martes, 2 de abril de 2013

Camarón al óleo: retratos para imaginar

Del blog Flamencos de Extremadura nos llegaba, entre otras noticias, el anuncio de la publicación de un nuevo número de la revista El Quejío, editada por la Peña José Pérez de Guzmán, de Jerez de los Caballeros. Entre la mucha y variada información local, principalmente -también trata temas flamencos más generales como las soleares del Zurraque- nos detenemos en uno dedicado al pintor Javier Fernández de Molina, gran amigo de Camarón, al que pintó en siete grandes óleos.
Carlos Lencero en su libro, Sobre Camarón. La leyenda del cantaor solitario (Alba Editorial. 2004), habla de algunos de estos cuadros.

"En un enorme óleo, sobre un lienzo de lino crudo que se ofrece de fondo, vemos a un Camarón hierático, hecho de tierra y barro, duro. Un rey que es un mendigo.
A sus pies, un impresionante bodegón. De un lado, un plato sopero boca abajo. Tres o cuatro rayas blancas como de tiza, como de luna, cruzan el plato; de otro lado, un melón y unos higos y un cuchillo, tal vez (...) tienes la sensación de que va a durar siempre ese retrato. De que vencerá al Tiempo. Camarón en ese retrato recuerda mucho a un faraón. 
En otro lienzo, Camarón, mil colorines, yace sobre un diván incendiado de rojos, verdes y azulones brillantes. El rey es un sultán. Sostiene una guitarra. Tiene mucho dolor. Ninguna queja. Y mira hacia el pintor. Camarón está sólo, muy sólo en ese retrato, solo y barbudo, pobre amante... El orgullo del rey en su diván. La cabeza apoyada en una mano. Un brazo a escuadra. Una guitarra muda. Silencio y mil colores...
En otro cuadro, José se ha vestido de torero -el estoque en una mano, la muleta en la otra- y mira al infinito diciendo: '¿Lo tengo que matar? ¿Lo perdonamos?'. Y un silencio de hielo cubre toda la escena. La pregunta en el aire, la muleta, la espada y el silencio ¡Siempre el silencio! La montera cruzada sobre el pelo más que puesta. El traje, palo rosa...
En otro, que Javier regaló a Raimundo Amador, podemos ver, en primer plano, la cara de José, camisa blanca, chaqueta negra, mirando hacia la Nada. Un momento antes, tal vez, de largar su latiguillo de siempre en los festivales: 'Bueno, pues... voy a cantá un poquito por alegrías, y luego por tó lo que ustedes quieran...'".


(Al pertenecer los cuadros a la colección privada del pintor, os remitimos al arriba citado enlace del blog Flamencos de Extremadura para quien esté interesado en ver alguno de ellos; o dejarse llevar por las palabras de Lencero, en cuyo libro se incluye la fotografía de uno de los cuadros, el que le recuerda a un "faraón").

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