jueves, 21 de septiembre de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', en versión original (20 de julio del 2016 - y II)


Fiesta de Antonio con su Compañía (Rodolfo -de pie, 4º por la izq.-, el único con traje diferente).

-Has actuado en teatros, óperas de todo el mundo ante un público, digamos, que selecto ¿influía eso?
-Lo que más me impresionaba era salir al escenario. Porque hasta que sales, tiemblas, aaayyy que me voy. Pero no te vas. Y nada más que pisas el escenario se acabó la historia, ya no hay miedos, ni nada. Es un mundo donde te quedas en un estado de abstracción total. Un mundo maravilloso. Ya se te quitan todos los dolores, se te quita todo. La mejor terapia que pueda haber. Para el espíritu. Y para el cuerpito serrano.
-¿Había algún tipo de público preferido?
-Preferido, no. Hay una cosa que sí te das cuenta, que, por ejemplo, en el flamenco el público que estaba más cultivado, en toda Europa, era el inglés. Y las grandes editoriales, por ejemplo, los grandes cantaores como Antonio Mairena tenían las grabaciones allí.
-Y en Francia, en aquellos años (los 50 del siglo XX). La primera colección de cante flamenco se editó en Francia.
-Sí, en Francia, pero en Inglaterra más. El público inglés es amante de las cosas españolas, porque nosotros nunca las hemos apreciado, el valor que tienen, y ellos sí, lo han apreciado y lo han querido y lo han respetado. Nosotros hemos denostado el flamenco, ¡bah eso es de taberna! Mierda pa ti, cabrón!
-La clase social que solía acudir a estos teatros, a veros, solía ser clase alta… bueno ¿ante el arte no hay clases?
-Tú lo estás diciendo, Benito. Porque delante de lo que están viendo, según les ha emocionado el ser desaparece, se impregna totalmente del arte, si es que le hay, y entonces el individuo desaparece, ¿me explico? Ya no están los status sociales, ni nada.
Otra cosa es de dónde salen los artistas. No salen boxeadores de la clase alta, ni nadie que se exponga. Como el flamenco. Sale de la clase humillada, jodida, ese grito de libertad, de querer poder, luchar por ello y dar el alma por ello, y la vida. Uno que tiene dinero…para qué. Ni se le pasa por la cabeza.


-A veces he tenido conversaciones con músicos españoles de rock y otras músicas anglosajonas sobre si el flamenco era la música de raíz de este país y si fuera así por qué no partían de ella para hacer su música, en lugar de hacer copias o ser copias, salvo excepciones, de lo anglosajón; y por lo general decían que no, que el flamenco era algo ajeno o lejano como el folklore, a no ser que fuera el folk de su tierra o de sus ancestros.
-Ya, están equivocados. Claro que… El flamenco cuando es de verdad, sentido de verdad, del alma, ¿el alma qué tiene? ¿cordones, estrellas? No tiene nada, es abstracto totalmente, es poderosísimo. Que yo sepa. Pasa con la fe, tienes fe cuando estás lleno de sentimiento.
-Fe, no entiendo…
-Es que tú vas a la fe religiosa. Pero aún así y todo, el que tiene fe ponte a negarle algo que te estampana.
-¿Fe era lo que tenías cuando te presentaste ante Antonio para una audición?
-No, eso era… eso era mucho. Eso era yo que sé, el irme a una zapatería que había un limpiabotas, en la calle Duque de la Victoria, a limpiarme las botas e iba por la calle que no me cabía un pión por el culo, uf. Era convencimiento de lo que iba a hacer.
-El otro día estaba leyendo un libro –Falconer- de un escritor norteamericano, John Cheever, y me topé con esta frase: “La confianza en uno mismo equivale a la libertad”.
-Claro, porque no añoras nada. Te es suficiente todo lo que tienes. Estás como diría un francés, rempli. Lleno, repleto.
(Conversar con Rodolfo es como un combate de boxeo, es un toma y daca constante. Aún estando, como este día, cansado -no olvidemos que tiene 84 años-, no pierde de vista al oponente).
-Los combates de peso Mosca que he visto suelen ser muy directos, de ataque continuo…
-Sí, es muy rápido todo. No hay tiempo para estrategias. Y muy ligero, como el peso, 49 kilos, y a partir de 51, peso Gallo (levanta la voz) Y yo he sido campeón de Castilla peso Mosca y de peso Gallo. Y en el gimnasio que había en la calle Fray Luis de León debajo de la casa sindical, donde ahora está una asesoría militar.
-También estaba el de la Pelines ¿no?
-Sí, La Pelines era la que tenía un bar que hacía esquina en la calle de La Unión.
-Sí, el de la señora Emilia. Conocí el bar y el gimnasio, vivía yo en esa calle.
-Y los perros estaban a la puerta del gimnasio. Sí, hombre, sí. Ya te digo, los ricos ninguno se mete a que le den hostias; ni a ser ciclista, ni a nada que tenga esfuerzo, nada. Eso son los pobres que quieren ser algo. Luchan por ser algo. Lo mismo en el cante. No creo que los gitanos, los que cantan, sean ricos. Los que había iban a los colmaos y les tiraba el señorito y les tenía hasta las tantas de la mañana, ¿eran ricos esos gitanos?
-Camarón llegó a ganar millones, pero eran otros tiempos.
-¿Tanto? No sé… Camarón. Ya te he dicho que al principio, cuando salió, pues a los que nos llamaban puristas, no nos gustaba, le poníamos pegas. Yo estaba acostumbrado al cante de los grandes cantaores que había antes de él, Niña de los Peines, Caracol, Mairena, ya ves tú.
-A lo mejor os dejasteis influenciar por determinadas opiniones y no prestasteis atención…
-Puede ser que nos dejáramos influenciar por opiniones… puristas, digamos. Mira, en un viaje de París a España, en tren, empezó Don Antonio Mairena, en el vagón, a acordarse de su tierra. Se puso a cantar saetas ¡y me cago en mi padre lloraba yo, y llorábamos todos! Sin nada más. Creo que es la vez más impresionante, en mi vida, que he sentido el cante.


-¿Y Agujetas?
-Sí, hombre, me acuerdo, era el que mejor cantaba. Me acuerdo que en Jerez me encontré a las hijas de él, a dos de ellas, y les pregunté por su padre. “Ese es un desgraciado”, le pusieron a parir. Y digo, no hombre, que es tu padre. Se conoce que las había armado picudas, leidis (ladys) que te leidis (risas) y las hijas estaban cabreadas.
-Ahora, Dolores, mantiene buenas relaciones y reivindica la figura de su padre. Pero sí ha mantenido relaciones difíciles con sus hijos, con Antonio, también.
-Es lo que te estoy diciendo.
-¿Te hablaba Mairena de lo que estaba preparando sobre la ‘Razón incórporea’, su teoría sobre el flamenco?
-No, pero lo que más le interesaba era la investigación, recogiendo todos los cantes por los lugares donde pasaba. Era una biblioteca entera del flamenco. Ya ves tú, el hombre, con todo el poderío que tenía, era homosexual. Tenía ese estilo de vida.
-Eso dicen, sí.
-Pues sí. Era parguela ¿y qué? Pero no presumía nunca de ello, ni hacía mariconadas ni nada. No cambia para el que le gusta el flamenco, porque era flamenco de verdad. Con ‘sustansia’, decía él. Le respetaban todos. Era un compadre más para los flamencos.
-Años jodidos para ser homosexual, aquellos.
-Con eso se podría borrar todo lo que valiese la persona. Se jodió la persona.
-Ahora está Miguel Poveda que ha confesado ser homosexual.
-No lo sabía. Bueno, es igual.
-Incluso ha adoptado un niño. Y otros, y otras tampoco lo ocultan.
-Allá ellos. Es su vida personal. Bastante problema tienen con eso. O no lo tienen.
-¿De dónde viene el ser homosexual?
-El homosexual nace. Que estuvieran encubriendo mucho tiempo por esa prohibición que había…
-¿Nace?
-¿No lo crees? Pues sí, tienen esa inclinación, como el no ser maricones o tortilleras. Eso de los contagios, mentira. Te lo digo porque yo he estado al lado de maricones a punta pala, no jodas, macho. Eso no es de la noche a la mañana.

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