lunes, 19 de noviembre de 2018

"¡Joder!": Rodolfo Otero. Amor por la danza, amor por el flamenco

El pasado 17 de noviembre fallecía Rodolfo Otero, bailaor, bailarín, maestro de baile en su ciudad, Valladolid. En Valladolid encontró el flamenco como el arte a través en el cual encuadrarse, situarse y en el baile el modo de expresar lo que sentía; y ya nunca lo abandonó.
Hemos contado en este blog su vida, la personal y la artística. Su amor por el flamenco y el baile era total; no transigía que nadie tratara mal a ninguno de los dos, ni tan siquiera al aficionado flamenco cuando entendía, Rodolfo, que traspasaba la fina línea que separa a este del artista, y él lo era, y lo podía demostrar. Una actitud que le granjearía enemistades, le conduciría al ostracismo. 
Tal era su carácter. Rodolfo tenía las maneras, los andares, el mirar, los ademanes, el hablar de un flamenco 'viejo', el de su tiempo, el formado en los años 50, cuando entró en la compañía de Antonio el Bailarín, absoluto dominador del baile en aquellos años. Rodolfo crecería en la compañía, ascendería en el escalafón al tiempo que el baile del jefe alcanzaba su máximo esplendor artistico.


La escuela de baile flamenco de Rodolfo era: "Se empieza bailar por los pies. Los pies no es para dar zapatazos, es movimiento para hacer música, para hacer sonidos, melódicos, fuertes, débiles, para tener ritmo. Hay que modularlo. Eso es lo primero: planta tacón puntera; articular los pies, luego a levantarlas rodillas, a hacer lo que es el flamenco... tienes que bailar con el alma, si no, no hay flamenco, ni nada de nada. Tiene que salir de las tripas... lo primero que tiene que tener un bailaor es lo que dicen los gitanos: amor por la libertad".
Siempre se aprendía con Rodolfo cuando hablaba de flamenco, de baile, "es una búsqueda de la libertad", y cada baile dibuja un mapa para conseguirla. Rodolfo no tenía antecedentes familiares flamencos, ni de baile, si de amor por la cultura, el arte.

Carta del alcalde de Valladolid a la familia de Rodolfo, deseando su pronto recuperación.

Fue Pedro Sanz, director de las Jornadas Flamencas Ciudad de Valladolid, quien puso todo el empeño en que Rodolfo Otero fuera reconocido en su ciudad. Un objetivo que persiguió durante años hasta que por fin pudo hacerlo realidad y dar al maestro su lugar en el mundo del arte, de la cultura vallisoletana. Sucedió el año pasado durante las XIV Jornadas. Este deseo de Pedro también contribuyó a la realización de Rodolfo Otero: Amor por la danza (Editorial Fuente de la Fama), una biografía llevada por las propias palabras, los recuerdos de Rodolfo.
En una presentación del libro durante las citadas Jornadas Flamencas se contó con la presencia del activista librero Enrique Señorans (A Pie de Página), del escritor Miguel Ángel Galguera (fundamental en la búsqueda del editor para el libro, Julio Martínez), quienes hablaron sobre Rodolfo y el libro. Cerró el acto el propio Rodolfo con estas palabras:
"Yo no soy una persona muy dada a la grandilocuencia. Me encanta la gente que tiene cultura, me encantan los poetas, la literatura, los escritores; me encanta lo que yo haga si lo hago bien, si lo hago mal me detesto. Porque lo más precioso que puede haber en esta vida es estar conforme con uno mismo, sabiendo que lo que hace es de verdad y que no engaña a nadie. Que es muy difícil, porque la mayoría de la gente gusta de engañar, aparentar, ser... y el que es de verdad no hace falta que lo diga, se le ve.
Y si sigo así, que me den por culo". Y nos fuimos a tomar algo.

Cuando estaba en el hospital, ingresado por un ictus cerebral, en un momento dado habló y dijo: "Joder". Quienes le conocíamos no pudimos evitar la sonrisa al oír esa palabra, ahí seguía Rodolfo, que un día tomó el flamenco como lo que es: "la rebelión del hombre contra su propio destino". Y él se rebeló.


1 comentario:

  1. Se nos fue un gran maestro del baile, Vallisoletano que paseo el nombre de su ciudad por todo el mundo, su arte seguira vivo en sus alumnas, que no solo aprendieron su tecnica sino que les transmitió la pasión por la danza, es lo que le hacia diferente al resto su gran pasión por el arte flamenco, Jamas olvidare a este gran hombre y maestro , persona entrañable, con carácter y mucha sabiduría .
    Fue una gran hombre que supo ser independiente y seguir los caminos de su vocación, afortunado por haber podido dedicar toda su vida a esta disciplina y llegar a ser uno de los mejores bailarines de nuestro pais.
    Dejó tras de sí un gran legado y el respeto y cariño de sus alumnos, familiares y amigos que siempre seguirá vivo en nuestros corazones.
    Gracias Rodolfo Otero por todo tu arte, te extrañare mucho y nunca te olvidare, y solo deseo que con el tiempo esta ciudad.. tu Valladolid .. te tenga también presente en su recuerdo como gran Vallisoletano que fuiste , y un gran abrazo a tu discípula Ana Montero que te adoraba como el que mas, Tu arte seguira vivo en ella y en todas tu alumnas que tuvieron la gran suerte de conocerte.
    con cariño
    Carmen Lopez

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