jueves, 16 de abril de 2015

El flamenco que defendió la República (prólogo de E. Miralles para un recital de José Mercé, un 14 de abril)

Previo al recital ofrecido el pasado martes por José Mercé en el Teatro Zorrilla Enrique Miralles -amigo, factótum de la Tertulia Flamenca- leyó un texto/manifiesto en el que exponía los motivos de la presencia de "un artista de primera fila" del flamenco: la conmemoración de la II República. "Una vez más", organizada por el Ateneo Republicano de Valladolid, un 14 de abril como aquel día de 1931 en que fue proclamada.
Su texto también fue evocación, reivindicación emocionada del flamenco y l@s flamenc@s de aquel tiempo. Y porque nos resultó interesante, además, lo traemos aquí:
"Decía hace tiempo Max Aub que nosotros somos el tiempo que nos queda, pero también somos nuestra memoria, nuestros recuerdos. Por ello de una forma machacona el Ateneo Republicano de Valladolid seguimos manteniendo vivos nuestros símbolos, nuestros recuerdos, nuestra historia. 
Uno de los grandes empeños del fascismo fue acabar con el enemigo no sólo físicamente sino con su recuerdo, con su memoria. Fueron las fosas, fueron la quema de libros, la eliminación de nombres. Por eso es importante la labor que hacen Ateneos republicanos, libertarios, asociaciones de memoria histórica: es esencial recuperar nuestra cultura, nuestros hombres y nuestras mujeres, nuestra tradición, nuestra experiencia. A veces equivocadas, nuestros fallos también son importantes para aprender.
Son los internacionales y las primeras luchas obreras del siglo XIX, son personajes como Pablo Iglesias, Anselmo Lorenzo, Ferrer i Guardia, Pi i Margall... Son Galdós, Blasco Ibáñez... escritores y poetas del 98 y del 27... Juan Ramón, León Felipe, Max Aub... autores más recientes como Blas de Otero, López Salinas, Celaya o Caballero Bonald.
Celebrar este aniversario con un artista como Mercé es importante, porque si algo es el flamenco, es tradición oral, es recuerdo. Manolito de María decía 'canto porque me acuerdo de lo que he vivido'. Es también un ejemplo de resistencia, de pervivencia de una cultura. 
El pueblo gitano, al que aún hoy se sigue menospreciando, sin ir más lejos tenemos el ejemplo de los señores académicos de la Real Lengua Española que todavía piensan que es faltar a la libertad de expresión eliminar una definición de gitano, que se mantiene, como 'trapacero'. Si miráis en el diccionario significa, 'el que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a otro en cualquier asunto'. Esta es la nueva definición porque la anterior que había era, 'el que estafa u obra con engaño'.
El pueblo gitano participó del júbilo que supuso la proclamación de la República porque participó de las ilusiones que suponían para los trabajadores del campo. También supuso el que, por primera vez en la historia, los artistas flamencos se organizaran en un sindicato dirigido por los camaradas José Cepero y Luis Maravilla. Del mismo modo que supuso este júbilo y esta ilusión -muchas veces insatisfecha-, la caída del régimen de la República supuso la represión.

Manuel Vallejo, la Niña de los Peines, Niño Ricardo.  Carátula de un CD de cante flamenco con letras republicanas. 1933. (foto tomada del blog de Canal Sur).

Me gustaría recordar a aquellos flamencos que defendieron la República. Algunos murieron en el frente, otros se tuvieron que exiliar: Corruco de Algeciras, Chato de las Ventas, que fue fusilado por los fascistas en el frente de Extremadura; El Carbonerillo, Guerrita, Pena Hijo o el padre del Farruco, comandante de un batallón de la 30 Brigada Mixta formada por payos y gitanos que participó en la defensa de Madrid, lo que supondría su fusilamiento al terminar la guerra. Al exilio fueron Angelillo, Carmen Amaya, Sabicas, Argentinita, Pilar López, o los que tuvieron que sobrevivir de mala manera en esa España gris de la represión del franquismo: Antonio Mairena, Pastora Pavón o el mismo Juanito Valderrama, que hizo todo lo que pudo por ayudar a su compañeros, los que estaban en una situación peor que la suya.
Recordemos también las matanzas de obreros, hombres, mujeres y niños que defendían la República en el barrio de Triana, en la Macarena, San Julián o el Pumarejo, por cierto, hay un relato de esta represión que escribe Max Aub en 'El remate', y se lo dedica a su amigo Jorge Guillén, en el que recuerda la labor sangrienta del asesino Queipo de Llano en Sevilla. La tremenda represión de legionarios regulares que continuó hacia El Arahal, hacia Morón, o la de hombres, mujeres y niños en la carretera de Málaga después de ser tomada por los fascistas...
Otros, después de la guerra, tuvieron que continuar trabajando y manteniendo el flamenco, ellos que no eran artistas ni vivían de los escenarios, en el campo. Son aquellos magníficos flamencos de gañanía: Tío Gregorio Borrico, Rafael el Carabinerto, Tía Anica La Periñaca, José Vargas 'Mono de Jérez', Tío Paulera, Tía Juana La del Pipa, Peñas, Perrates, Pininis, Joaquinín o el Tío Chozas, y con ellos estaban los Soto Monje, Manuel, Enrique y María Bala, tíos de José (Mercé). Eran flamencos, gitanos del barrio de Santiago, de Lebrija y de Utrera que, en torno de un lebrillo de garbanzos -la dieta habitual de los jornaleros andaluces- y del cántaro de mosto o vino de la temporada, mantuvieron el grito libertario del flamenco más auténtico.

José Mercé (Foto tomada de su web).

José Soto es heredero y continuador de estos hombres y mujeres. Él, como otros, buscó otra forma de ganarse la vida. Recorrió tablaos y escenarios por medio mundo, compartiendo la experiencia de su familia, con su tío Manuel en Madrid o con el ballet de Antonio Gades, durante diez años.
Gaspar de Perrate recuerda que le conoció, con sus padres, en el cortijo de La Zangarriana; le recuerda, después, con trece años en Marbella en un tablao con el Bambino. Hoy es el cantaor flamenco que, a través de su discografía, más popularidad ha alcanzado junto a Camarón y Paco de Lucía. Mantiene el conocimiento del cante antiguo y al mismo tiempo ha acercado el flamenco a un público mucho más amplio.
Hoy están con él, Antonio Higuero, guitarrista de la escuela jerezana del Carbonero, seguidor de Parrilla, de Manuel Morao, de Periquín o Moraíto, amigo de Fernando Terremoto: un guitarrista de acompañamiento, lo cual es decir mucho; también está Manuel Pantoja Carpio 'Chicharito', compás, baile, percusión, jaleos, representando lo que se conoce como la Filarmónica de Santiago.
No me alargo más, os dejo con los artistas.".

(Los errores que pueda haber son cosa nuestra, de nuestra grabación de la lectura de Enrique. Y si quieren leer una visión/comentario del recital de José Mercé en Valladolid, prueben con este enlace).

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