(Nos parece oportuno traer a este blog el texto de José Manuel Gamboa para el cofre de seis discos de Enrique Morente, ... Y al volver la vista atrás. Forma parte del librillo que acompaña al recopilatorio de los cinco primeros discos del cantaor más otro de cantes inéditos y rarezas; el librillo incluye textos de otros autores. Todo él se puede encontrar en este enlace, pero queremos que también esté disponible aquí; en especial la parte referente a la guía de escucha elaborada por Gamboa, tan reveladora, educativa, amena, sabia... Un texto que es un recorrido por la historia del cante flamenco en general y la del cante de Morente, en particular, unidos como la erudición y el singular -óle- estilo del autor-cronista que es puro y gozoso asombro. Sólo recogemos la parte donde Gamboa analiza, cuenta, señala cada cante de los diferentes discos; hemos obviado una entradilla biográfica, de muy recomendable lectura).
Morente, ¡A
grabar!; nosotros, ¡A escuchar!
La distinguida
pareja dancística formada por Susana Audeoud Koniz (Berna, Suiza,
10/10/1919-Zúrich, Suiza, 1/1/2010) y José Luis de Udaeta Paris, José de Udaeta
(Barcelona, 27/5/1919-15/9/2009), difundió con plena fortuna nuestros aires
nacionales por Europa entre 1948 y 1970. Adelantados en la creación de
espectáculos dramáticos, conformados, desde el lenguaje coreográfico por el
flamenco, el clásico español y nuestras danzas regionales, pusieron en escena
piezas de profundo arraigo español, entre otras “La Celestina”. Hubo química en
la escena y tras la escena, que Susana se casó con el pianista y compositor de
la compañía Antonio Robledo, en la pila Armin Janssen (Hannover, Alemania
12/V/1922-Zúrich, Suiza, 2/X/2014), quien a la postre compondrá con Morente las
obras sinfónicas “Fantasía de cante jondo” y “Alegro soleá”.
De momento,
Enrique debuta en el microsurco al participar en el registro del disco “LA
CELESTINA. BALLET CREADO POR SUSANA Y JOSÉ, Música: Antonio Robledo. Textos:
Alberto Cárdenas” (Emi/Odeón MOAL 119,
1966), donde está acompañado por el magnífico piano de Janssen, el oboísta
Pedro Iglesias y la superlativa guitarra de Andrés Batista Francisco
(Barcelona, 12/X/1937).
Interpreta –en
el papel de Calixto- junto a La Talegona –en el papel de Celestina-, las
bulerías cortas En casa de Celestina, que se inician con músicas
navideñas de Juan Mojama/A. Mairena y se aliñan con aires pregoneros de Manuel
Vallejo, y en solitario los martinetes del Hechizo del cíngulo, que
Morente toma de Aurelio Sellés y, originalmente, de Pepe el de la Matrona –los
grabó en 1947-, llevando el cante a su sitio, sin aliviarse, pero que ya los
hace suyos, morentianos, por las melismáticas elevaciones “microtonales” en la
parte valiente que marcan la diferencia. Empieza a hacer historia.
El 23 de febrero
de 1967 se hace Morente con el premio del concurso I Presencia de Málaga
Cantaora en Madrid, en la final celebrada en el Teatro Beatriz, compitiendo con
reconocidos profesionales -Bernardo el de los Lobitos, El
Flecha padre e hijo, Antonio de Canillas, Alfredo Arrebola… Rafael Pareja,
santón de conocimiento infinito y miembro del jurado, viéndose en minoría ante
un veredicto final consecuencia –dicen- de componendas, zanjó con un terminante
bastonazo en la mesa: “El premio tiene que ser para ese niño de Granada, que va
a ser un cantaor de época”. Por cierto, según recuerda el cantaor unionense
Niño Alfonso, algo parecido anunció dos años antes en Cartagena el maestro Pepe
Marchena: Enrique el Granaíno es el mejor cantaor que he escuchado nunca, el
que va a acabar con todos nosotros el día que ya no estemos aquí. Es el futuro
del mañana”. Tal repercusión alcanzó el triunfo de Morente en el certamen,
que propició su puesta de largo discográfica. El elepé de estreno, en la tirada
inicial, incorporaba una faja con la inscripción: “Gran Premio del Certamen de
Cante Jondo. Primera Presencia de Málaga Cantaora en Madrid”. Saldría el álbum,
“CANTE FLAMENCO. ENRIQUE MORENTE” (Hispavox HHS 10-324), en el segundo
semestre del 67 junto al primero de los epés, “Enrique Morente. Cante flamenco”
(Hispavox HH 16-630). A la gozada discográfica se sumó su entrada en el tablao
más cabal conocido, Zambra, y más concretamente en el elenco principal de la
casa, el Cuadro Antología del Flamenco, con Rosa Durán, Juan Varea, Pericón de
Cádiz, Rafael Romero y Perico el del Lunar.
El pianista José
Romero, que conocía a gentes en Hispavox, pidió cita y con Morente se presentó
allí para que José Luis de Carlos, director artístico de la discográfica,
atendiera al estilo del puntero valor en cierne. Se encontraron con que De
Carlos estaba acompañado por Félix García Vizcaíno, Félix de Utrera (Las
Palmasde Gran Canaria, 29/VI/1929-Madrid, 4/IX/1998), tocaor al que conoce Enrique
en ese momento. Le hicieron una prueba y José Luis ficha a Morente, le impone
de acompañante a Félix, y se encarga del registro, justo antes de cambiar de
empresa. Acabará en CBS, dando a conocer a Las Grecas o Los Chorbos, y ficha a
Morente cuando este cumpla su contrato con Hispavox…
Por lo pronto,
Morente consigue que la independiente madrileña, tras la marcha de De Carlos,
contrate al amigo José Blas Vega, quien se hará cargo en la misma del
departamento de Flamenco y Folklore. En aquel tiempo Enrique era un “protegido”
del tótem del arte flamenco jerezano, el respetado Tío Parrilla, que lo
defendía como el joven valor del cante flamenco, hasta el punto de ponerle de
guitarrista a su propio hijo, Parrilla de Jerez. Es más, el venerable calé se
enfrentó al estudioso local Juan de la Plata, presidente de la Cátedra de
Flamencología, que mantenía cierto escepticismo respecto al granadino. Junto al
Tío Parrilla, disfrutó Morente de veladas de cante compartidas con santones
como el Tío Borrico y costeadas por don José Cantos y Ropero, quien le hizo
escuchar algunas de sus grabaciones privadas, como la que le hizo a Tío José de
Paula, todo un tesoro, de donde Enrique posiblemente tomase las quejadas
seguiriyas inéditas que se descubren en el disco extra, Este pan moreno –que
muchos atribuirán a Paco la Luz y más parecen de Tío José. Y de esta
importantísima etapa jerezana de Morente derivará el súmmum de la discografía
flamenca, el álbum “Canta Jerez” –editado ya en 1968-, que se grabaría en el
marco de una fiesta celebrada en los estudios Hispavox, de la calle Torrelaguna
de Madrid, con lo mejorcito de la cantera jerezana, un álbum que se cierra con
una fiesta por bulerías dedicada al Tío Parrilla…En su debut disquero, Morente
sorprende por la profundidad y diversidad del contenido, por momentos inédito.
Veámoslo. La verdulera, el único cante rítmico, sigue la estela de D.
Antonio Chacón –del que Morente era defensor a ultranza e imbuyó a Blas Vega-,
con el pregón aflamencado por Tío José el Granaíno. La pieza recientemente fue
versionada por Los Planetas en “La leyenda del espacio”. Plaza de los
Herradores, responde al fandango albaicinero que Frasquito Hierbabuena
engrandeció, dotándolo de mayor musicalidad, y salvaguardó Cobitos. El
primitivo cante de la caña no podía faltar en estos tiempos de gusto
antológico, ofreciéndonos Morente una intransitada versión de excelente copla, Y
conmigo no ha podío.
Tal vez lo más
llamativo del contenido fuese Ni quien se acuerde de mí, la malagueña de
la Peñaranda, toda una primicia. Pepe el de la Matrona le enseñó el cante,
adjudicándolo con ciertas reservas a Concha la Peñaranda:
“Estoy casi
seguro, pero ahora mismo no me acuerdo…”. Se enfadó al ver el disco así
asignado, pero en 1969 el propio maestro lo incorporará a su antología,
“Tesoros del flamenco antiguo” (Hispavox HH 10-346/7). Les diremos que en 1912
la Niña de los Peines había impresionado el cante, en una versión menos
matizada, menos clara y definitoria, sin atribuirlo a nadie. Algunos opinan que
es en realidad la bandolá de los jabegotes. Sin embargo, arrancando el siglo XX
la primicia de este cante la grabó El Mochuelo, que granaína llamó; así fue conocido
hasta los años 20, cuando pasó al olvido.
En la soleá De
tu querer apartarme, hace Morente los cantes del cabeza del cante grande
gaditano, Enrique el Mellizo, según el perdido modelo original; repitiendo
hasta tres veces el segundo verso del primer cante, y metiendo unos ayeos en el
último verso de esa primera copla. Aurelio Sellés, Matrona y Manolo el de
Huelva fueron sus guías. En igual sentido, de hondo calado es su aportación de
la seguiriya fetén del Mellizo, Toíto me viene en contra, hasta
entonces mal difundida. Cante grabado por Pepe el de la Matrona el 18 de
febrero de 1947 para el profesor Manuel García Matos, que igualmente plasmó en
París acompañado por Román el Granaíno en 1957. De Matrona lo recogió Morente y
ante Aurelio Sellés contrastaría su exactitud y validez ratificándolas: “¡Eso
lo hace Enrique muy bien!”, declarará el sabio anciano de Cádiz a José Blas
Vega. Más allá le dejará dicho que si el cante se ha de conservar con
autenticidad en el porvenir, el único capaz de transmitirlo, “el único que
lo pueda conocer es este Morente, porque lleva el régimen ese; Morente lleva
el…, el sitio”.
Se me apareció
la muerte,
es una malagueña de Chacón que aprendió Enrique de Matrona y practicó desde los
primeros años 60 manteniéndola en repertorio siempre. Dicen que es un estilo
que reformó el genial jerezano, tomándolo del cantaor llamado Gayarre Chico o
Gayarrito. El pianista Arturo Pavón nos aseguró: “Chacón la cantaba con cuatro
versos, y mi padre le agregó un quinto: Para alivio de mis penas”. De Chacón lo
retomarán otros, pues la malagueña “Por buscar la flor que amaba”, que se ha
atribuido a Manuel Torre y a Diego el Marrurro, es una copia de la presente, un
mismo cante. También divulgó, aprendidos de Pepe de la Matrona los martinetes, En
la estación de Jerez, y los aires mineros de Pedro el Morato, A las
minas del Romero. En las soleares Me tienes consumío, es una
vez más Matrona el asesor, aunque Morente añade ecos de Fernanda de Utrera.
Interpreta cantes trianeros de Ramón el Ollero, El Quino y Silverio, siendo la
copla del segundo cante original de Matrona. Y de este recoge las variantes
jerezanas por seguiriyas de Manuel Torre y Marrurro en Mi hora mala llegó.
Pasado un año
largo regresa Enrique Morente a los estudios de Hispavox un par de tardes, esta
vez con un guitarrista por él elegido; el mejor que teníamos en España: Manuel
Serrapí Sánchez, Niño Ricardo (Sevilla, 11/VII/1904-14/IV/1972).
Juntos impresionan el despampanante Lp “CANTES
ANTIGUOS DEL FLAMENCO. ENRIQUE MORENTE. GUITARRISTA NIÑO
RICARDO”
(Hispavox HH 10-355), editado en la primera mitad de 1969.
El prólogo, ideal para dejar flamencos boquiabiertos, lo pone con la Que te quise con locura, la malagueña grande de Chacón en una versión verdaderamente merecedora de la colosal acotación; Ricardo le secunda, divino, con un toque en tonalidad de taranta. Fue este superlativo cante el que le otorgó al granadino carta de naturaleza cabal entre toda la afición. La seguiriya que sigue, Los ojos abrió, tiene particulares significaciones mellizas, dobles enjundias: 1º En el segundo estilo, que da título, presenta al pueblo flamenco nada menos que un decimonónico cante del a la sazón rey del flamenco Silverio Franconetti, estilo que aprende del veterano Rafael Pareja. 2º En el cante inicial hace un giro, un semitono, que será un pequeño paso para el hombre, pero un paso de gigante para el arte jondo, pues con él venía a concretar la unión del Oriente y Occidente flamencos, de la Andalucía Bética y Penibética. Adoba el cante jerezano de Manuel Molina de unas “caídas” propias del cante minero:
El prólogo, ideal para dejar flamencos boquiabiertos, lo pone con la Que te quise con locura, la malagueña grande de Chacón en una versión verdaderamente merecedora de la colosal acotación; Ricardo le secunda, divino, con un toque en tonalidad de taranta. Fue este superlativo cante el que le otorgó al granadino carta de naturaleza cabal entre toda la afición. La seguiriya que sigue, Los ojos abrió, tiene particulares significaciones mellizas, dobles enjundias: 1º En el segundo estilo, que da título, presenta al pueblo flamenco nada menos que un decimonónico cante del a la sazón rey del flamenco Silverio Franconetti, estilo que aprende del veterano Rafael Pareja. 2º En el cante inicial hace un giro, un semitono, que será un pequeño paso para el hombre, pero un paso de gigante para el arte jondo, pues con él venía a concretar la unión del Oriente y Occidente flamencos, de la Andalucía Bética y Penibética. Adoba el cante jerezano de Manuel Molina de unas “caídas” propias del cante minero:
Como una cosa
como cosita
propia
Te-e-he mirao yo
pero quererte
como yo te quería
Ya-a-a eso se acabó.
Nos referimos al
semitono –así lo llaman los flamencos- que introduce justo en lo que marcamos
en negrita, con lo que inicia lo que también se podría llamar la tarantización
del cante jondo bajo andaluz. Inserta Morente en el sistema modal bajoandaluz
la característica séptima tarantera, esa nota diferencial de los aires mineros dentro
del sistema del fandango sureño –la séptima del primer grado (séptima dominante
del modo menor); el punto de inflexión melódica, donde tiende a caer la voz en
momentos cruciales, caso clarísimo del primer tercio de la cartagenera: “Te
inclinaaas” –avanzando pueden comprobarlo en Si vas a san Antolín.
Esa nota viene de la parte del fandango que va en tonalidad mayor, que no de la
modal, dado que el fandango sureño es bimodal. Esta es la cuestión y la
novedad, utilizar una nota en sexta dentro del modal andaluz, y poner allí el
quejío.
Este cruce de
tonal y modal en absoluto fue producto de laboratorio, sino devenir natural del
cante por el corazón, la mente y la voz de un aficionado de amplio espectro.
Esto es lo que a los sordos e inmovilitas del planeta flamenco les llevó a
acusar a Morente de que “cantaba al revés”. Está bien definido, porque se
entiende ¿O no?
Pero más que
romper el esquema tonal del cante bajoandaluz, la escala andaluza, lo
ENRIQUE-ce con sentires de su Oriente flamenco. Es un acto de hermandad, de
afición ecuménica. Y más allá, en lo sucesivo, romperá esquemas con sus mezclas
de las escalas andaluzas y mayor/menor, algo que se continúa en la guitarra de
Pepe Habichuela.
Por cierto, el
primero en tomar prestado el semitono de Morente será un ratón colorao llamado
Camarón de la Isla, que lo lleva a su inmediata seguiriya “A los santos del
cielo”, de 1970. Ítem más: Nadie se llame a engaño cuando vea la obra
registrada a nombre de Blas Vega –o bajo el seudónimo Ópalo-, pues en aquel
tiempo era muy complicado para un creador flamenco darse de alta en Autores, y
ni merecía el esfuerzo para las pocas ganancias que se devengaban. Por eso
Enrique le cedió la obra a su amigo Blas, que era socio SGAE y podía hacer el registro.
En varios cantes ocurrió algo semejante, con este y demás autores.
Merecía
comentario el cantecito. Más telegráficamente les informaremos que prosigue
Morente su recital con unos fandangos grandes del jerezano Niño Gloria, De
rabia rompí a reir; dos estilos de soleares de Merced la Serneta y entre
ellos intercalado uno de Frijones, En lo mejor de tus sueños, con divina
letra y música; la malagueña de El Canario, Por las trenzas de tu pelo;
unas impresionantes peteneras, Estrella de fuego, las que hacía Chacón y
que logra reconstruir, con sello propio, según la información que le aportó
Manolo el de Huelva. Igualmente de procedencia chaconiana, vía El de la
Matrona, nos llegan los aires taranteros almerienses, Soy del reino de
Almería, la famosa cartagenera de Chacón, Si vas a san Antolín, y el
martinete con toná, Soy un pozo de fatigas, que puede estar influenciado
por Jacinto Almadén y Juan Varea –un claro ascendiente en todo el álbum, como
notable es el de Manolo Caracol- aunque muestre la personalidad de Morente. Nos
restan las seguiriyas jerezanas Pago con la vida, del Marrurro y Manuel
Molina; estas últimas, por Enrique adrede respiradas -sin tirar de fiato-,
negándose al aplauso fácil que tal uso procuraba en los festivales a los cantaores
más gaiteros –“Prefiero la hecatombe a la mediocridad”, era uno de sus lemas-.
La afición se
hizo lenguas de la titánica malagueña grande de Chacón que presentó Morente,
obligando a su discográfica a sacar en 1970 un epé –el cuarto y último del cantaor-,
con dicha pieza, amén de la seguiriya de Silverio, la
petenera y los fandangos: “Enrique Morente. Guitarrista Niño Ricardo” (Hispavox
HH 16-733).
Entró el
granadino en el mundo del festival bajoandaluz, y a una la crítica y la
flamencología del lugar le dio nones ¿Por qué? Porque se salía de la tabla, se
salía del camino predeterminado, de la norma establecida por el imperante
mairenismo –el mairenismo; Antonio Mairena, siempre respetó la valía y afición
de Enrique… -. Y así empezó la leyenda del cantaor desprestigiado. Hablar de
Morente es un continuo tener que recurrir a las comillas, escuchémosle: “Estoy
súper desprestigiao…, gracias a ese desprestigio vivo. Yo estoy muy
contento con mi desprestigio. Hay gente que se deprime, se suicida… Yo no, es fantástico
estar desprestigiao. Es una situación divertidísima”.
Pues ya metido
en faena “empezó Enrique con las tonterías”…, que así entendía su mismo
productor el álbum por venir… Estando en estas, “si no te mueres, te quedas desfigurao”,
falló el maestro ¿Qué había sucedido?
(Continuará)
Post data: Claude Worms también se hace eco de ... Y al volver la vista atrás; y dedica, en su web de flamenco, un artículo a comentarlo; además incluye varios de los cantes del disco para su escucha. Recomendable).
(Continuará)
Post data: Claude Worms también se hace eco de ... Y al volver la vista atrás; y dedica, en su web de flamenco, un artículo a comentarlo; además incluye varios de los cantes del disco para su escucha. Recomendable).
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