sábado, 12 de diciembre de 2015

Impresiones al baile actual de Farruquito (y una entrevista)


-¿Qué es Improvisao?
-Es un espectáculo que habla del origen del flamenco. El flamenco, según he leído y oído de los mayores, empezó como una expresión del alma, una expresión del pueblo gitano-andaluz; se reunían o manifestaban bien celebrando una alegría o llorando una pena cantando, bailando o tocando la guitarra. Y lo hacían de una manera improvisada. El flamenco no nació en un conservatorio, ni poniéndole unos nombres a los pasos como en el ballet u otras danzas. Lo que intento es agradecer y homenajear esa formación flamenca de la que nadie habla, es una formación que es de la calle que también hay que descubrir, conocer y sumergirse en el ambiente del flamenco para poder bailar, tocar y cantar de una manera improvisada y que todo el mundo nos entendemos entre nosotros, lo hagamos a compás y descifrando esos códigos, que solamente saben las personas que se han formado en el ambiente flamenco.
-¿Por dónde iban los anteriores espectaculares?
-Hombre, los anteriores iban por otros lados. Siempre han sido flamencos porque, yo siempre digo lo mismo, he tenido esas vivencias en casa; de hecho, yo creo que sólo existe un flamenco. Cuando la gente dice esto es un flamenco contemporáneo, esto es un flamenco clásico… yo creo que el flamenco es flamenco, y todo lo demás son encuentros con otras músicas, o fusiones como lo llaman la gente. Los anteriores espectáculos míos han sido un poco más estructurados, han contado una historia en concreto. Esta vez no hay historia, no hay argumento; y aunque todos sepamos que vamos a empezar por seguiriyas y vamos a seguir por alegrías, todo lo que pasa en medio es una aventura, una improvisación. 


Han pasado un par de semanas desde que Farruquito reapareciera en Valladolid, después de casi 15 años de ausencia –no por gusto suyo, suponemos conociendo cómo era esta ciudad en esos años-, y se presentó con Improvisao, el casi último de sus espectáculos. Llenó como tres cuartos de una sala de unos 1.700 asientos.
Queríamos verter aquí una serie de impresiones sobre su baile, aquel día; que digamos no tuvo las mejores condiciones ambientales ante el fervor, entusiasmo de la comunidad gitana que se dio cita en la Sala Sinfónica del CC Miguel Delibes. Farruquito fue recibido como una estrella pop adolescente por los guapos y guapas gitan@s, que no pararon un instante, y hasta el final, de celebrar, agasajar, vitorear al bailaor. Aún así, se tenía en mente su última actuación en esta ciudad, en otras circunstancias de su vida, de su trayectoria artística, y con ese recuerdo y el presente estas impresiones, que acompañamos de una entrevista concedida a un medio de comunicación local, cuya versión original obra en nuestro poder gracias a nuestro contacto en ese medio y de la que ofrecimos un extracto no publicado en otra entrada de este blog (y aunque sea un texto superlargo, creemos tiene interés). 

-¿Se siente como guardián de las esencias del flamenco?
-Bueno, yo no diría que soy un guardián del flamenco, más bien diría que soy un enamorado de los principios del flamenco, y de su evolución. Me gusta ser fiel a lo que siento. A veces me han preguntado si me gustaría mezclar con otras danzas, y siempre he respondido lo mismo, dejarme que aprenda a bailar bien el flamenco y quizás algún día me atreva con otras danzas. Pienso que es muy difícil mezclar, ya que el flamenco es tan difícil de descubrir todos sus rincones. Para mí evolucionar no es irse a otros lugares, es descubrir y descubrir en el mismo lugar.
-La mayoría conoce el baile de su abuelo Farruco por los vídeos ¿los ve usted también?
-Claro, por supuesto, casi todos los días. Es algo que necesito hacer, me recuerda la manera en que yo empecé, los consejos que me daba, y porque es una satisfacción muy grande y un placer para los sentidos.
-Llama la atención la figura de su abuelo, un hombre gordito, calvo, mayor, que sin embargo deja al espectador asombrado.
-Te deja así si no eres conocedor del flamenco; si eres conocedor el flamenco es la única danza que permite exista Enrique el Cojo, que era cojo. El flamenco es como una pintura abstracta, no es un retrato; el flamenco son unos trazos que expresan, por lo tanto la estética pasa a un segundo plano ¿Cuál es la estética del flamenco? ¿la delgadez? ¿la altura? ¿la belleza? La estética del flamenco es la transmisión y toda persona que transmita, haga que se levante todo el vello de punta ese es flamenco sea cojo o manco.
-¿Qué diferencia su baile del de su abuelo?
-Muchísima. Él era un genio, yo soy un aprendiz todavía. Tengo treinta y tres años, aunque haya tenido suerte en el reconocimiento, lleve muchísimos años dedicado plenamente a seguir aprendiendo y aportar mi grano de arena a esta difícil profesión. El flamenco es contar lo que uno es, lo que uno vive, el cómo vivía mi abuelo, las maneras cómo transmitía las sensaciones que vivía a través del lenguaje corporal del baile son diferentes, hoy no se vive como antes, yo no siento exactamente igual que mi abuelo. Aparte de las distancias con el genio, yo pienso que la verdad debe prevalecer en el arte.
-Y con respecto a sus hermanos ¿Qué diferencias hay entre usted y ellos (Farruco, Carpeta)?
-La misma. He vivido otra época, yo viví con mi abuelo, ellos al ser más pequeños no tuvieron esa suerte. Lo bonito del flamenco es que los tres, ahora, tenemos un espectáculo juntos (TR3S) y es curioso que la gente, a simple vista, cree que bailamos igual, pero si se fija, aunque hagamos el mismo paso, la expresión es tan distinta, con una postura tan diferente, con un concepto tan personal. Creo que sería mejor bailarle que explicarle la diferencia y usted lo notaría.



-La última vez que actuó en Valladolid fue hace más de diez años en el Teatro Calderón ¿qué bailaor verá ahora el público vallisoletano?
-Un bailaor muy diferente. Al igual que uno va madurando como persona, eso se representa en el escenario: como dijo alguna vez el torero Belmonte se torea como se es, y yo digo lo mismo, se baila como se es. En todos estos años uno va cambiando, sobre todo el compromiso que yo tengo hoy en día con el flamenco, mucho mayor. Ahora me pongo más nervioso que antes, no sé por qué, ¿será por la responsabilidad?, pero también al mismo tiempo lo disfruto más. Cuando era un poco más joven tenía la sensación o la necesidad, mejor dicho, de expresar un poco más lo que era la fuerza, la velocidad, la técnica, en general; ahora no. Ahora intento expresar otras cosas, cómo soy, cuáles son mis deseos y cómo el flamenco me emociona para que los demás se emocionen.
-Al terminar aquella actuación el maestro Rodolfo Otero, que fue primer bailarín de la compañía de Antonio, al ser preguntado sobre, por decirlo así, qué clase de baile era aquel, dijo: Es como un grifo, que se abre y mana el agua con toda su fuerza. ¿Ese grifo sigue abierto?
-Siempre. Porque cómo se comparte el agua con los demás. Diferente es la medida en la que abres el grifo, a veces en la juventud sale un chorro con mucha fuerza como dijo este hombre,  y a veces uno intenta que salgan tres gotas que calme la sed de la misma manera.

(Da la impresión que el baile para el Farruquito actual es un medio ¿para? no sabríamos decir con exactitud. Así como recordando ver bailar a su hermano Farru el baile para este parecía un fin en sí mismo.
Farruquito tiene ahora muchos más recursos, y en esa variedad asombra, sigue atrayendo los sentidos; pero a quien más recuerda es a un maestro de baile, el que él practica, el de la escuela de su abuelo; y eso es mucho decir. Hay espontaneidad, ¿naturalidad?, dosificada tal vez, esas "tres gotas" que dice él, posiblemente. Un baile que busca emocionar, al menos el visto en Valladolid -en las condiciones que se produjo-, cosa que no había en aquella anterior visita, más de sentimiento en bruto, por así decirlo. Tal vez las respuestas que ofrece en esta entrevista -en especial las dos últimas- dejen adivinar cuáles son sus objetivos, su relación con el hecho de bailar; de paso, podría venirle bien juntarse con el baile de Israel Galván, a veces hay que salir de uno mismo para poder verse mejor). 

-La mayoría de aficionados o no al flamenco cuando se pone a bailar flamenco o intentar algo parecido, es como si interpretaran un baile parecido al suyo o al de su escuela.
-Bueno, me lo han preguntado varias veces y no sé bien que decir. Por un lado, me gusta el hecho de ver que a la gente le gusta mi estilo. Por otro, cuando doy clases a los alumnos les digo que es bonito que les guste un estilo, el mío o el que sea, es bonito admirar a los bailaores, pero hay una cosa que es muy importante y es la personalidad. Yo creo que hay que hacer los pasos que uno aprende de una manera particular, para que el abanico de los estilos y las posibilidades de expresión se abra mucho más. Buscar dentro de uno mismo para sacar algún día algo distinto a los demás.


-¿Cuáles son sus retos de cara al futuro?
-Bueno, yo no soy muy ambicioso. Sí, uno de mis retos es seguir bailando por todo el mundo pata que todo el mundo pueda disfrutar del flamenco. Y una de las cosas así más concreta que me gustaría hacer es una película de la vida de mi familia, de mi abuelo Farruco para que la gente entienda que se baila como se es, y para eso hay que investigar el origen de esa forma de expresión. Y creo que a través de una película se entendería por qué nosotros bailamos así.
-A propósito de esto ha participado en una  película norteamericana, Buscando el compás, ¿de qué trata?
-Sí ya la hemos rodado, se estrenará el año que viene, si dios quiere, y yo hago un papel pequeñito, pero para mí ha sido muy grande la experiencia porque me han tratado con mucho cariño, con mucho respeto y, además, el mensaje, pienso que es muy bonito. Trata de una muchacha que pierde a su marido y cae en una depresión. Casualmente yo viajo a San Francisco, en la película hago de mí mismo, y cuando llego a la academia donde ella estudia flamenco me encuentro con ella y yo a través del flamenco y de un par de consejos que le doy, toma el flamenco como terapia y es capaz de salir adelante. El flamenco habla mucho de eso, es una filosofía, es una terapia, no es un ejercicio ni una habilidad.

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