El 13 de diciembre de 2010 fallecía Enrique Morente Cotelo. El fatal desenlace se produjo en la Clínica
La Luz de Madrid. Una semana antes, 6 de diciembre, el maestro había ingresado para someterse a
un revisión médica, hasta la fecha muchos nos preguntamos, “qué pasó
para que ocurriera tan fatal desenlace”.
Dos años mas tarde, quiero rememorar mi
último encuentro con Enrique. Fue en la 50 edición del Festival del Cante de
las Minas en La Unión, al maestro se le dedicaba el Festival y se le hacia
entrega del “Castillete Minero”, máximo galardón que otorga el certamen Minero.
Una hora antes los alrededores de la Casa
del Piñón, donde está el Ayuntamiento de La Unión, había congregado numeroso publico:
familiares, aficionados -algunos llegados de otras regiones-, periodistas, escritores, investigadores, amigos,
artistas (Arcángel, Miguel Poveda...), televisiones. En el coqueto Salón de Actos del Ayuntamiento no cabía un
alfiler, nadie quería perderse el acto (Ya en 2004 se le
rindió otro homenaje).
Juan Vergillos, poeta, escritor,
investigador va a ilustrar el acto con
una conferencia sobre la figura del cantaor granadino. En las
primeras filas, Enrique y su esposa siguen con suma atención las palabras del
conferenciante; en un momento dado, Enrique
se inclina al oído de su esposa y la dice, “¿de
quién están hablando?”. Así era el maestro, generoso, cercano, accesible.
Me quedo para mí, el fundido abrazo que nos
dimos al finalizar el acto, así como las palabras que me dedicó, las atesoro en mi patrimonio intimo.
Una hora mas tarde, Morente y su grupo ocuparía el amplio escenario del Mercado
“Catedral del Cante”; nadie quiere perderse el estreno de Minerico, un concierto en honor del mundo de los mineros y los cantes de madrugá que entonaban camino del trabajo.
Morente en
círculo de hombres con luz cenital, sus tonás, su reverb y su gente de siempre,
el sólido apoyo vocal y percusivo de Antonio Carbonell, Angel Gabarre y Enrique
Morente hijo, el compás de Bandolero, la excelente guitarra de David Cerreduela
y la extraordinaria participación del muy admirado Rafael Riqueni. Hermosos
arreglos de voces sobrepuestas hacen que parezca más cántico que cante.
Del círculo y
de pie, pasan a la mesa y los nudillos. Las guitarras tocan una clásica
falseta de entrada para la caña, y el cantaor responde con su admirable versión
de este cante semiolvidado al que difícilmente se saca mas jugo del que
lo hace Morente.
Durante los días que nos vimos, varias
juergas intimas con palmeros de postín -Arcángel, Poveda-, la guitarra de Miguel Ángel Cortés. En una de éstas, en la terraza de
la Estación, viendo amanecer, conversamos de flamenco; aunque he de reconocer
que lo que mas polarizó la charla fue hablar de Valladolid, sus gentes, su afición, el
cariño que él tenia por esta Ciudad. No perdí la ocasión para comentarle sobre
las Jornadas Flamencas “Ciudad de Valladolid”, el rumbo que estaban adquiriendo; había que buscar la manera de ver cómo
las próximas Jornadas a celebrar en el 2011, "las cerrarás tú", le dije. Así
quedo la cosa.
Enrique y Pedro en La Unión. Foto: F. Marín. |
Allá donde estés Enrique, los aficionados y las aficionadas de
Valladolid, por quienes tanto te interesabas cada vez que nos veíamos, te mandamos
un fuerte abrazo y te echamos de menos.
Pedro Sanz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario