“El hecho de que al menos unos
pocos hombres y mujeres sobrevivan al infierno del sistema de prisiones con la
sensibilidad intacta supone una muestra inapelable de la resistencia del
espíritu humano”: Howard Zinn, ‘Nadie es neutral en un tren en marcha’.
"Lo que empezó como un simple
proyecto de colaboración para festejar unas fiestas patronales, se ha
convertido en el proyecto más importante, más humano y más hermoso de cuantos
la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas ha organizado, asesorado o
patrocinado", escribe
José Arrebola Rivera, presidente de la Confederación, en uno de los
textos incluidos en el libreto que acompaña el disco 2 Gritos de Libertad,
sobre la iniciativa de celebrar un Concurso de Flamenco en las
prisiones, el cual se llevaría a cabo tal y como se contó en la anterior
entrada.
El inicio del concurso tuvo por escenario la prisión de Córdoba convertida en "Peña Flamenca de altas paredes", en palabras de Arrebola. Y tuvo como consecuencia, una vez celebradas las tres primeras ediciones, la grabación del citado disco por dos de sus ganadores, José Serrano (el Pelayo) y Antonio Agujetas, "dos cantaores dignos de figurar en los carteles más importantes de nuestro flamenco", señalaba el presidente, para quien, "con la realización de esta grabación culminamos un proyecto más, quizás el más difícil, pero al mismo tiempo el más hermoso y el más flamenco. Seguimos trabajando y en estos momentos iniciamos la organización del Cuarto Concurso. Concurso que volverá a convocar a hombres y mujeres de todos los centros penitenciarios de España, para darles la oportunidad a través del Flamenco de recibir el espaldarazo artístico que se merecen y a la vez puedan afrontar su futuro en libertad".
“¿Puede extrañar
que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a
los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?”: Michel Foucault,
‘Vigilar y castigar’.
Para cerrar esta "singular experiencia sociocultural" un texto de Agustín Gómez, escritor, flamencólogo (fallecido el año pasado), sobre los dos cantaores de un disco, que aún se puede conseguir para quien esté interesad@:
"‘Carcelera’, título del célebre
cuadro de Julio Romero de Torres, obedece al tópico del hombre desesperado
entre rejas, pero visto desde fuera. Nadie había entrado en la cárcel para
echar un rato de cante –cuidaré mucho de no escribir fiesta- y decir luego,
‘hasta mañana', y mañana, ‘hasta dentro de dos años’, a quienes se quedaban
dentro. La entrada era sobrecogimiento; la salida, descorazonada; que ‘a todos
nos han cantado en una noche de juerga coplas que nos han matado’, pero en la
cárcel… ‘Yo no me atrevo a salir / tengo la prisión abierta / yo no me atrevo a
salir, porque detrás de esa puerta / hay un soldado con un fusil; / ¡centinela,
alerta, alerta!’, dice Antonio de los Santos Bermúdez, uno de los seis Agujetas
que mi afición al flamenco me ha dado la oportunidad de conocer, al que mejor
he escuchado por bulerías, y mire usted por donde ha tenido que ser en la
cárcel.
No obstante, el grito de este
Agujetas como el de sus hermanos, su padre, su tío, su abuelo… es un grito
trágico, más que dramático, porque lo acuña el sino. Es un grito siguiriyero
de brillo acerado y abierto como la hoja de una navaja barbera; a veces,
enrabietado, de fiera herida; a veces, resignado, y es cuando me parece más
humano. Como buen jerezano, da sus arrollones a los vocablos más comprometidos
para el ajuste del compás y de los tonos; el buen jerezano cantaor es una
suerte de salvaje brioso que no cuida mucho de las formas si su entrega es
apasionada y generosa.
En tres ediciones de concurso
carcelario fueron conducidos al internado de Córdoba de otros centro
penitenciarios: de Málaga, Valencia, Madrid, Badajoz, Almería, Barcelona,
Sevilla, Ocaña, Cuenca, Jaén… El carácter del concurso estaba más justificado.
En Córdoba se les proporcionaba por unos días antes de las actuaciones la
guitarra monitora de Rafael Trenas, tan tierna y educada, tan obsequiosa con
ellos y dispuesta a machacar en tono y compases, porque la guitarra era para
estos internos un lujo. Curiosamente, existen muchas voces entre rejas y no
hemos encontrado ninguna guitarra. No obstante, la lección diaria de Trenas en
la prisión de Córdoba parece que está dejando algún rastro y ojalá que por ahí
también un medio de futura reinserción social. De las tres ediciones, dos las
ganó el sevillano José Serrano; la del medio, este Agujetas.
José es cantaor más genérico;
también más técnico y de facultades muy desahogadas, sin dejar nunca de
agarrarse con uñas y dientes a la monumental arquitectura de su cante sobrio,
ortodoxo y clásico, para que su expresión sea digna de un flamenco natural y
consumado. La voz y la ejecución de Serrano Campos nos asocia a cantaores
gitanos de estos tiempos, tales como Pansequito y Camarón, pero sólo en el
desenfado, en la capacidad resolutiva. Ya digo que es un cantaor genérico, pero
demasiado natural y correcto para andarse con vulgares mimetismos. Sabe y puede
cantar. En sus maneras se refleja el cante de hoy y de siempre en un sano
equilibrio, eso es todo. ¡Casi na…!".
“Propongo la abolición de la función social de las
prisiones”: Angela Davis (1997).
Unos apuntes finales. Al poco de salir de la cárcel, los dos cantaores hicieron una serie de declaraciones al hilo de este disco y su estancia en prisión, que se pueden consultar en los siguientes enlaces: José Serrano / Antonio Agujetas.
“El futuro nunca estuvo tan cuajado de oportunidades maravillosas como
cuando estuve en un campo de trabajos forzados sin otra cosa más que un puñado
de sueños en mi haber”: Nadya Tolokonnikova; esta cita como todas la incluidas, y marcadas en rojo, en esta parte y la anterior están extraídas de El libro Pussy Riot. De la alegría subversiva a la acción directa (Rocaeditorial. 2018), cuya lectura me ha interesado, y recomiendo, aunque no sea de flamenco, pero hay arte. Y revolución.
“Aquí en la cárcel he adquirido algo muy importante: un sentimiento
de odio intenso hacia el sistema de estado moderno y la sociedad de clases. Se
trata de una experiencia muy importante para un revolucionario. Antes sentía lo
mismo, pero de forma lógica. Ahora es una angustia emocional intensa. Quiero
dar las gracias al comité de investigación y a todos los oficiales del caso por
terminar de convertirme en revolucionario. Me faltaba ese pequeño detalle, la
prisión”: Dimitri
Buchenkov, doctor en ciencias políticas y entrenador de boxeo. 2012.
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