Llevábamos tres días de obras por restauración en unos locales del edificio. Los martillazos, la radial, el taladro... mañana y tarde. Un día me harté. Abrí las ventanas que daban al patio y puse la soleá del Tío Pacote en la voz de Manuel Moneo. A todo volumen. Seis minutos y diecisiete segundos de duración.
Se hizo el silencio en la casa. Rematé con un martinete de Nano de Jerez, dos minutos y treinta y dos segundos (los dos cerraban el cd del Club Flamenco de la Biblioteca Pública de Valladolid, dedicado a Jerez).
Cuando terminó el martinete, un breve silencio y las máquinas se pusieron en marcha. Volvíamos a convivir, los albañiles y los residentes (¿qué pensarían aquellos trabajadores sudamericanos -¿ecuatorianos, peruanos?- que pararon su ruidoso trabajo ante el cante que hace Moneo con el sólo acompañamiento de sus nudillos golpeando en una mesa? Si hubiera puesto otro tipo de música -metal, hardcore, techno- creo que la reacción habría sido muy diferente, 'normal', nada se habría parado durante tanto tiempo).
No se suele, o al menos yo no suelo escuchar flamenco saliendo de los coches que circulan cerca de mi entorno. Camarón como mucho, y por lo general suena a bastante volumen (el conductor se siente orgulloso de hacer saber, al exterior, que suena el de la Isla, de compartirlo; y a mí de escucharlo).
Yo también pongo flamenco en el coche, y tengo la impresión que se hace un silencio 'tenso' cuando el cante llega a los oídos de la gente; a veces, incluso con Camarón.
¿A qué volumen escuchar los discos de flamenco? A un volumen normal o tirando a bajo es como se suele escuchar; aún así, he comprobado, pone 'nervioso' a la gente. Es como si sólo tuviera que escucharlo el interesado o interesados. Debe ser por esa costumbre de oír música que agrada; de esa falta de costumbre de una música que se dirige a tratar con tu vacío. De la primera se dice que levanta el ánimo, hace compañía, emociona, te evade. Sobre la segunda, que, en el mejor de los casos y "no siendo flamenco", es como de sentarse a escuchar, y hay que tener tiempo para eso (y lo del vacío, ¿qué es eso? Pues con lo que tabaja la música).
Pasando unos días por la provincia de Cádiz, sólo poníamos la tele para escuchar flamencoradio. Y qué bien sonaba. Y me llevaba a preguntar por qué no hay una emisora de radio a nivel nacional -no por internet- que ponga flamenco las 24 horas del día, que se pueda sintonizar como se hace con cualquier otra emisora de las que cubren todo el país. Sí surgen emisoras de jazz en ese sentido -un jazz de corte agradable (big bands, standards)-, o ahí está la de 'clásica', que en un momento de, digamos, hartura de la oferta radiofónica, musical y de la otra, se puede pinchar. El flamenco no tiene mayor secreto para los que se resisten o para quienes lo aprecian que escucharlo. Y saber, propios y ajenos, que está ahí al alcance de un cambio en el dial lo haría aún más cercano, menos extraño (¡olvidarse de entender!).
Suena bien Agujetas, y Chocolate, y el Gallina y la Paquera y cualquiera de est@s cantaores y cantaoras a un volumen alto, además.
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