lunes, 16 de julio de 2018

La historia de Los Chiquitos de Algeciras (Pepe y Paco de Lucía), por José Manuel Gamboa (y 4)

En capítulos anteriores: 1)... una familia buscando sus 'habichuelas' en el flamenco... un concurso que casi no ganan... 2)... en Madrid empieza todo... sigue en Estados Unidos... primeras grabaciones... y Paquito se llamó Paco... 3)... descubrir otra forma de tocar (Sabicas y Mario Escudero)... otros compañeros (Ricardo Modrego)... fin y principio...
Ha sido contada la historia artísitica, y vital, de Los Chiquitos de Algeciras, de Pepe y Paco de Lucía en el tránsito de su infancia a la adolescencia; ahora José Manuel Gamboa nos lleva a conocer la historia de su música -que a su vez es una del flamenco-, la que dejaron grabada y luego recuperada en el doble cd publicado en 2016, de donde proceden estos textos. 
Toca escuchar: 
Anotaciones al repertorio (Guía de escucha)




Antes de nada reseñar que, en el plano técnico, partiendo de las cintas originales hemos intentado mejorar al máximo la sonoridad, cerrando panorámicos, eliminando defectos, restaurando, reforzando y, en cierta dosis, modernizando la resonancia pero sin restarle la verosimilitud del tiempo en que se hicieron las tomas. La excepción, en cuanto a la disposición de panorámicos, la marca esa “Bulería rociera”, donde asumen el protagonismo los pies del inolvidable bailaor trianero Rafael García Rodríguez, El  Negro (Sevilla, 22/IV/1935-17/III/2010), y para él se dispuso una microfonía que pretende reproducir sus evoluciones por el espacio del tablao, y no cabe, nunca mejor dicho, pararle los pies.
Con respecto a la guitarra en todo este periodo que transitamos de Los Chiquitos de Algeciras, hay que dejar negro sobre blanco que todo el toque que escuchamos en manos de Paco tiene un único e inconfundible origen: Niño Ricardo. Todos los guitarristas de ínfulas en la que fue España de posguerra y hasta el desarrollismo, siguieron a pies juntillas los pasos del sensacional guitarrista sevillano. Cuando en Nueva York se topó Paco con Sabicas, descubrió el Nuevo Mundo de la guitarra e inventó, junto a Víctor Monge, Serranito –ya en la brecha-, y Manolo Sanlúcar, el porvenir.
A la par, dejemos constancia de la pasmosa capacidad que tenía un niño como era Paquito para remedar las dificultosas falsetas de Niño Ricardo, y, más allá, la soltura y acierto en los adornos acompañando el cante que mostraba, inconcebibles en alguien tan chico. Y a esto hay que unirle la circunstancia de que al secundar la aguda voz de un Chiquito, se veía obligado a colocar la cejilla en la parte baja del diapasón quedando muy limitado en su trastear. Pues ahí lo tienen, hecho un león; el leoncillo Mambrú, según el apelativo de su camarilla.
De forma general el repertorio cantaor que ofrecen Los Chiquitos de Algeciras pertenece al tradicional arte jondo, con cierta inclinación -sobre todo en su segunda etapa, estrechado en Madrid su contacto con José Núñez Meléndez, Pepe el de la Matrona (Sevilla, 4/VII/1887-Madrid, 10/VIII/1980)-, hacia el estilo clásico, de enorme dificultad, que representó don Antonio Chacón (Jerez, 16/V/1829- Madrid, 21/I/1929) y que, injustamente tratado, estaba en horas bajas. Matrona fue, nos revela Pepe de Lucía, quien insistió en ponerle cantes como la serrana, que hará el discípulo según las lecciones del maestro, con la liviana por delante y remachada por el macho, salvo que le falta rematarla con la seguiriya de María Borrico; por serranas cantó en el Concurso de Córdoba y las grabará en el elepé. Igualmente le enseñó Matrona las añejas soleares trianeras de aire apolao que proceden del tiempo de Silverio Franconetti (Sevilla, 6/X/1823-30/V/1889), el referente de Chacón; tal las grabó el veterano cantaor en la primera ‘Antología del cante flamenco', publicada por Hispavox en 1955 y un año antes licenciada a Francia, las expone Pepe de Algeciras, salvo que con coplas diferentes. De la mano de el de la Matrona, Los Chiquitos conocieron a la sin par malagueña Victorilla, cocinera excepcional que abrirá su cenáculo gastronómico-flamenco de toda la Villa conocido, el Figón de Santiago, y ella estuvo en las grabaciones, compartiendo jaleos y palmas con don Antonio Sánchez y los propios hijos de éste, que en cuando podían les gustaba ejercer también de palmeros (Haciendo compás con un almirez Victorilla hacía sus cantecitos, y llegó en 1972 a hacer un disco navideño acompañada por Manuel Cano e hijo. Ella cocinaba en el restaurante y su marido, el cordobés Manuel el Fotógrafo o el Magnesio, hacía las veces de maître. A los 85 años María Victoria Santaolalla Sánchez, hecha una excelentísima señora, falleció en su Madrid de adopción el 21 de octubre de 2000).


Sobre el asunto de las coplas, es menester destacar que varias de las interpretaciones en estos trabajos fueron escritas por Domingo Gómez Sodi, Dominguillo (La Línea de la Concepción ¿?- Galicia, 20/XI/1989), que infinidad escribió para el popular cantaor Juanito Maravillas. Gran aficionado, Dominguillo actuaba por el entorno del Campo de Gibraltar desde los primeros años 30 –así lo informa Luis Soler Guevara en ‘Flamencos del Campo de Gibraltar' (Editorial Acento. 2000)- haciendo los cantes de su admirado Manuel Vallejo, y en 1960 llegó a compartir escenario algecireño con Los Chiquitos ayudándoles después a concebir un repertorio particular.
La obra presentada por Pepe y Paco se inició con una versión por bulerías de la ‘Baladilla de los ríos’, que tenía como referencia cercana los ‘Tientos de los tres ríos’, de Enrique Montoya, una de las primeras piezas flamencas construidas sobre versos del poeta granadino Federico García Lorca, grabada en Nueva York en 1958, con las guitarras de Sabicas, su hermano Diego Castellón –‘Sabicas. Serenata andaluza. With Enrique Montoya’ (Montilla FMS-2017)-; antes, mediada la década, en España, en clave de milonga la intuyó el médico Fernando Lastra Sánchez, tocaor y cantaor aficionado, divulgando la pieza el profesional Pepe Albaicín, que con la guitarra de Miguel el Santo deja su grabación igualmente en 1958 (disco RCA 3-24067). Lo cierto es que estaba de moda, y la presente sin duda es la más jovial-juvenil entrada en las listas flamencas de aquellos versos: “El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos…”
Le sigue por peteneras el ‘Romance a Mari Paz’, con sus recitados intercalados herencia flamenca de posguerra, una creación que a día de hoy Pepe no escuchará si no es bajo la protección debida, tocando madera, por el supuesto mal fario del estilo, extendido desde que la bailaora Mari Paz falleciese tras acabar de encarnar a una tal Dolores la Petenera… Eso sucedió en 1946 y el cante, de procedencia americana, aflamencado hacía furor desde los años 20, del siglo anterior… ¿Cómo lo ven?
La anunciada Soleá de Alcalá contiene en realidad unas variantes trianeras de La Andonda con una bulería por soleá antes del juguetillo de remate. Los ‘Tanguillos de Málaga’, son aires por tangos de Enriqueta Reyes Porras, La Repompa, cantaora malagueña fallecida en 1959 a los 21 años, cuando estaba en pleno auge. Lo demuestran las ‘Bulerías por soleá’ que poco más allá escuchamos, de igual procedencia.
Pepe entona con propiedad el cante de ‘La caña’ completándolo con su macho correspondiente, siguiendo el modelo implantado por Perico el del Lunar a través de la voz de Rafael Romero el Gallina en la ‘Antología’ de Hispavox, en tanto Paco realiza un toque conforme los cánones tradicionales del estilo, sin rasguear, y doctamente ajustado; para valorarlo ha de tenerse en consideración que muchos profesionales avezados desconocían y aún desconocen estas maneras.


En los ‘Fandangos de Huelva’ se recurre a cantes propios de la capital onubense antes de concluir con el local de Valverde –que poco antes plasmó Marisol. La ‘fiesta gitana’ por bulerías aporta el tema “Soy grande por ser gitano”, que cantará Camarón en su segundo elepé ‘El Camarón de la Isla con la colaboración especial de Paco de Lucía’ [Cada vez que nos miramos] (Philips. 1970), primera de las cruciales aportaciones que nos encontramos del dúo a la obra del genio isleño. Le siguen una clásicas 'Alegrías de Cádiz’ en la línea que pitaba, de Antonio Fernández Díaz, Fosforito (Puente Genil, Córdoba, 3/VIII/1932), actual Llave de Oro del Cante, por entonces el artista puntero y otras de las guías del equipo e íntimo amigo de la familia Sánchez.
‘Tientos de Cádiz’ es un estreno discográfico absoluto, pues quedaron relegados en su momento por falta de espacio en los discos. Pepe hace los cantes de Enrique el Mellizo y Paco le secunda con la enjundia del toque correspondiente que aportó Niño Ricardo. Contiene la copla “Anda y vete, fea”, a nuestro parecer fachosa –eso va a gusto del consumidor-, que Camarón registrará en su primer elepé (1969). También entonó Camarón el cante que remata las calificadas ‘Siguiriyas gitanas’, estilo portuense que con la firma de Fosforito se integró en “A los santos del cielo”, de su segundo Lp, siendo el primero que hace Pepe original de Joaquín la Cherna. En la línea de Fosforito siguen los tangos gaditanos titulados ‘Tanguillos de Cádiz’.
En la película de su hermana Lola, “La estrella de Sierra Morena” (Ramón Torrado, 1952), cantaba Carmen Flores las ‘Bulerías de José María’. Sin embargo, allí el personaje cantado es Juan María –no José María-, y, figurando como populares, no constan a nombre del maestro Monreal, compositor de la banda sonora. Pepe les añade un cierre de categórico sello fosforero.
El segundo de los inéditos es el ‘Romance de La Argentinita’, pieza alternativa a los mencionados ‘Tientos de Cádiz’, ahora con una copla alusiva a la inmortal figura de nuestra danza y cultura en general. Encarnación López Júlvez, La Argentinita, nacida hija de emigrantes españoles en Buenos Aires allá por 1898 y en España desde 1902. A los 47 años falleció prematuramente en Nueva York, lugar en el que descubrió a su partenaire José Greco (Italia, 1919-EEUU, 2000), que lo será de su hermana Pilar López, como él, a escala internacional, descubrirá a Los Chiquitos. Se completa el primer CD con las ya comentadas ‘Bulerías rocieras’ del disco de Greco pero que baila Rafael el Negro y concluye Pepe con “Duérmete Curro mío”, una de  las más conocidas recreaciones de la Perla de Cádiz.



Antes de cumplir los dos años de su debut, regresaron Los Chiquitos de Algeciras a los estudios para cuajar un elepé chaconiano al 100%, bajo la batuta se diría de Pepe el de la Matrona. Con Morente era Pepe de Algeciras el único representante de  la nueva generación que defiende esa línea. Sin duda su productiva estancia en Madrid contribuyó a ello, al coincidir con todas las viejas glorias, guardianes de la gran tradición, y convertido en Pepe de Lucía, ayudará a evolucionar cual lo hizo su amigo Morente, pues tal vez sean estos dos los mayores creadores que el cante contemporáneo ha conocido.
Siguiendo la estela de Tomás Pavón abre el disco con las soleares de Enrique el Mellizo, ‘Hasta la fe de bautismo’. Y sin dejar la Tacita de Plata nos trae Pepe con el justo toque de Paco los tientos ‘Llorando gotas de sangre’, tientos de Cádiz, que remata, tomándolo de Matrona, ¿echando un Sanpedro?. Continúan Los Chiquitos con ‘Mira lo que te comprao’, una tanda de cantes mineros en aire de tarantos. En ‘Qué grande el castigo’ se anuncian unas seguiriyas de Manuel Torre; con un cante de Torre comienzan, para seguir con otro de Paco la Luz y el de cierre de Manuel Molina. Siguen unas soleares de Alcalá, ‘Yo no le temo a la muerte’, que añaden los ecos refundidos por la Perla de Triana en la copla “Dicen los sabios doctores”. Excelentes malagueñas del Mellizo interpreta Pepe en ‘Qué blancas canas te peinas”, que nos recuerda la versión indeleble que dejó poco antes grabada Sernita de Jerez. Por la tesitura, acompaña Paco empleando el acorde de taranta, una práctica común en Niño Ricardo.
Dejamos referido que en las primitivas soleares de Triana, ‘Si ahora tú te has arrepentío’, se ajustaba Pepe de Algeciras al esquema que dejó Matrona en la colección antológica de Hispavox, con unas mismas variantes expuestas en exacto orden: de José Lorente, de Paquirri Guanter y de Silverio Franconetti. También la guía es el de la Matrona, como se comentó, en las serranas ‘Un pastor en la sierra’, lo mismo que en los tientos chaconianos –‘Le estoy pidiendo a la Virgen’- y las soberbias malagueñas de Chacón –‘A buscar la flor’- donde interpreta dos variantes, la hoy llamada “De la muerte”, y la primitiva de don Antonio, “Qué tienes por mi persona”.
En solitario vuelve a recordar Pepe a Tomás Pavón cuando afronta la tanda por debla, martinete y tonás, ‘Tú no debes tener celos’, y consuma la pareja con una seguiriyas de Manuel Molina y Curro Dulce versión Chacón, ‘A clavito y a canela’, que desde la salida quitan el hipo. Este es el broche de oro a la carrera de Los Chiquitos de Algeciras, que seguirán compartiendo escenarios por el mundo año tras año, cuando Pepe de Lucía se incorpore al fantástico Sextet de Paco de Lucía. Allí a veces hacían alguna que otra ‘Chalaura’ de categoría, cual la que cierra, en dos versiones, y anticipa pegadizos estribillos que entrarán a formar parte de los éxitos de la música popular de nuestro tiempo: 
A mía, mía, mía, mía mama
Ay chíribi, chíribi, chiribamba 
O ese: 
Buana Buana King Kong, en que Pepe de Lucía se autocita al reciclar aquel Ay Juana, Juana, King Kong de su obra para los Hermanos Reyes, 'Castillos en el aire”, antes de desembocar en el ‘Sextet. Live in América’ (1993) de su hermano Paco.


Hasta aquí la historia de Los Chiquitos de Algeciras. Pero añadiremos un bonus o epílogo a ella con otra recuperación, una entrevista a Paco de Lucía, de 1971.

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