miércoles, 4 de noviembre de 2015

Carmen de Burgos y el origen de los tarantos

"Linares era muy extraña. Allí las clases de la sociedad no se confundían. A un lado los indígenas, clase media, pueblo y escasa aristocracia; á otro, la rica colonia inglesa, en su lujoso barrio, con su pastor protestante, su capilla, su casino, sin mezclarse en la vida de los otros (...) Separadas de una y otra, la población minera, el rebaño trabajador, dividido también en diversas categorías.".


Carmen de Burgos (1867-1932), almeriense, escritora, primera mujer que formó parte de la redacción fija de un periódico (1903), primera mujer corresponsal de guerra (África, 1909), en España. Feminista, cuando aún no se había inventado el término.
Como escritora firmaba como Colombine, y también tuvo relación con el flamenco, de lo cual, que sepamos, ha dado cuenta el blog Papeles Flamencos: entrevistas a Niña de los Peines o la guitarrista Adela Cubas. Igualmente escribió letras para ser cantadas por soleares, fandangos, tarantas o peteneras, que aparecieron en su primer libro, Ensayos Literarios.

Como el sol de Andalucía
no hay otro sol en el mundo
Como el amor que te tengo
tampoco hallarás ninguno.

Soñé que me había muerto
y a mi tumba te acercaste
y entonces resucité
tan sólo por abrazarte.

Nunca conocía los celos
hasta que tú me los das
y quisiera que me dieras
mejor veinte puñalás.

Es la flor de mi cariño
una flor tan delicada
que se marchita y se seca
cuando dejan de cuidarla.


Como ya saben l@s seguidor@s de este nuestro blog, somos muy mineros y de cantes mineros. Gracias a la Secretaría de Mujer e Igualdad de la FSP-UGT de Castilla y León, que en breve dedicará una semblanza a Carmen de Burgos dentro de su boletín 'Pioneras y precursoras', nos enteramos de un dato referente a los mineros y el flamenco.

Procede del relato "En la sima", incluido en Cuentos (1908), donde aporta una clave etimológica sobre el origen del vocablo taranto, que da nombre a un palo flamenco y minero.
En una parte de esta novela corta su protagonista contempla la mina de Los Arrayanes, y al tiempo que reflexiona -"le parecía imposible que los hombres aceptasen semejante servidumbre; viéndolos así, nació en su alma el sentimiento de la rebeldía contra la injusticia, contra la estupidez de los humanos, que en vez de coger los frutos brindados óptimamente á sus necesidades en toda la superficie de la tierra, se agrupan en ciudades, se esclavizan, y mientras los frutos maduros se pudren al sol en las selvas vírgenes, arañan las rocas para sacar un miserable sustento. Sin duda, la idea del anarquismo nació en la mente de un minero"-, describe las diversas categorías de mineros: Los ricos o hampones; los destajistas; los poceros; los estibadores o maestros maderistas; los barreneros; los paseantes; los maquinistas; los comporteros; los lavadores; los braceros, y "los tarantos, que trabajaban la temporada de invierno en las minas de Linares en vez de emigrar al África, v pasan sin cambiar de ropa más que una sola vez desde la varada de Noche Buena á la de San Juan. Venían con su petatillo al hombro, con la muda limpia, y salían con la muda sucia para sus casas, cubierto el cuerpo de una corteza de tierra y sudor".
Al respecto, señala la autora en una nota a pie de página: "En Linares se llama tarantos á los mineros de las provincias de Almería y Granada. Se cree que el origen de la frase es por elipsis de estarantos, á causa de la unión fraternal que reina entre ellos, y que les hace acudir unos á otros en los momentos de peligro".
Bella historia.

(El relato completo se puede leer, en pdf -página 292 en adelante-, en este enlace, vía Instituto Cervantes; y una extensa biografía de la autora, aquí.).

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