"Nacido
en Algeciras hace veintitrés años, Paco de Lucía es un adelantado del flamenco.
Está llevando más lejos que nadie hasta el momento las posibilidades expresivas
del arte de la guitarra. Su presentación en el teatro de la Zarzuela el pasado
24 de marzo se puede definir, en términos del ‘show-business’, con una sola
palabra: éxito. Pero las ovaciones concedidas a su madrileño bautismo de fuego
no pueden medir, como él dice, el esfuerzo de cinco horas de diarias de
estudio. Sólo para sacar al flamenco de su inhóspita capilla, para demostrar lo
que es una guitarra, Paco de Lucía lo ha dado todo. Como corresponde a un
auténtico maestro."
Entradilla
del periodista José Luis Rubio para la entrevista que realizó en abril
de 1971 al tocaor y fuera publicada en la revista Triunfo. De nuevo, y
no nos cansamos, agradecer al amigo Carlos Rayaces el Byron la
consecución de este texto, como tantos otros que nos ha aportado
procedentes de su archivo periodístico. La entrevista de Paco de Lucía
nos sirve como epílogo a la serie de textos que hemos traído al blog sobre Los Chiquitos de Algeciras, escritos por José Manuel Gamboa
para el disco que recogía las grabaciones que realizaran Pepe y Paco de
Lucía en su infancia-adolescencia, en los primeros pasos de su
trayectoria artística, la cual está presente en la entrevista, que
refleja las ideas, actitud de un Paco de Lucía veinteañero, que vuela en
solitario "como un maestro", en unos tiempos 'nuevos' para el flamenco, como bien refleja el titular de la entrevista: "En el flamenco hay mucho camelo":
-En
realidad yo no esperaba tantos aplausos, porque el público español no está
preparado para la guitarra. El flamenco no tiene ninguna aceptación, y la gente
desdeña todo lo que se haga con una guitarra fuera del dominio del clásico,
fuera de todas las expresiones que halagan a la alta burguesía. Por ejemplo,
cuando toqué en el Palacio de la Música de Barcelona, el público se escandalizó
de que mi nombre pudiera ir junto a los de Rubinstein o Watts. Es duro
comprobarlo, pero es en España donde hay más discriminación hacia el flamenco.
-¿Cuál
es el motivo para tal actitud?
-Creo,
simplemente, que es un problema de tradición. La tradición hace mitos, y anular
con una realidad un mito es muy difícil. Al contrario, cada día surgen nuevos
mitos que ensombrecen más las realidades. En el flamenco este problema es
doblemente agudo, porque no es una música hecha para una sala de conciertos; es
para un cuarto con los amigos. En un escenario no hay la misma comunicación,
siempre se corre el riesgo de compararlo con la música culta. Y el flamenco es
todo lo contrario, es algo completamente salvaje, todo inspiración. No tiene
las matemáticas de la música, en las que se opera y se obtiene un resultado; el
flamenco no tiene una lógica. Por otra parte, están esos flamencólogos que sólo
ven la fantasía de la Luna, del gitano, de la piel de aceituna; en una palabra,
García Lorca, Eso no es la realidad del flamenco. Yo soy una realidad del
flamenco, y con esa realidad me siento mucho mejor que todos esos señores con
toda su poesía.
-¿Cómo
se podría remediar esa situación?
-Es
que el flamenco está en un período de transición. Sólo dos o tres personas
pueden hacer algo. Porque hay mucho camelo, mucha mentira. Hasta dentro de lo
que se llama flamenco puro.
-Usted
habla de transición, ¿no ocurre realmente que el flamenco se encuentra
estancado y que los actuales intérpretes sólo pretenden imitar lo mejor posible
a los viejos maestros?
-Sí,
sólo se preocupan de recrearse en lo que otros ya han hecho. Y es que, como he
dicho, parece que lo que manda es la tradición. Los gitanos son muy buenos
intérpretes, muy artistas, pero crean muy pocas cosas nuevas, porque tienen
miedo a la realidad. Mejoran en técnica, pero no en invención. Además, los
viejos, los patriarcas del flamenco no abren paso, no quieren que evolucione. Y
los jóvenes no se atreven a contradecirles. Desde hace cuarenta años, o sea,
desde Ramón Montoya, que fue el precursor de lo que se hace hoy en guitarra
flamenca, no ha salido nadie. Han salido un Sabicas y un Mario Escudero, que
han perfeccionado lo que Montoya quería hacer. Lo han hecho mejor en técnica y
tal vez en sentimiento, pero no han dado un nuevo paso, no le han dado una
nueva forma a la guitarra.
-¿Cree
usted que ha encontrado esa nueva forma?
-Al
menos lo estoy intentando. Yo tuve la suerte de nacer en un ambiente flamenco y
empecé a tocar a los ocho años. En aquellos tiempos, mi monstruo sagrado era el
Niño Ricardo. Cuando tenía quince años me fui a América, y allí oí a Sabicas y
a Mario Escudero, y me di cuenta de que existía otra manera de tocar. Al principio
no la podía comprender, y mi propia tradición me impedía aceptarla. Fue como un
‘shock’. Pero gracias a los consejos de Sabicas volvía a empezar por el
principio y a crear cosas nuevas. Esto fue la piedra de toque para que yo
hiciera mi escuela y llegara a ser lo que soy hoy. Y quiero mucho al flamenco y
creo que estoy capacitado para hacerle evolucionar.
Fotografía tomada de la web de Paco de Lucía. |
-Hablemos
ahora del cante. ¿Tiene los mismos problemas con la tradición que la guitarra?
-Sí,
es igual. Hay cantaores muy famosos, considerados como maestros, y que a mí no
me gustan. Han hecho mucho por el flamenco, están enseñando a la juventud a
cantar, pero no se expresan a sí mismos; han oído todo lo viejo y lo han
repetido todo, pero sin la menor creación original. Parecen magnetofones del flamenco.
Sin embargo, hay un cantaor nuevo que, para mi gusto, es de lo mejor que ha
salido en todas las épocas. Se llama el Camarón de la Isla. Puede que él no
sepa cien cantes como saben los puristas, que presumen de saber cine cantes
distintos. Yo me conformo con que él sepa dos, pero con esos dos yo me siento
mejor que con los cien cantes de los
otros. Porque aunque te haga sólo dos cantes y te los cante todos los días,
cada día oyes un cante diferente. Es de los hacen flamenco sin camelo. Y
además, tiene una afinación perfecta de la voz, tiene todas las condiciones que
se puedan tener para cantar flamenco y… bueno, lo tiene todo, ya está.
Sí,
ya está. Paco de Lucía es lo suficientemente explícito. Ha adoptado el puesto
más arriesgado en la vanguardia del flamenco, el de dar la cara. Tiene una
docena de Lps bajo su nombre y varios más como acompañante (entre ellos, los
tres volúmenes del 'Jazz Flamenco’, de Pedro Iturralde). Su próximo concierto será el
día 14 en el teatro Español. Es la otra oportunidad para los que desconfían de
las apariencias."
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