Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, es
decir, que estamos en estas fechas navideñas, la Tertulia Flamenca
de la Biblioteca Pública
propuso para su última reunión del año, los villancicos flamencos.
Parecía un tema menor, no muy motivador. Y es que
esta ciudad no es Jerez, ni su región es Andalucía, donde se viven los
villancicos de la manera que nos mostró la primera proyección, y que
podéis ver en la anterior entrada, donde de paso se cuenta, se pone en
situación sobre la Navidad flamenca, sobre su historia, el sentido de una celebración
colectiva, participativa de todo tipo de gentes.
Aquí, en esta tierra, hay como una cierta resistencia hacia este género
folklórico de los villancicos, cuando no directamente un rechazo por parte de
algun@s, por el uso y abuso, la apropiación que de ellos se ha hecho a lo largo de la
historia -de la iglesia a los supermercados, por resumir-; también que somos
algo más ‘secos’ a la hora de exteriorizar nuestras pasiones y sentimientos.
Compárese nuestra Semana Santa con la andaluza.
Pero pronto íbamos a ver que el tema a tratar nos
iba conducía hacia terrenos... mayores; incluso, a montarnos nuestro
pequeño Jerez navideño motivados, tanto da, por los villancicos flamencos o simplemente
el flamenco (como siempre, después de la Tertulia).
“Los villancicos flamencos tienen sello de cante
grande, es una creación fantástica que han hecho l@s cantaor@s”, se dijo sobre
estas coplas antiguas, cosas de villanos, como se llamaba a los habitantes de las villas, las ciudades y aldeas medievales; término -villancico es un diminutivo de villano-, por aquel entonces, sin el significado despectivo, peyorativo que posteriormente ha adquirido.
Al integrarle en su mundo, el flamenco salvó el villancico del museo arqueológico o folklórico, le dio una nueva vida, recogió sus letras e incorporó otras. “Tratan los
temas religiosos con una familiaridad que da la sensación que esa Virgen
estuviera ahí al lado; adquieren un talante de naturalidad, cordialidad; tutea
al santoral y la Santísima Trinidad,
con gracia –'la virgen era gitana / y San José era gachó'-, y se aprovecha para
la juerga”.
A través de esta "cohabitación" se nos muestra
la manera de obrar, de ser del flamenco, recipiente en ebullición donde caben
múltiples ingredientes, músicas de diversas partes y épocas, que tras un proceso
de refinación, de destilación viene a originar música tan
particular, singular, única. “Si el flamenco estuviera en nuestra Constitución, cabíamos
todos”.
“Estos villancicos me parecen de lo menos gitano
dentro del flamenco, y creo que ellos son conscientes. Lo que pasa es que son
muy musicales y lo hacen muy bien”, se aventuró en la Tertulia, dando pie a
entrar en el constante, histórico debate entre cante gitano y cante flamenco.
Terrenos mayores. Pero la Tertulia Flamenca
propicia algo más que el comentario erudito, la intuición sabia; afloran recuerdos personales suscitados por
una conversación, un cante o la visión, en este caso, de cómo celebra la Navidad la familia de El Sordera (del programa Rito
y Geografía del Cante): “La primera vez que yo bailé fue, siendo un niño,
en una matanza, en la mesa donde se iba a destrozar el cerdo. Y se hacía juerga después”. Y el aire de fiesta que desprenden y envuelve a los
villancicos flamencos o el flamenco -tanto da, pues como en la magia, lo de arriba es igual a lo de abajo- se iba contagiando por el salón de actos de la Biblioteca.
Y Jerez y sus Zambombás eran mentados y alguno, con más intensidad que otr@s, podía ‘ver’ el Barrio de San Miguel, la Plazuela, la Cruz Vieja, la Plaza de Plateros, tal y como están ya desde hace días, semanas: a rebosar de gentes. Cantando, día y noche, villancicos, por bulerías o tangos (y en Málaga por verdiales, en Huelva por fandangos… cada zona de Andalucía por su estilo Y no olvidamos a Arcos de la Frontera, el otro gran centro de esta fiesta, este cante navideño).
Y Jerez y sus Zambombás eran mentados y alguno, con más intensidad que otr@s, podía ‘ver’ el Barrio de San Miguel, la Plazuela, la Cruz Vieja, la Plaza de Plateros, tal y como están ya desde hace días, semanas: a rebosar de gentes. Cantando, día y noche, villancicos, por bulerías o tangos (y en Málaga por verdiales, en Huelva por fandangos… cada zona de Andalucía por su estilo Y no olvidamos a Arcos de la Frontera, el otro gran centro de esta fiesta, este cante navideño).
Y nos acordamos de otros villancicos como Los Campanilleros, los de Manuel Torre y La Niña de la Puebla, tras oír la versión
de Agujetas; sin olvidar que también aquí, “en los barrios de esta ciudad, Las
Delicias, La Pilarica,
La Victoria…
se daban. Pero ha desaparecido. Por las circunstancias de los tiempos –los
discos, la tv…-, y no creo que el villancico se sienta como se sentía antes. A
lo mejor, afortunadamente, pero también se ha destruído ese espíritu de
hermandad que surgía en estas fechas. Y además generaba un poder dentro del
proletariado”. Cosas y cantes de villanos.
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