sábado, 9 de marzo de 2013

Historia(s) del Festival del Cante de Las Minas (III)

Cierre de la minería, crisis económica, panorama social de La Unión a principios de los 90. El Festival del Cante de Las Minas se reorganiza no sólo para mantener el prestigio alcanzado en sus treinta y pico años de existencia, sino para impulsarlo aún más. 
“Que nos sirva de lección: Cantos de paz que nacen de trabajo oprimido y cantes de paz que van a nacer del trabajo en libertad”, palabras del que fuera alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, sobre las raíces del cante, guían a la nueva dirección. La edición 33, de 1993, dedicará una placa conmemorativa al profesor. 

Ramón Gaya pinta el inicio de la edad de oro del Festival.

Esta edición, aún recordada con añoranza, marcará el inicio de la época dorada del Festival minero. En ese momento, ha adquirido unas cuotas de popularidad que le califican como el mejor evento flamenco de cuantos se celebran en el mundo. Se cuida al máximo la calidad de los concursantes; el jurado calificador es más exigente por recuperar la originalidad de los cantes; la nueva savia de estudiosos del flamenco se une a la veterana para ampliar el saber sobre este Arte; las figuras del flamenco, las de antes y las que están surgiendo, esperan con ansiedad la llamada del Festival; el mundo de la cultura también quiere estar y pintores de renombre plasman su arte en los carteles del Festival (Ramón Gaya, Chillida, Tapies -enterado de los problemas económicos del Festival regala uno de sus cuadros para que sea vendido y paliar sus penurias; pero los unionenses se unen para que la obra del pintor permanezca con ellos-, Canogar, Saura, Miró, Barceló...).
1993, el año del descubrimiento de un cantaor que está haciendo historia en el flamenco: Miguel Poveda León.


A la final del concurso de cante llegan 18 cantaores, algunos con mucha experiencia. El nivel es bastante alto, El Rampa, El Camionero, El Bongui, José Fernández Parrondo, Marcelo Sousa, Paco Moya, Curro Piñana, Rafael Calderón... entre ellos un chaval de Badalona, del que dicen, los que le han oído, que canta mucho. La Lámpara Minera del XXXIII Festival es para él, para Miguel Poveda, y otros premios como el de la cartagenera, aprendida en el tren que le traía a La Unión de manos de su guitarrista, Juan Ramón Caro, que a su vez la había aprendido mientras hacía la mili en Cartagena. 
Al año siguiente se crea el concurso de baile. Y el primero en hacerse con 'El Desplante' es Javier Latorre; después vendrían, Israel Galván -Rafael Amargo queda segundo-, Rafael Campallo, La Moneta...
El Festival se hace internacional. A través del Instituto Cervantes se presenta el certamen por toda Europa, de  Estados Unidos a Filipinas, de Egipto a Rusia, de Marruecos a Angola… Al tiempo, las pruebas selectivas se realizan por toda España, destacando, por meritos propios, las que se celebran en Valladolid al propiciar la creación de las Jornadas Flamencas, que serán objeto de reconocimiento en la XLIV edición.

Sanz, a la izq., con Manuel Navarro, coordinador y director del Festival minero, y uno de los artífices de su edad dorada.

Una de las pruebas selectivas se celebra en la Cárcel de Granada de Albolote y uno de los internos, Juan José Domínguez, consigue llegar a la final. En la 45 edición (2005) el concierto de Paco de Lucía y su grupo se tiene que trasladar a la explanada de la Maquinista para dar cabida a los más de 6.000 aficionad@s que han acudido para ver al tocaor, en una gala que cuenta además con la participación de Mayte Martín, Estrella Morente, Arcángel, Belén Maya, Manuel Cuevas y nuestro querido Tío Chano. Ese mismo año, en otra gala, se juntan Fernando de la Morena, Juan Moneo “El Torta”, Capullo de Jerez y el incombustible Diego Carrasco.
Gema Giménez gana la Lámpara Minera con 19 años; en el futuro, que ya es presente, otras más jóvenes se harán con el preciado trofeo. Y otras mujeres añaden su nombre al principal galardón del Festival: Rocío Segura, Rocío Márquez, Celia Romero.


Al cumplir sus 50 años de existencia, el Festival del Cante de Las Minas recibe la Medalla de Oro al Mérito, de las Bellas Artes; a los reconocimientos se suman el Club Internacional de Prensa y la Asociación de Periodistas Extranjeros. Se formaliza la Escuela de Cantes Mineros, se institucionaliza el Congreso de Cantes Mineros; se crea un nuevo premio, El Filón, para otros instrumentos...
Ahora, el Festival anuncia que se va a convertir en una de las entidades que "simbolicen la grandeza y el prestigio" de la Marca España en el exterior. Grandilocuentes palabras más propias de otras épocas, tan lejanas como las que vieron nacer al certamen minero, que en su próxima edición rinde homenaje al cantaor que marcó la época dorada del Festival, Miguel Poveda.

(Hasta aquí el resumen de la charla de Pedro Sanz en el Club Flamenco, de la Biblioteca Pública de Valladolid. Hay más que contar y para eso nos remitimos al libro, del que también hemos extraído imágenes, como la de un joven Poveda, Crónicas del Festival Internacional del Cante de Las Minas. 1961-2008, de Asensio Sáez, editado por el Ayto. de La Unión).

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