viernes, 25 de mayo de 2018

Sobre el disco 'Don Antonio Chacón. Grabaciones de 1913-1927: la cumbre de un maestro'

Como dice el titular de esta entrada, turno para Don Antonio Chacón, dentro de la serie de traer a este blog textos de los libretos que acompañan discos de flamenco pertenecientes al -excelente- catálogo de la Biblioteca Pública de Valladolid.
Fue editado por el sello discográfico Sonyfolk en 1996, como parte de una serie de discos de flamenco, que recuperaban grabaciones antiguas de principios del siglo XX.


Los textos contaban también con traducción al inglés. Uno de ellos firmado por el productor, Pedro Vaquero, con una breve semblanza del cantaor, y que hemos obviado; más letras de los cantes; un par de imágenes tomadas de la promoción de aquellos discos, y el texto que traemos aquí, obra de Antonio Massísimo, reputado coleccionista de discos antiguos de toda clase de músicas, historiador, "erudito especialista en Historia del Canto", fallecido en 2012, a la edad de 79 años en Mataró.


Como bien saben, hace un año, Carlos Martín Ballester publicó, Don Antonio Chacón, un libro con tres cds, con toda la obra grabada del cantaor encontrada, y que viene a ampliar la contenida en el doble cd editado por Sonyfolk (este año Martín Ballester ha publicado el segundo tomo de la colección dedicado a Manuel Torre, que actualmente está presentando por distintos lugares del país, entre ellos Valladolid, donde estará el 7 de junio como parte de la programación de las XV Jornadas Flamencas).
Sin más os dejamos, con el texto de Massísimo, que tituló así:
“¡Al carajo con las grabaciones!” (dijo él, no yo)
Hizo bastantes. Pero, dada la categoría del intérprete, muchas menos de las deseables: tampoco en la forma o soportes adecuados, ni en los momentos más propicios; por añadidura, casi siempre a disgusto y transigiendo sólo cuando necesitaba dinero: “Cualquier parecido entre lo que se oiga de un disco y al natural es pura coincidencia”, opinaron –frustrados- la mayoría de artistas fin de siglo (XIX), pioneros en eso, Chacón inclusive.
Lógicamente comienza registrando sus cantes en primitivos cilindros de cera para fonógrafos –doble invento de Edison en 1877- que, salvo algunos prototipos, no empezarían a venderse hasta 1889. Según cuenta el propio Don Antonio: A un inglés, que luego resultó ser un espía americano, le hice en Sevilla unos 500, a 2 duros”; siguieron “en Madrid, una tarde, 1.000 con el inglés de marras, a 5 duros cada uno” –así que todo esto sería hacia 1897, poco antes de la guerra de Cuba frente a EE.UU- y finalmente, “el año 99, para una casa de Valencia, impresioné 11.700 tubos, me tocaba Borrull y cobré 32.000 duros por aquella participación, pagando yo la guitarra”…

Como buen andaluz, Don Antonio era un ‘esagerao’. Los cilindros duraban entonces apenas dos minutos, debiendo impresionarse todavía uno a uno, con lo cual hacer esos 1.000 en una tarde (?) requiere estar cantando más de… 33 horas seguidas (¡!); y – de otro lado- si grabó tantísimos, ¿cómo es que, aun siendo frágiles, sólo de 2 se conoce la existencia? En suma, probablemente a tan increíbles cantidades de tubos y de ‘cuartos’… mejor quitarles un cero.
Hasta pasado 10 años (1899/1909) –los de su apogeo artístico y, por ello, perdidos en cuanto a legarnos, quizá, fabulosos registros- no volvió él a pisar unos estudios. Esta vez son ya discos para gramófonos de bocina, inventos ambos -1887- del alemán Berliner, que entretanto habían desbancado al fonógrafo y sus cilindros: “Cobrando 10.000 pesetas, con el maestro Habichuela le hice 10 placas a la Odeón de Barcelona. No me gustaron… y me rompí la cabeza porque corrieron por el mundo entero…” Habían salido en septiembre de 1909 y aquel ‘cabreo’ apenas le sirvió para que la peor, a su  juicio, de esas pizarras dejara de suministrarse a las pocas semanas y no fuera incluida en la colección especial que, reuniéndolas, se hizo: Lujos estuche -10 bolsas, una vacía- forrado en tela roja, y con el título ‘Odeón Records’, el escudo de la marca y el letrero ‘Álbum Chacón’ en dorado (El primero y único que cualquier compañía discográfica española dedicó exclusivamente a un artista en los casi 60 años -1899/1955. Que aquí se hicieron placas de pizarra. Ni Marcos Redondo, ni Sagi-Barba, ni Raquel Meller, ni ‘naide'). Las 9 supervivientes –menos que mediocres, según Don Antonio- también se venderían sueltas hasta 1920. En formato Cd resucitaron hace dos años…

Cuatro necesitó el genial cantaor jerezano para ‘digerir’ la rabieta. “En 1913, con Montoya a la guitarra, le hice 10 placas a una casa americana y me pagaron 10.000 reales”. La cuarta parte que en 1909… Así que registra otros 20 cantes y no con “una casa americana”, sino con la Gramophone (G) de Barcelona. De esos 10 discos, 7 aparecen a lo largo de 1914, 2 en 1916 –ya bajo el españolizado sello Gramófono/La Voz de su Amo (G/VsA)- mientras que el décimo, ‘Murcianas’, nunca saldría… Los 9 publicados se sirvieron hasta 1921, reeditándose 8 de ellos en 1922/23 dentro de la nueva serie AE –el que lleva Malagueñas y Mineras no lo fue- siendo definitivamente suprimidos en 1926 y 1927, ya que, como todo lo anterior, habíanse hechos mediante el rudimentario sistema acústico –vigente, en lo fundamental, desde 1877/87- y la empresa se disponía entonces a utilizar ya el recién inventado sistema eléctrico, mucho más perfecto. Estos 8 discos son los que, 83 años después de grabarse en 1913 y tras 70 años de completo olvido, por primera vez se reproducen aquí y ahora.
Para sustituir las pizarras eliminadas y contentar a los ‘afisionaos’, por aquellos mismos días –últimos de 1927- se acomodan Don Antonio y don Ramón (el gran guitarrista Montoya) frente a modernísimos micrófonos, otro revolucionario invento, en el estudio madrileño de la G/VsA –Avda. Pi y Margall nº 1, hoy San Felipe- impresionando 4 placas, que saldrán al mercado en marzo de 1928, permaneciendo 3 de ellas hasta 1933 y anulándose a los pocos meses también la cuarta. Transcurridos 44 años decide la EMI (nuevo nombre de G/VsA) reeditar en microsurco, luego en Cd, 4 cantes de esos 8: Serán –en este cd- los números 2, 13, 15 y 16, asimismo incluidos en este Cd junto a los 4 -1, 3, 4 y 14- que llevaban 68 años de existencia y 63 perdidos en la memoria.
Terminará el maestro sus aventuras fonográficas –siempre motivo de desazón y enfados- registrando, en septiembre de 1928, los 8 últimos cantes acompañado de Perico el del Lunar a la guitarra. Y otra vez para esa Odeón de ingrato recuerdo, donde le pidieron les grabase alguna cosilla, ya que –según dije- desde 1920 no tenían ni un disco suyo en catálogo, mientras que la competencia acababa de sacar varios. Atender este ruego le costó dios y ayuda. La tremenda fatiga de subir –incluso auxiliado- los pocos peldaños del estudio de la calle Peligros nº 14/16, primer piso (Madrid). La salud de Don Antonio era ya tan mala –sifilítico desde joven, gordo como un tonel, urea, ciática, diabetes y asma- que moriría a los 4 meses, el 21 de enero de 1929, faltándole pocos meses para cumplir los 60 años… Estas postreras 4 placas  pusiéronse a la venta en Navidad de 1928, siendo 3 retiradas en 1935 y la última en 1937. Pasado un cuarto de siglo, EMI comenzó a reeditarlas –pero sólo 6 de aquellas 8 caras- en microsurco y Cd.

Dado que los discos originales contenían 2 simples piezas –total, 5 minutitos- aunque sus precios enseguida bajasen, al salir costaban una ‘burrada’: Desde las prohibitivas 11 pesetas de 1909 -¡4.557 actuales (1996) en poder adquisitivo!- a las 6 de 1928. Salvo los 10 primeros, de 27cm, el resto –la mayoría incluidos en este Cd- eran de 25 cm girando todos a teóricas 74/78 rpm. Etiquetas marrón (1909), granate (1913/149 y verde todas las demás.
Concluyendo: Sin datos sobre esos miles (?) de cilindros, 27 fueron las diferentes pizarras de Don Antonio -14 Odeón (9 en el famoso álbum) y 13 G/VsA- que sucesivamente circularon, unas y otras, por las tiendas españolas durante 29 años ininterrumpidos (1900/1937), aparte del tiempo –no mucho- que tardaron en agotarse. Además se exportaban, lo que no impidió que la filial en Buenos Aires de la Victor (EE.UU) –socio de G/VsA- fabricar hacia 1928, con matrices cedidas por esta, al menos 4 placas suyas para el mercado hispanoamericano: 2 de las hechas en 1913 –números 5, 6, 9 y 10, reproducidas en este cd- y otras 2 de 1927 (ídem 1, 2, 13 y 14)…
Indudablemente ha sido Chacón –por algo el llamaron ‘Dios’, ‘Sumo Pontífice’, ‘Papa’, ‘Rey’, ‘catedrático’, ‘maestro’, ‘genio’, ‘coloso’, ‘amo absoluto’, y hasta ‘monstruo de los monstruos’- el intérprete más grande y completo, el ‘no va más’ (otro apelativo), en toda la historia del flamenco. Dominaba cualquier estilo, mejorando unos, devolviendo a no pocos su antigua pureza, rescatando lo viejo y olvidado que la moda arrinconara, amén de crear nuevas y extraordinarias variantes siempre fieles a la tradición. Exigente y riguroso, apasionado de lo que hacía, serio y perfeccionista, inteligente y culto en lo suyo, buscaba e investigaba y –encima- sabía cantar como nadie, mejor que nadie…
De humilde origen –hijo ilegítimo, aprendiz de zapatero- fue noble, honesto, liberal y generoso, auténtico ‘aristócrata’ en la vida y en el arte. Un Don Antonio Chacón, a veces discutido por advenedizos e ignorantes, pero de todos respetado. Como decían sus innumerables fans tras escucharle embelesados: “Señores, ¡ahí queda eso!”… 
 
 
24 cantes (todos con la guitarra de Ramón Montoya): Malagueñas (5)– Siguiriyas gitanas (4) – Granadina y media granadina (2)– Caracoles – Soleares (3) – Cartageneras (4)– Tientos (2)– Mineras (2)– Milonga argentina (nota de A. M.: "se ha corregido la errónea definición en los catálogos y/o pizarras originales de algunos estilos de los cantes").
La Voz: ¿Cómo era realmente? Según Oyarre, que le oyó en Madrid (1889) y del asunto entendía lo suyo: “Maravillosa ¡Partía un tono en cuatro!”. Sintetizando otras opiniones de eruditos, críticos y colegas, Chacón tenía una garganta privilegiada, cantaba con un gusto exquisito, técnica perfecta –labios apenas entreabiertos- y sin esfuerzo; una voz espléndida, delgada pero extensa, de sonoridad encantadora (tanto por lo suave de las notas graves como la resonancia de los agudos), extraordinariamente melodiosa y que con “irritante” facilidad superaba los más arduos pasajes de cualquier tonada. Único defecto –pienso yo- quizá no ser fonogénica: de ahí que le repugnase grabarla. Como fuere, al final –casi medio siglo en la cúspide (1885/1928)- mermadas sus facultades con el ajetreo de la vida y dolencias varias, aún se inventó un falsete prodigioso, que para nada afectaría lo sublime del cante…
El sonido: El volumen sonoro no es el principal factor a considerar a la hora de reproducir una grabación histórica, tampoco la limpieza absoluta del ruido de fondo de las viejas pizarras, por más que las tecnologías disponibles hoy día lo permitan, siempre a costa de perder naturalidad. Muy al contrario, nosotros damos prioridad al logro de un sonido lo más aproximado posible al que se pudiera oír en vivo a los intérpretes. En consecuencia, este disco debe escucharse a un nivel superior al de las grabaciones modernas o muy procesadas (la pertinente etiqueta/pegatina de la biblioteca oculta la última frase).

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