"Un avance, pero al retroceso. Porque no hay flamenco ya. Los flamencos de verdad ya no están. Ahora hay una gente que está cogiendo el flamenco, pero tergiversao. Están confundiendo el compás con ser un cantaor. La naturaleza da, primero, facultades vocales, de fuerza, y después un corazón como un catedral; a la vez, si lo da, son casos extraños. Lo último que teníamos nosotros aquí era Agujetas, era Chocolate, los monstruitos que ya se nos han ido. Y los que están ahora imperando, porque yo me muevo mucho por Madrid, es un montón de gente que sólo van a la bulería, los cantecitos de compás para hacer unos tiempos muy bonitos, que ya es como la pintura, que ya no es de ni de Velázquez, ni de Goya, ni de Van Gogh, ni de Zurbarán... es un pasteleo. Cuadros bonitos, de pastel. Eso es lo que hay".
El torrencial discurso no se detiene aquí, pero así empieza una charla con Enrique Lozano el Pescao, que traeremos aquí más adelante cuando nuestro contacto en los medios la publique con motivo de la actuación del cantaor palentino este viernes y el sábado en la Sala Experimental del Teatro Zorrilla, de Valladolid (si quedan entradas, sólo serán para el sábado). Actuación que será grabada para su publicación en disco.
Del temperamento, la manera de ser de Enrique hemos dado testimonio en este blog cuando fue invitado por la Tertulia Flamenca de la Biblioteca Pública de Valladolid y recogimos en un par de entradas (1 y 2); entradas que han debido interesar a nuestr@s amig@s y visitantes, pues son las más visitadas de este blog, por encima de las de Camarón y Paco de Lucía, dos "monstruitos", como el cantaor llama a quienes, "fueron un regalo de las estrellas y hemos tenido la suerte de disfrutar".
Y la Tertulia es uno de los implicados en esta iniciativa, que coordina Santiago Serna, responsable del Café del Teatro vallisoletano, y antes del Café España, donde actuara en muchas ocasiones 'El Pescao'.
"He seguido muy de cerca su trayectoria y desde siempre le he programado aquí y en el España", nos cuenta Santi: "La iniciativa surgió en un vermut flamenco, y pensamos que este hombre debía grabar algo. Tiene un disco de hace mucho tiempo, del que reniega. Pensamos que El Pescao, aunque tenga sus detractores, tiene una personalidad muy importante, única dentro del flamenco. El problema que tiene es que es de Palencia, que no es de Jerez. Él tenía ganas de grabar, y esta iniciativa ha sido un impulso para que diera el paso. La gente está respondiendo muy bien, mejor que otras veces que ha actuado, tal vez por la propuesta de grabar el disco. Algún día dejará de cantar y tiene que haber un documento de cómo lo hace. Y creo que está en su mejor momento. Y él siempre tuvo claro que si volvía a grabar iba a ser cantando en directo".
Incluso, añadiría, que se le hiciera un dvd, una película porque Lozano tiene historia e historias, y una forma de contarlas muy particular, como su sentido del humor basado en la caricatura -directo, socarrón, caústico-, o como el hacer de su cante. La forma de un flamenco, gitano, castellano "y supuestamente, de ley".
Que lo único que sabe hacer, "es cantar, aunque sólo me escuche el cuello de mi camisa, en este caso, aquí -en Palencia vive en una urbanización con "un cacho huerta"- me escucho yo, me escuchan los gatos del vecino y los pájaros que vienen; y de vez en cuando, si hay una fiestecita entre amigos y tengo la suerte que aparece un guitarrista que es, digamos (ríe), amable, entonces hacemos el flamenco" (encontrar guitarristas en estas tierras que acompañen su cante es casi una búsqueda que da por perdida, de ahí lo de "amable").
"En Castellar de la Frontera un viejo me quería matar, ¿sabes? me quería matar ¿no te lo crees? Porque después de estar tres días en un castillo muy bonito, que hace tiempo era de una peña flamenca, allí había unos andaluces cantando que esto y que lo otro. Y yo, mudo; yo, callado. Pero llegó el momento que oí la guitarra que había allí tocando por siguiriyas al cinco. Y llegué, canté una siguiriya que se caían las piedras del castillo. Y entonces, un señor muy mayor que había allí, me dice (poniendo voz de viejo): ¿Tú de dónde ere?. Y le digo: De Palencia. Se levantó, '¡picha! ¡te va a quedá conmigo!'. Y con la cachava, que no podía ni alzarla, ¡me quería dar un paletazo! Y yo: Oiga, máteme hágame lo que usted quiera, pero yo soy castellano... Y no había manera".
Este viernes y el sábado en este Valladolid una cita flamenca muy especial:
"La gente que vaya tiene que tener en cuenta que Enrique Lozano el Pescao no ensaya; Enrique Lozano el Pescao, va. Y a medida de la gente que vea y como esté la cosa, canta. Ese es el flamenco de verdad; no es el flamenco de (caricaturizando) 'aquí me voy a quejar, cuando llegue a este punto tú álzate pa' llá y yo tiro por otro lado'. Eso es mentira. Voy a cantar como dios me dio a entender. Y El Persa (el guitarrista) lo mismo.
Me mirará y empezamos.
-Compadre, ¿dónde la pongo?
-Donde tú quieras.
-¿Qué cantamos?
-Lo que tú quieras.
(baja la voz) Primero estamos un rato a ver quien es el que dirige (ríe). Pero que vamos a poner el alma? Seguro".
Incluso, añadiría, que se le hiciera un dvd, una película porque Lozano tiene historia e historias, y una forma de contarlas muy particular, como su sentido del humor basado en la caricatura -directo, socarrón, caústico-, o como el hacer de su cante. La forma de un flamenco, gitano, castellano "y supuestamente, de ley".
Que lo único que sabe hacer, "es cantar, aunque sólo me escuche el cuello de mi camisa, en este caso, aquí -en Palencia vive en una urbanización con "un cacho huerta"- me escucho yo, me escuchan los gatos del vecino y los pájaros que vienen; y de vez en cuando, si hay una fiestecita entre amigos y tengo la suerte que aparece un guitarrista que es, digamos (ríe), amable, entonces hacemos el flamenco" (encontrar guitarristas en estas tierras que acompañen su cante es casi una búsqueda que da por perdida, de ahí lo de "amable").
"En Castellar de la Frontera un viejo me quería matar, ¿sabes? me quería matar ¿no te lo crees? Porque después de estar tres días en un castillo muy bonito, que hace tiempo era de una peña flamenca, allí había unos andaluces cantando que esto y que lo otro. Y yo, mudo; yo, callado. Pero llegó el momento que oí la guitarra que había allí tocando por siguiriyas al cinco. Y llegué, canté una siguiriya que se caían las piedras del castillo. Y entonces, un señor muy mayor que había allí, me dice (poniendo voz de viejo): ¿Tú de dónde ere?. Y le digo: De Palencia. Se levantó, '¡picha! ¡te va a quedá conmigo!'. Y con la cachava, que no podía ni alzarla, ¡me quería dar un paletazo! Y yo: Oiga, máteme hágame lo que usted quiera, pero yo soy castellano... Y no había manera".
Este viernes y el sábado en este Valladolid una cita flamenca muy especial:
"La gente que vaya tiene que tener en cuenta que Enrique Lozano el Pescao no ensaya; Enrique Lozano el Pescao, va. Y a medida de la gente que vea y como esté la cosa, canta. Ese es el flamenco de verdad; no es el flamenco de (caricaturizando) 'aquí me voy a quejar, cuando llegue a este punto tú álzate pa' llá y yo tiro por otro lado'. Eso es mentira. Voy a cantar como dios me dio a entender. Y El Persa (el guitarrista) lo mismo.
Me mirará y empezamos.
-Compadre, ¿dónde la pongo?
-Donde tú quieras.
-¿Qué cantamos?
-Lo que tú quieras.
(baja la voz) Primero estamos un rato a ver quien es el que dirige (ríe). Pero que vamos a poner el alma? Seguro".
Se dice que poner de acuerdo a dos flamencos no lo consiguió ni el difunto Camaron. Los aficionados de Valladolid han dado un ejemplo difícil de olvidar, por lo meno para un servidor, ponerse de acuerdo para para apoyar una causa como Enrique "el Pescao", grabe un disco, deje testimonio de su voz rancia, añeja, aguardientosa, capaz de estremecer los sentimientos más íntimos, donde el duende se viste de luto, no puede quedarse en el ostracismo. Gracias afición de Valladolid y !! todos con el Pescao¡¡
ResponderEliminar