domingo, 24 de febrero de 2019

La Casa del Mairenismo: El duende de Curro Mairena (II)

"Antonio Mairena quiso construir, con sus hermanos Curro y Manuel, su propia casa cantaora, para transmitir a las posteriores generaciones toda la monumental sabiduría flamenca tradicional de la que era portador", escribía José Manuel Gamboa en el texto del libreto que acompañaba el segundo disco de la colección 'Cultura Jonda': El mairenismo. Vol.1. Cd que recuperaba grabaciones realizadas, a principios de los 70 del siglo pasado, por los dos hermanos de quien fijó y dio esplendor al cante jondo, al cante gitano: al Flamenco. Antonio Mairena fijó el canon de este arte -cabe el matiz de señalar: su canon- y le dotó del prestigio perdido tras la Guerra Civil Española y que aún se mantiene.
En la anterior entrada del blog, Gamboa apuntó, señaló, explicó el mairenismo. Para continuar trazando las biografías de los dos hermanos de Antonio Mairena y su papel como lanzaderas, puntales de su(s) teoría (s) y de la Casa que llevaba su nombre. Y esto es lo que cuenta sobre Curro con su habitual gracia y sabiduría flamenca este activista del flamenco:
 
Francisco Cruz García, Curro Mairena, nació el 1 de febrero de 1914 en los Alcores, que nunca dejó, donde tuvo seis hijos cuchichís de su matrimonio contraído a los 20 años, antes de marchar a una Guerra de la que volvería herido. Tenía familia en Brenes, Arahal, Paradas, Écija... Sus antepasados venían de El Coronil. Hijo del primer matrimonio del gitano herrero Rafael Cruz Vargas con Aurora García Heredia. Hermano, por tanto, de Águila, Juan, Rosario, María Josefa y Antonio Mairena, quien le llevaba cuatro años -aunque por su aspecto era frecuente que Curro pasara por el primogénito-. Vino al mundo en la fragua paterna, sita en frente al casino local.
En la España rural de entonces el trabajo de herrero era bastante rentable. Todos los utensilios laborales del campo se construían en hierro, y la fragua venia a ser el taller mecánico de hoy. Aunque siempre se ha afirmado que Curro se inició en la herrería, siendo mozo empezó a bregar en un molino de aceite. De molinero estuvo hasta que empezó con el cante. Tampoco es que se dedicara profesionalmente al género. De hecho, siempre fue un aficionado que actuaba ocasionalmente en fiestas o festivales, al cobijo de su hermano Antonio. Sin embargo, Curro fue uno de los cantaores que mejor supieron continuar los ecos de Manuel Torre, el artista a quien más admiró y que conoció de niño en su propia casa, como a Joaquín el de la Paula, El Gloria o Juan Talega. Lo gitano, cantar y sonar gitano, era lo fundamental para él. A los veinticinco años Curro debuta ante el público.


Empezó a hacer festivales, convocado por su hermano Antonio. Le costó hacerse a las tablas, puesto que, como decimos, siempre fue un aficionado y su arte más visceral que intelectual. Cantó antes con el corazón que con la cabeza. Así es como creó una variante de seguiriya del cante del Tío José de la Paula, al que aportó unos ayes cortitos de remate, que le salieron por casualidad, por no saber respirar y estar a punto de ahogarse durante su interpretación.
Vecino perpetuo de Mairena, su pueblo le rindió tardío homenaje en el XXIV Festival de Cante Jondo, los días 6 y 7 de septiembre de 1985, con la presencia de Manuel Mairena, Camarón de la Isla, Miguel Vargas, Calixto Sánchez, Enrique de Melchor, Pedro Bacán, Tomatito, Manuela Carrasco... Pero él ya no estaba para disfrutarlo.
En su pueblo de Sevilla, Mairena del Alcor, el 7 de enero de 1993 nos dejó Curro Mairena. A punto estaba de cumplir los 79 años, después de haber vivido sus últimos años gracias a una paga irrisoria y la ayuda familiar y de la ITEAF. Llevaba una década enfermo, justo el tiempo que sobrevivió a su hermano. Siempre parecía estar a punto de darnos el susto definitivo, desde que, tras la muerte de Antonio, sufriera dos derrames cerebrales que lo dejaron postrado en una silla de ruedas e impedido también para el cante.


Curro fue ante todo un hombre humilde, afable, gitano puro, entrañable, de buen corazón, dispuesto siempre a complacer y jamás a hacer daño o herir a nadie de palabra, obra u omisión. Pero tampoco ocultó nunca que a él todos los artistas de la nueva generación le sonaban iguales, menos Camarón. Era sincero e ingenuo, hasta sacar de quicio a su hermano Antonio, a quien le destrozaba sus teorías con simples verdades, pero sin darse cuenta: como un niño diciendo certezas con la naturalidad que le corresponde: "Cantes de Mairena del Alcor yo no conozco ninguno. El cante de Mairena del Alcor empieza con mi hermano, que tampoco aprendió aquí. Sin Antonio no exitiría el mairenismo".
¡¿250 años de mairenismo?! (ver entrada anterior).
Curro declararía una y mil veces que Antonio, cogiendo fragmentos de estilos en boca de los viejos recreó -creó- los suyos, a los que, por contra, quiso etiquetarlos con nombres de ilustres o desconocidos gitanos cantaores, ocultando su creatividad. Curro desmontaba todo el entramado teórico de su hermano sin querer. Item más:
"El cante gitano-andaluz, no es que sea de los gitanos, será de Andalucía. Pero yo creo que los gitanos que nacieron en Andalucía también le pondrían algo al cante ¿no?" (Declaraciones a Manuel Herrera Rovira en 'Sevilla Flamenca').

Por estas cosas a Curro, que siempre quiso estar en tercer plano, se le facilitaba la labor. De él nos cuenta lo siguiente Joaquín Cano, un aficionado principal de la comarca:
"Curro era un hombre ingenuo, y ahí residía toda su gracia. En cuanto al cante Curro era nada más que un aficionado. Él se creía Antonio Mairena, cuando no estaba Antonio, y resultaba graciosísimo. Siempre decía, cuando no estaba su hermano: 'Mira, si por mí hubiera sido yo, eso -el disco que presentamos-, lo hubiera grabado en un cuarto de hora. Pero, claro, como estaba Antonio y decía, '¡Así no! ¡Repítelo otra vez...!'. Las cosas de los cantaores flamencos cuando tienen cierto renombre, cierto sitio, cierta responsabilidad. Antonio tenía pensado exactamente cómo tenía que cantar y le obligaba. Y Curro cantó siempre como lo que era: como un aficionado. Más requetebién que dios, pero a su manera, como aficionado. Creo que si Curro hubiera sido simplemente lo que era, sin esa responsabilidad del mairenismo, le hubiera ido mucho mejor. Porque creo que todo esto le venía a Curro demasiado grande (Cuenta otra anécdota, que consideramos redundante en cuanto a describir la personalidad de Curro, y que por ser muy extensa no incluimos...)". Un cacho pan este hombre.


Oído al cante 
(Los duendes de Curro Mairena)
Melchor de Marchena trabajaba en el tablao Los Canasteros cuando grabó, junto con su hijo Enrique, el Homenaje a Andalucía, del que tomamos el número dedicado 'A Sevilla', en cuya campiña nacieron todos los protagonistas del álbum. Para empezar el inconfundible e inimitable temple seguiriyero de Melchor, que tantas veces invitó a cantar a los hermanos Mairena. Enrique se incorpora en las sevillanas de conclusión aportando el nervio y la modernidad frente al sonido y las melodías añejas de su padre.
Jaleado por su hermano Manuel, abre Curro con unas soleares alcalareñas. El cante de Joaquín el de la Paula interpretado con tensión, sabor, sin el matiz pastueño propio de otros flamencos. Curro canta olvidándose de grandilocuencias, sin ponerse 'candongo'. Así eran los cantes en su origen.
Prosigue por tarantos, siempre con Manuel Torre metido en el sentido.
El repertorio de Curro Mairena apenas se sale de los estilos gitanos por soleá, tientos, tonás o seguiriyas, defendidos a ultranza por Antonio. Derivados de los fandangos tan sólo interpretaba en su madurez -que en su juventud sí cantaba por fandangos artísticos como ya adelantamos-, el taranto de Manuel Torre.
Seguiriyas, uno de sus platos fuertes, recrea las recreaciones que nos legara la figura inolvidable de Manuel Torre, su maestro.
Los tientos son gaditanos; variante ralentizada de los tangos de Enrique el Mellizo.


De nuevo seguiriyas de Torre, Francisco la Perla y Frasco el Colorao, igualmente al grano en la interpretación. Curro, cantaor de escasas facultades, de poco fuelle, apunta los cantes sin ligazón, pero sin venirse abajo, con intención, intensidad y jondura.
Soleares de Cádiz muy apropiadas a sus condiciones de cantaor; no hay tercio valiente de remate; cierra, inesperadamene con un cante de paso, original de  la inmortal solearera Merced la Serneta.
Uno de los mejores registros que nos legó Curro, por su indiscutible regusto flamenco, lejos de estructuras cuadriculadas o interpretaciones mecánicas, son las bulerías por soleá jerezanas. Destacar también las coplas elegidas, como ejemplo del cuidado repertorio lírico de Curro -algo más que heredado, dispuesto por su hermano Antonio, en cuya enorme discografía es imposible encontrar verso alguno de baratillo; los grandes lo son por muchos motivos-:

Gastas mucha fantasía
parece que tu has pisado
la flor de la tontería.

Como cierre no podía faltar una toná. Año tras año el festival de Mairena concluía con una ronda de tonás, donde Antonio Mairena ejercía de gurú, rodeado por sus más cercanos seguidores ¡Cuántas amanecidas en los Alcores tuvieron como fondo esas tonás de Antonio, Curro, Manuel...!


En la siguiente y última entrega de esta serie 'mairenista', turno para Manuel Mairena, el profesional; su biografía y comentarios de los cantes incluídos en el disco (ver entrada anterior). Por último, comentar lo dicho en otras ocasiones que hemoso traído textos de José Manuel Gamboa, quien gusta de usar expresiones antiguas, de la calle, de los bares, del argot de barrio, de los tablaos, del habla gitana como "cuchichí", utilizada para señalar a quien es mestiz@, hija/o de gitano/a y no gitana/o. Otras, como candongo pueden encontrar su significado en el diccionario.

1 comentario:

  1. La anécdota que faltaba: "Tan ingenuo era Curro, que me acuerdo que estábamos una vez en La Ponderosa, con Antonio, y llegaron unos señores, de esos que causan respeto, gente que es distante, pero que pasaron a saludar a Antonio. Y Antonio les invitó. Tendrían que interesarle porque Antonio quiso pagar la cuenta. Por lo que fuera, Antonio empezó a hablar de Pulpón -a la sazón representante flamenco por antonomasia-, diciendo que era muy buen agente, que le daba anticipos a todos los artistas en el invierno. Y Curro, que se notaba de antemano que no conocía a esta gente, con su ingenuidad de siempre, no veía la forma de intervenir. Total, que metió baza: 'Ya ves si Pulpón es buena gente, que canté en un pueblo en un festival y los organizadores me dijeron que, bueno, el 10% de Pulpón no se lo vamos a dar a él, te lo vamos a dar tí y tú se lo pagas a Pulpón. Y entonces el 10% se lo di yo a los dos o tres días. Que no me acuerdo cuánto era...'. Antonio corta y se pone a hablar de otra cosa. Pero de nuevo interrumpe Curro: '¡Ya me acuerdo! ¡Y ame acuerdo! ¡Coño, tres mil pesetas!'"

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