy sacando una espina...". Meses atrás su cante sonaba 'jotero', ahora se ha quitado ese tono, para que aflore otro más personal, no flamenco todavía, pero va cogiendo el sentimiento, el desgarre: "Tienes la cara / de haber pasado / una noche mala...".
Los palos se suceden. Los profesores hacen las indicaciones: "Cuidado con los finales... los trémolos finales, bien... si hay una subida tiene que estar apalabrada".
El grupo ha ido variando desde sus inicios, últimamente más constante en asistencia; se nota la evolución de l@s alumn@s en este tiempo, aunque les quede un mundo por recorrer. "Vamos al lío", dice Antonio, apoyado en su guitarra, "¿qué cante vas a hacer?". "La del Morente", responde un chico alto, fuerte, con un largo 'churro' colgando desde la coronilla hasta la cintura: "Debajo de una farola / me estoy sacando una espina...". Meses atrás su cante sonaba 'jotero', ahora se ha quitado ese tono, para que aflore otro más personal, no flamenco todavía, pero va cogiendo el sentimiento, el desgarre: "Tienes la cara / de haber pasado / una noche mala...".
Los palos se suceden. Los profesores hacen las indicaciones: "Cuidado con los finales... los trémolos finales, bien... si hay una subida tiene que estar apalabrada".
Cada alumn@ tiene una motivación para estar allí; la principal, saber algo más de este arte singular, por la particular impronta que tiene. No sólo ensayan y aprenden en La Acequia, también han hecho alguna 'salida' al exterior, con público, a un nivel de aficionado, claro. A veces, algún aficionado de los de antes, llegado al bar, se apunta de forma espontánea y hace unos cantes con ell@s.
Regalan momentos hermosos l@s aficionad@s durante el aprendizaje, con sus voces -bellas las de las mujeres, algunas con un eco antiguo, coplero, que sorprende-, sus toques, sus golpeteos, sus palmeos aún en estado amateur, pero 'tocado' ya por un sentido del compás, por un dejarse impregnar del sentir natural propio del flamenco. El Taller Flamenco podría tener un aire así:
Regalan momentos hermosos l@s aficionad@s durante el aprendizaje, con sus voces -bellas las de las mujeres, algunas con un eco antiguo, coplero, que sorprende-, sus toques, sus golpeteos, sus palmeos aún en estado amateur, pero 'tocado' ya por un sentido del compás, por un dejarse impregnar del sentir natural propio del flamenco. El Taller Flamenco podría tener un aire así:
Talleres, cursos de aprendizaje en las tres modalidades (cante, toque y baile) abundan por toda la geografía nacional y parte del extranjero. Sirva este enlace, de ejemplo, de referencia.
(Aprovechamos para dar la bienvenida a una nueva colega, Stephanie, hallo, danke schoen).
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