jueves, 20 de diciembre de 2012

Club Flamenco (13) Cantes de villanos


Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, es decir, que estamos en estas fechas navideñas, la Tertulia Flamenca de la Biblioteca Pública propuso para su última reunión del año, los villancicos flamencos.
Parecía un tema menor, no muy motivador. Y es que esta ciudad no es Jerez, ni su región es Andalucía, donde se viven los villancicos de la manera que nos mostró la primera proyección, y que podéis ver en la anterior entrada, donde de paso se cuenta, se pone en situación sobre la Navidad flamenca, sobre su historia, el sentido de una celebración colectiva, participativa de todo tipo de gentes.
Aquí, en esta tierra, hay como una cierta resistencia hacia este género folklórico de los villancicos, cuando no directamente un rechazo por parte de algun@s, por el uso y abuso, la apropiación que de ellos se ha hecho a lo largo de la historia -de la iglesia a los supermercados, por resumir-; también que somos algo más ‘secos’ a la hora de exteriorizar nuestras pasiones y sentimientos. Compárese nuestra Semana Santa con la andaluza.


Pero pronto íbamos a ver que el tema a tratar nos iba conducía hacia terrenos... mayores; incluso, a montarnos nuestro pequeño Jerez navideño motivados, tanto da, por los villancicos flamencos o simplemente el flamenco (como siempre, después de la Tertulia).
“Los villancicos flamencos tienen sello de cante grande, es una creación fantástica que han hecho l@s cantaor@s”, se dijo sobre estas coplas antiguas, cosas de villanos, como se llamaba a los habitantes de las villas, las ciudades y aldeas medievales; término -villancico es un diminutivo de villano-, por aquel entonces, sin el significado despectivo, peyorativo que posteriormente ha adquirido.
Al integrarle en su mundo, el flamenco salvó el villancico del museo arqueológico o folklórico, le dio una nueva vida, recogió sus letras e incorporó otras.Tratan los temas religiosos con una familiaridad que da la sensación que esa Virgen estuviera ahí al lado; adquieren un talante de naturalidad, cordialidad; tutea al santoral y la Santísima Trinidad, con gracia –'la virgen era gitana / y San José era gachó'-, y se aprovecha para la juerga”.
A través de esta "cohabitación" se nos muestra la manera de obrar, de ser del flamenco, recipiente en ebullición donde caben múltiples ingredientes, músicas de diversas partes y épocas, que tras un proceso de refinación, de destilación viene a originar música tan particular, singular, única. Si el flamenco estuviera en nuestra Constitución, cabíamos todos”.
“Estos villancicos me parecen de lo menos gitano dentro del flamenco, y creo que ellos son conscientes. Lo que pasa es que son muy musicales y lo hacen muy bien”, se aventuró en la Tertulia, dando pie a entrar en el constante, histórico debate entre cante gitano y cante flamenco.
Terrenos mayores. Pero la Tertulia Flamenca propicia algo más que el comentario erudito, la intuición sabia; afloran recuerdos personales suscitados por una conversación, un cante o la visión, en este caso, de cómo celebra la Navidad la familia de El Sordera (del programa Rito y Geografía del Cante): “La primera vez que yo bailé fue, siendo un niño, en una matanza, en la mesa donde se iba a destrozar el cerdo. Y se hacía juerga después”. Y el aire de fiesta que desprenden y envuelve a los villancicos flamencos o el flamenco -tanto da, pues como en la magia, lo de arriba es igual a lo de abajo- se iba contagiando por el salón de actos de la Biblioteca.
Y Jerez y sus Zambombás eran mentados y alguno, con más intensidad que otr@s, podía ‘ver’ el Barrio de San Miguel, la Plazuela, la Cruz Vieja, la Plaza de Plateros, tal y como están ya desde hace días, semanas: a rebosar de gentes. Cantando, día y noche, villancicos, por bulerías o tangos (y en Málaga por verdiales, en Huelva por fandangos… cada zona de Andalucía por su estilo Y no olvidamos a Arcos de la Frontera, el otro gran centro de esta fiesta, este cante navideño).
Y nos acordamos de otros villancicos como Los Campanilleros, los de Manuel Torre y La Niña de la Puebla, tras oír la versión de Agujetas; sin olvidar que también aquí, “en los barrios de esta ciudad, Las Delicias, La Pilarica, La Victoria… se daban. Pero ha desaparecido. Por las circunstancias de los tiempos –los discos, la tv…-, y no creo que el villancico se sienta como se sentía antes. A lo mejor, afortunadamente, pero también se ha destruído ese espíritu de hermandad que surgía en estas fechas. Y además generaba un poder dentro del proletariado”. Cosas y cantes de villanos.

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