lunes, 25 de marzo de 2013

Semana Santa: la saeta



(Hace como una año publicamos un par de entradas sobre las saetas -"cerbatana que busca a Dios en lo alto", ¿Ramón Gómez de la Serna?-, coincidiendo con los días de Semana Santa, donde la saeta, allá por el Sur, no por estas tierras donde manda el silencio, o mandaba. Al repasar, entradas antiguas nos encontramos con varios defectos de edición en una de las entradas, esta que os traemos ahora, esperemos que por fin debidamente corregida. Para escuchar algunas saetas, este enlace).

Cultos religiosos o cofradías han existido en Sevilla desde los albores de la cristiandad. No obstante, sólo es a partir del siglo XVI que algunas de estas asociaciones comenzaron a interesarse por estimular el renacimiento de la fe de la población en general, y este movimiento dio lugar a las primeras procesiones. Al principio fueron acontecimientos sobrios y espartanos. A la cabeza de la procesión iba un abanderado con el estandarte de la cofradía. Después los cofrades y demás personas quienes por motivos personales deseaban tomar parte en la devoción. A la cola un sacerdote o noble, rodeado de los "hermanos de luz" (cofrades que portaban velas) y los "hermanos de sangre" (aquellos que portaban imágenes), llevaba un crucifijo.

Pastora Pavón, Niña de los Peines.

Este formato básico y austero ha ido desarrollándose progresivamente para alcanzar el ostentoso esplendor de las procesiones actuales. Los cofrades todavía visten túnicas de tejido basto atadas a la cintura con una soga. Alrededor del cuello llevan los escudos de sus correspondientes cofradías. Muchos caminan descalzos, sus rostros escondidos detrás de la característica toca cónica. Al paso que la procesión hace su ruta por las calles estrechas, una banda militar toca una marcha lenta y solemne. En determinados puntos el desfile se detiene delante de un balcón o plataforma donde espera un cantaor o cantaora para ofrecer su saeta, un cante lleno de misticismo andaluz, cantado a palo seco y que personifica el espíritu de la Semana Santa.

"Mira una rosa de pasión
cuéntate siete puñales
una corona de espinas
y tres clavitos mortales"
 

La saeta se canta a Jesucristo y la Virgen, nunca a los santos, aunque sus imágenes forman parte de las procesiones. Los incontables versos hermosos de la saeta expresan la grandeza y el sufrimiento de Jesús y el profundo dolor de la Virgen en coplas de cuatro o cinco líneas octosilábicas. A menudo se escuchan los términos "saeta por siguiriya" y "saeta por martinete". El flamencólogo Hipólito Rossy define la saeta por siguiriya como un verso de saeta cantado a la melodía de una siguiriya. Dice que la saeta por martinete es lo mismo, pero con melodía de martinete. Estas acepciones son poco probables porque la música de la saeta carece de tan amplia variación. Es más verosímil la explicación del autor Donn Pohren. Dice que la saeta cantada al compás de la siguiriya es saeta por siguiriya, y la que se canta libre, o sin ritmo, es la saeta por martinete (ésta última siendo la forma más corriente y tradicional).

Manuel Centeno.

También se distingue hoy en día entre la "saeta antigua" y la "saeta moderna" aunque tampoco los expertos concuerdan en cómo definir una y otra. En términos generales, la saeta antigua fue una versión más sencilla y menos flamenca de la moderna, y se basó en cánticos religiosos. Era una forma relativamente poco dramática que muchos dicen que estaba destinada a desaparecer. Rossy cree que la nueva saeta data de tan reciente época como la segunda década del siglo veinte y que fue una creación directa del gran saetero Manuel Centeno. Además dice que algunos atribuyen esta creación a don Antonio Chacón, lo cual Rossy encuentra poco probable debido a la avanzada edad del cantaor en aquella época, y porque rehuía cantar al aire libre.

"¿Quién te ha clavao en esa cruz?
¿Quién te ha puesto espinas?
¿Quién te ha herío ese costao?
Está tu Mare Divina

con el corazón traspasao" 

Ricardo Molina y Antonio Mairena no creían en las raíces antiguas de la saeta. Afirmaban que la saeta moderna apareció durante la época dorada del flamenco (las últimas décadas del siglo XVIII) junto con el resto del cante flamenco como un derivado de las tonás (cantes primitivos de los juglares que se convirtieron en el actual martinete, debla y carcelera), o como una versión corrupta de cánticos litúrgicos católicos, islámicos o hebreos. Escribieron que las "llamadas saetas antiguas" no fueron más que simples narrativas evangélicas, más recitadas que cantadas, y que todavía se escuchan en numerosas localidades de Andalucía.
La mayoría de los estudiosos concuerdan en que la Semana Santa en Sevilla ha perdido gran parte de su significado religioso debido a ciertos excesos comerciales. Rossy atribuyó esto en parte a la "nueva saeta". Escribió que para cantar la saeta antigua sólo faltaba una voz potente y buena pronunciación para que los oyentes pudieran captar el contenido de los versos, y se escuchara con un profundo respeto. Pocos años después de su aparición, la nueva saeta eclipsó a la antigua y hoy en día la muchedumbre de Semana Santa jalea y aplaude al cantaor capaz de ejecutar este difícil cante, y hasta protestan cuando el intérprete no es de su agrado.

Semana Santa de Arahal, principios del siglo XX.

Nunca se sospecharía que los profesionales del cante crearían una saeta que sería demasiado compleja y precisaría demasiada técnica para que un amateur fuera capaz de interpretarla. Sin embargo la naturaleza lastimera intrínseca del cante flamenco casa bien con la esencia y la intención de la saeta. Molina y Mairena criticaron a los "innovadores" que, careciendo de los conocimientos artísticos, flamencos y musicales, corrompieron las saetas tradicionales que son incapaces de dominar. Otros individuos se quejan de que tanto los versos como las melodías están llegando a ser superficiales o frívolos. Se está sustituyendo el exhibicionismo por la espontaneidad. Durante décadas, en la época semanasantera se han convocado, y se convocan, concursos anuales de saeta con jugosos premios en metálico.

Manuel Torre (3º por la izq.) sentado junto a Manuel Vallejo.

Aunque existen cantaores especializados en las saetas, algunos de los genios más grandes del cante como Silverio Franconetti, El Nitri, los Cagancho, El Marrurro, Curro Durse, El Mellizo, Manuel Torre, Niño Gloria, Pastora Pavón, Tomás Pavón o Manuel Vallejo eran famosos por sus interpretaciones de la saeta.

"El sol se vistió de luto
y la luna se eclipsó
las piedras se quebrantaron
cuando el Señor expiró"

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