viernes, 6 de julio de 2018

La historia de Los Chiquitos de Algeciras (Pepe y Paco de Lucía), por José Manuel Gamboa (2)


(En el capítulo anterior: una familia buscando sus 'habichuelas' en el flamenco... un concurso que casi no ganan...)

El mundillo flamenco empezó a hacerse lenguas del portentoso cantaor que era Pepito. Causaba asombro en un tiempo en que los Joselitos y las Marisoles se llevaban la palma en el gusto del radioyente. Los concursos radiofónicos descubridores de estrellas en formación eran la panacea, y había que llegarse hasta las ondas madrileñas para ser atendido a lo grande. Sin embargo, parece que el aliciente primero fue la promesa de una grabación. Así lo da a entender el comentario del EP que Barclay Disques distribuyó en Francia de Los Chiquitos:

"Los dos nuevos fichajes de la marca Hispavox fueron 'descubiertos' en la terraza de un café de Algeciras, durante un recorrido de los directores artísticos por el sur de España. PEPITO, cantaor (catorce), y PAQUITO (doce años), guitarrista, ponen tanta pasión en la interpretación que Hispavox les hizo ir inmediatamente a Madrid, en abril pasado, para una sesión de grabación. Esta presentación es el resultado de esta reunión; no nos cabe duda de que el extraordinario talento de “CHIQUITOS DE ALGECIRAS” levantará también su entusiasmo’.
El texto del disco francés nos da pormenores, como que la grabación original se hizo en abril del 61. Sabiendo que este, el vinilo transpirenaico, se puso a la venta el 10 de junio de 1961, comprobamos que la discográfica Hispavox se esforzó en editar inmediatamente los registros, algo más que lógico tratándose de niños, cuya imagen y facultades van cambiando de un día para otro. Sin embargo, ninguna de esa prisa se dio a la hora de concretar la fecha de grabación. O, por lo menos, ese es el recuerdo de Pepe, quien, como Chiquito, impaciente, agitado y con la ilusión puesta, cada día, nada más divisar al cartero corriendo le salía al paso en busca de la anhelada correspondencia de Madrid. Aunque el mozuelo  no esperaba sobre perfumado alguno, sino una carta de Manuel Cano, el acreditado concertista de guitarra flamenca que grababa en Hispavox e hizo las veces de mediador para que él y su hermano Paquito acudiesen a la capital ¡a grabar un disco!

Y llegó el requerimiento y allá que se fueron a la capital, echándole horas de tren expreso para parar un AVE, los Chiquitos y el padre de las criaturas, don Antonio con sus exiguos ahorros. El patriarca e instructor primero tenía en mente instalarse en Madrid, centro de gravedad del negocio flamenco, sabedor de que sólo en la metrópoli podrían los mozuelos completar su formación como es debido, y sólo en la capital encontrar trabajo…
Animosos llegaron, hicieron los registros y se emplearon en emplearse (sic), pero en la Corte los requisitos legales se imponen, y, dada la corta edad de los artistas, nadie se atrevía a ofrecerles un trabajo que sería ilegal. Sólo consiguieron algunas actuaciones en fiestas privadas, y lucirse brevemente en TVE o en concursos radiofónicos donde coincidirían con duros oponentes como Ana Belén o Rocío Durcal. Pasaron por ‘Ruede la bola’, el afamado programa de Ángel de Echenique en Radio Intercontinental. Iban en pos de la bolsa, que era lo que necesitaban para mantenerse en Madrid, pero les premiaban con juguetes que para su precoz madurez eran un lastre. Dicen que en ‘Ruede la bola’ a Pepe le regalaron un tren eléctrico que acabó en manos de los hijos del guitarrista José María Pardo, compañero de Ramón de Algeciras, el hermano mayor, en la compañía de Juanito Valderrama. Se apañaron este plazo durmiendo en una misma cama de una habitación doble que alquiló don Antonio en una pensión de la calle Santa Isabel, mas a pesar de los ajustes la cartera empezó a mostrar telarañas y hubieron de regresar a Algeciras.
Tras sumar hasta catorce piezas en un pis-pas, la ansiada grabación del debut quedó resuelta con los tres eps de rigor, pues por entonces –recuerden a los Beatles- se estilaba dicho procedimiento: hacer estos discos chicos de cuatro canciones para conformar después, si procedía, un elepé de doce temas, que en este caso no cuajó. Las tomas se hicieron, ya en estéreo, en el puntero estudio Cinearte, de la plaza de Conde de Barajas, a la vera de la Plaza Mayor (Madrid), las imágenes del dúo se encomendaron al prestigioso fotógrafo Ibáñez, y de avalar con su firma la categoría artística de los muchachos se hizo cargo el concertista de guitarra granadino Manuel Cano, que esto firmaba:
"Forman esta agrupación Pepito y Paquito Sánchez, hijos del gran artista del género flamenco, el guitarrista Antonio Sánchez Pecino, de Algeciras (Cádiz), cuna de estos artistas.
Con el presente disco Hispavox S.A., lanza al mundo artístico dos artistas que por su edad -12 años el guitarrista y 14 años el cantaor- no podemos considerar como niños prodigio, sino simplemente como los continuadores de un arte, de un estilo y una fiel adaptación, a pesar de su corta edad, a las más puras esencias del cante flamenco.
Aún no se han presentado al público de una forma oficial ‘Los Chiquitos de Algeciras’, pero han sido escuchados por relevantes personalidades del arte, que les han dedicado efusivos elogios, realizando inmediatamente actuaciones en Televisión Española y en distintas sesiones de carácter particular y benéfico, cosechando siempre el éxito que era de esperar tan pequeños, y al mismo tiempo grandes artistas.”

Con la vista siempre puesta en Madrid, manteniendo la ilusión y mejorando la formación en tanto iban creciendo, fue que acudieron al Concurso Internacional de Jerez, y con lo allí obtenido, más un pertinente finiquito al hermano Antonio del hotel de su localidad donde trabajaba, y la incalculable aportación de Ramón de Algeciras, ya todo un curtido profesional del toque y la existencia, quien puso todo su esfuerzo, físico, psíquico y económico, para el logro, la familia casi al completo se trasladaría en otoño de 1962 a un piso que Ramón acertó a localizar, a la vera de la Estación del Norte de Renfe, en el número 17 de la calle Ilustración y en cuya fachada, sobre la puerta de entrada al inmueble, hoy figura una placa colocada por el Ayuntamiento de Madrid, que así hace constar:
“Aquí vivió desde chiquillo PACO DE LUCÍA (1947-2014) genio entre los genios de la música y gran revolucionario del flamenco”.
Al tremendo esfuerzo familiar esta vez sí respondió la fortuna, y los Chiquitos se pusieron en danza, porque fue el baile flamenco el género que primero los reclamó y contrató. Para abrir boca, ni más ni menos que el llamado Bailarín de España, Antonio Ruiz Soler, Antonio, para el que además Paco de Lucía, tras dejarlo asombrado con su dominio inaudito, compone la música del espectáculo que ofrecerá en las Cuevas de Nerja, de Málaga, dando lugar al cortometraje ‘Antonio en la Cueva de Nerja’. Y luego, tras verlos en la película, les reclama el bailaor más conocido de Estados Unidos, José Greco, el llamado por su fama ‘Mr. Cocacola’. Ante los Chiquitos adolescentes se abre el mundo entero. Mejor dicho, es a Pepito de Algeciras a quien le permiten la salida internacional. Ya sumaba 16 años y era un mocito serio y avispado con el que se podía contar. A Paquito de Algeciras tan sólo le ofrecen intervenir en el elepé que se está preparando de cara a la gira de 9 meses por EE. UU. Y México, titulado ‘José Greco. Ritmos Flamencos’ (Hispavox. 1963) (La versión neoyorquina será ‘José Greco. Tres guitarras’. Columbia. 1963). Allí figuran como guitarristas, Ricardo Modrego, Andrés Heredia y Paco de Algeciras; de cantaor, Pepe de Algeciras y al baile, amén de Greco, Nana Lorca, Lydia Torea y Rafael el Negro. Empero, Modrego, guitarrista principal del ballet, asegura que Paco no participó, y es que tanto Andrés Heredia como los hermanos Sánchez Gómez debieron de incorporarse al final y en una sesión independiente, acompañando ni más ni menos que la elegancia bulearera de Rafael el Negro. En la contra, Ramón Bayod y Serrat nada aclara:
“En esta grabación de José Greco asistimos a una apoteosis de la danza genuina española, explayada con una parquedad de medios casi inexplicable. Una guitarra y el bailarín sobrio, cálido, ensimismado en su arte; como elemento sonoro sólo cuenta con el sonar de los pies, las palmas o los pitos. José Greco, en arranque genial ha planteado así, el esquema, o mejor dicho, la esencia, de una fiesta flamenca honda y racial”.

Uno de los epés que se extrajeron del Lp va a ser histórico, y no por el ejercicio musical que contiene, sino porque bautiza de por vida al genial guitarrista algecireño. En él aparece anunciado por vez primera el guitarrista tal cual hoy le conocemos. Se señala ahí que los guitarristas que intervienen en la cara A, ‘Bulerías rocieras’, son: Andrés Heredia y Paco de Lucía, mientras que al cantaor se le sigue nominando, Pepe de Algeciras. Aquel apelativo, Paco de Lucía, por mucho tiempo despistó a la afición, pues triunfaba entonces un bailaor conocido por Paco de Lucio a la par que el reputado director cinematográfico Luis Lucía, nadie acertaba a pronunciar el apelativo, dudando al colocar el acento: ¿Lucia o Lucía? Ahora bien, si quedan patentes las intervenciones de Pepe y Andrés Heredia secundando el baile de Rafael el Negro, otra cuestión es el papel que ejerce Paco de Lucía, al que no conseguimos distinguir ni acudiendo al máster original, lo que nos obliga a pensar que en las mezclas originales se lo ‘cargaron’, pues sin duda intervino y lo constata su hermano Pepe.

(continuará)

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