jueves, 23 de mayo de 2013

Se fue Niño Miguel, su toque permanece


Desde ayer teníamos la noticia del agravamiento del estado de salud de Niño Miguel y hoy jueves a primera hora de la tarde se ha confirmado su fallecimiento en el Hospital Juan Ramón Jiménez, de su ciudad natal, Huelva.
Miguel Vega de la Cruz, Niño Miguel, el Niño de las Tres Cuerdas, como era conocido en las calles de su ciudad. Calles convertidas en el escenario de su toque. El toque con una guitarra flamenca de tres cuerdas. Símbolo, tal vez, de una pérdida. Del sentir -con dignidad- lo que esta pérdida podía haber provocado en quien causó sensación cuando hizo su entrada profesional en el mundo flamenco, allá por los principios de la década de los 70 del siglo XX; cuando Camarón y Paco de Lucía destacaban como el relevo generacional del arte flamenco, relevo al que también pertenecía Niño Miguel.
 
 "La vida pasa, el arte permanece".

La adicción a la heroína y la esquizofrenia apartaron de la escena flamenca a un guitarrista admirado. Dejó dos discos grabados, y un recuerdo siempre presente del toque de su guitarra flamenca. Recuerdo que sería recuperado, evocado, ya bien entrado este siglo, por tres directores de cine al dedicar tres documentales al arte y el artista, aún presente, aún vivo: Huelva flamenca, La sombra de las cuerdas, El Niño Miguel en concierto (a los que nos referimos en esta entrada del blog).


Nos ha tocado especialmente el adiós de Niño Miguel, pues le hemos tenido presente últimamente. Días después de la charla del también guitarrista flamenco, Faustino Dueñas, en la Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid, a Miguel Ángel se le iluminaba la cara al citar el nombre de Niño Miguel y ensalzar los dos discos  que grabó. Pedro dijo tenerlos y los puso a nuestra disposición. Lo que hicimos. Y hasta ahora ha estado sonando Niño Miguel, en la casa, en el coche -un viaje por los Arribes del Duero-... en you tube.






Es imposible
callarla.
Llora monótona,
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
... ... ...
Llora por cosas
lejanas

(Federico García Lorca)

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