sábado, 20 de octubre de 2018

Flamenco en las prisiones, "una experiencia singular" iniciada con Antonio Agujetas y José Serrano ('2 Gritos de Libertad'. 1998) Segunda parte

“El hecho de que al menos unos pocos hombres y mujeres sobrevivan al infierno del sistema de prisiones con la sensibilidad intacta supone una muestra inapelable de la resistencia del espíritu humano”: Howard Zinn, ‘Nadie es neutral en un tren en marcha’. 

"Lo que empezó como un simple proyecto de colaboración para festejar unas fiestas patronales, se ha convertido en el proyecto más importante, más humano y más hermoso de cuantos la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas ha organizado, asesorado o patrocinado", escribe José Arrebola Rivera, presidente de la Confederación, en uno de los textos incluidos en el libreto que acompaña el disco 2 Gritos de Libertad, sobre la iniciativa de celebrar un Concurso de Flamenco en las prisiones, el cual se llevaría a cabo tal y como se contó en la anterior entrada. 
El inicio del concurso tuvo por escenario la prisión de Córdoba convertida en "Peña Flamenca de altas paredes", en palabras de Arrebola. Y tuvo como consecuencia, una vez celebradas las tres primeras ediciones, la grabación del citado disco por dos de sus ganadores, José Serrano (el Pelayo) y Antonio Agujetas, "dos cantaores dignos de figurar en los carteles más importantes de nuestro flamenco", señalaba el presidente, para quien, "con la realización de esta grabación culminamos un proyecto más, quizás el más difícil, pero al mismo tiempo el más hermoso y el más flamenco. Seguimos trabajando y en estos momentos iniciamos la organización del Cuarto Concurso. Concurso que volverá a convocar a hombres y mujeres de todos los centros penitenciarios de España, para darles la oportunidad a través del Flamenco de recibir el espaldarazo artístico que se merecen y a la vez puedan afrontar su futuro en libertad". 

“¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?”: Michel Foucault, ‘Vigilar y castigar’.


Para cerrar esta "singular experiencia sociocultural" un texto de Agustín Gómez, escritor, flamencólogo (fallecido el año pasado), sobre los dos cantaores de un disco, que aún se puede conseguir para quien esté interesad@:
"‘Carcelera’, título del célebre cuadro de Julio Romero de Torres, obedece al tópico del hombre desesperado entre rejas, pero visto desde fuera. Nadie había entrado en la cárcel para echar un rato de cante –cuidaré mucho de no escribir fiesta- y decir luego, ‘hasta mañana', y mañana, ‘hasta dentro de dos años’, a quienes se quedaban dentro. La entrada era sobrecogimiento; la salida, descorazonada; que ‘a todos nos han cantado en una noche de juerga coplas que nos han matado’, pero en la cárcel… ‘Yo no me atrevo a salir / tengo la prisión abierta / yo no me atrevo a salir, porque detrás de esa puerta / hay un soldado con un fusil; / ¡centinela, alerta, alerta!’, dice Antonio de los Santos Bermúdez, uno de los seis Agujetas que mi afición al flamenco me ha dado la oportunidad de conocer, al que mejor he escuchado por bulerías, y mire usted por donde ha tenido que ser en la cárcel.
No obstante, el grito de este Agujetas como el de sus hermanos, su padre, su tío, su abuelo… es un grito trágico, más que dramático, porque lo acuña el sino. Es un grito siguiriyero de brillo acerado y abierto como la hoja de una navaja barbera; a veces, enrabietado, de fiera herida; a veces, resignado, y es cuando me parece más humano. Como buen jerezano, da sus arrollones a los vocablos más comprometidos para el ajuste del compás y de los tonos; el buen jerezano cantaor es una suerte de salvaje brioso que no cuida mucho de las formas si su entrega es apasionada y generosa.
En tres ediciones de concurso carcelario fueron conducidos al internado de Córdoba de otros centro penitenciarios: de Málaga, Valencia, Madrid, Badajoz, Almería, Barcelona, Sevilla, Ocaña, Cuenca, Jaén… El carácter del concurso estaba más justificado. En Córdoba se les proporcionaba por unos días antes de las actuaciones la guitarra monitora de Rafael Trenas, tan tierna y educada, tan obsequiosa con ellos y dispuesta a machacar en tono y compases, porque la guitarra era para estos internos un lujo. Curiosamente, existen muchas voces entre rejas y no hemos encontrado ninguna guitarra. No obstante, la lección diaria de Trenas en la prisión de Córdoba parece que está dejando algún rastro y ojalá que por ahí también un medio de futura reinserción social. De las tres ediciones, dos las ganó el sevillano José Serrano; la del medio, este Agujetas.
José es cantaor más genérico; también más técnico y de facultades muy desahogadas, sin dejar nunca de agarrarse con uñas y dientes a la monumental arquitectura de su cante sobrio, ortodoxo y clásico, para que su expresión sea digna de un flamenco natural y consumado. La voz y la ejecución de Serrano Campos nos asocia a cantaores gitanos de estos tiempos, tales como Pansequito y Camarón, pero sólo en el desenfado, en la capacidad resolutiva. Ya digo que es un cantaor genérico, pero demasiado natural y correcto para andarse con vulgares mimetismos. Sabe y puede cantar. En sus maneras se refleja el cante de hoy y de siempre en un sano equilibrio, eso es todo. ¡Casi na…!".




“Propongo la abolición de la función social de las prisiones”: Angela Davis (1997).
Unos apuntes finales. Al poco de salir de la cárcel, los dos cantaores hicieron una serie de declaraciones al hilo de este disco y su estancia en prisión, que se pueden consultar en los siguientes enlaces: José Serrano / Antonio Agujetas.

“El futuro nunca estuvo tan cuajado de oportunidades maravillosas como cuando estuve en un campo de trabajos forzados sin otra cosa más que un puñado de sueños en mi haber”: Nadya Tolokonnikova; esta cita como todas la incluidas, y marcadas en rojo, en esta parte y la anterior están extraídas de El libro Pussy Riot. De la alegría subversiva a la acción directa (Rocaeditorial. 2018), cuya lectura me ha interesado, y recomiendo, aunque no sea de flamenco, pero hay arte. Y revolución.
“Aquí en la cárcel he adquirido algo muy importante: un sentimiento de odio intenso hacia el sistema de estado moderno y la sociedad de clases. Se trata de una experiencia muy importante para un revolucionario. Antes sentía lo mismo, pero de forma lógica. Ahora es una angustia emocional intensa. Quiero dar las gracias al comité de investigación y a todos los oficiales del caso por terminar de convertirme en revolucionario. Me faltaba ese pequeño detalle, la prisión”: Dimitri Buchenkov, doctor en ciencias políticas y entrenador de boxeo. 2012.
 

 



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