viernes, 1 de febrero de 2019

Luis de Córdoba, "una gran honestidad artística"

Entre la década de los 70 y los 80 del siglo pasado Luis de Córdoba (Posada, Córdoba. 1950) realiel grueso de su producción discográfica, que sólo se vería aumentada con alguna que otra recuperación de sus primeros discos, caso del que traemos aquí encuadrado dentro de la colección 'Grandes Cantaores del Flamenco', publicado en 1995. El disco recoge las tres primeras grabaciones del cantaor cordobés, un total de doce cantes repartidos en tres Eps, publicadas en 1972, con Juan y Pepe Habichuela al toque; más ocho cantes tomados de los doce que formaban su primer Lp publicado en 1974 y con Antonio Piñana al toque.



Para esta edición se contó con un texto de Ángel Álvarez Caballero, de corte periodístico, más informativo que ese otro tipo de redacción, escritura más personal que suele darse en los textos incluidos en los libretos de algunos discos. Esto escribía nuestro recordado paisano:

Luis Pérez Cardoso, Luis de Córdoba es un caso claro de vocación. Siempre quiso cantar y el cante es su dedicación favorita, "aunque sufro mucho por el amor que le tengo. Cantar proporciona hondas satisfacciones, pero va también en el cante, la vida y el sentimiento. Y con el sentimiento, lógicamente, siempre, el sufrimiento". Había conocido el cante en su familia, donde había afición y había siempre alguien que cantara aunque no fueran profesionales. Su padre cantaba y su tío Rafael, a quien llamaban Niño del Clavel. Y escuchaba a otros cantaores aficionados de Posadas, como Miguel el Viejo.
Luis de Córdoba se considera un privilegiado porque vive para el cante, por el cante y del cante, es decir que su trabajo le resulta plenamente gratificante en ese sentido: "Vivo de lo que me gusta y gracias a lo que me gusta". Y esto desde muy joven, aunque antes conociera el ingrato trabajo de operario manual. Después de hacer la mili tenía prácticamente decidido que quería dedicarse al cante, y en 1972 se presentó al Certamen Cayetano Muriel en Cabra, ganándolo. A partir de aquel momento  el flamenco tuvo un nuevo profesional serio y responsable, destinado a merecer en el futuro una amplia aceptación pública.

En aquellos primeros años de carrera profesional compitió en los concursos más importantes del flamenco, ganando casi siempre importantes premios. Es, por ejemplo, el único cantaor andaluz, es decir no nacido en la tierra donde se realiza el Festival del Cante de las Minas (La Unión, Murcia), que ganó en dos ocasiones la Lámpara Minera, trofeo máximo del mismo, en 1973 y 1974.
Luis de Córdoba tiene una voz limpia, dulcísima y particularmente dotada para los cantes libres que permiten al cantaor desarrollar un amplio arco melódico a la medida de su propia inspiración y su sentido musical, que en el caso del artista es muy acusado, como demostró en su grabación dedicada monográficamente a los cantes llamados de ida y vuelta, o de influencia (latino)americana . Esto no quiere decir, en ningún caso, que eluda los cantes en que el compás manda, pues quien repase su discografía o acuda a sus actuaciones tendrá muy presente que por esos palos Luis de Córdoba es un cantaor a tener en cuenta siempre. Por soleares y por bulería es realmente importante.

Luis de Córdoba ha llegado a estos logros porque desde que empezó en el cante se ha preocupado de estudiar a fondo los estilos, y gracias a ello hoy es seguramente uno de los cantaores de repertorio más completo, ya que  lo interpreta prácticamente todo. Es un cantaor de una gran honestidad artística: en todo lo que canta trata de dar al público el cante como es, sin mistificaciones ni engaños. "Siempre trato de ser fiel a mí mismo", dice, "de ser feliz conmigo mismo y de trasladar, si es posible, un poquito también de felicidad a la gente que, en mayor o menor medida, me sigue, sigue lo que hago".
Los críticos son casi unánimes al reconocer la singular personalidad del cantaor y sus valores artísticos. Valga como muestra lo escrito por Francisco Hidalgo: "Lo canta todo y bien, con grandiosidad de expresión lírica y seria en todo su contenido y tratamiento, con absoluto rigor de formas dentro de su propia concepción cantaora y con absoluto dominio de las posibilidades expresivas de su voz, lo que confiere a su obra una unidad estilística y estética poco frecuente en el panorama actual del flamenco. Sus cantes están impregnados de una dulce melancolía y destaca en ellos, con rotundidad, la delicadeza de su musicalidad".


Con Que ni pintao, publicado en 1992 con la guitarra de Vicente Amigo al acompañamiento, concluye la discografía de Luis de Córdoba, pero no su relación con el flamenco. Seguiría actuando en directo, recibiendo premios y reconocimientos y abriendo una faceta didáctica, pensadora, plasmada en su libro, El flamenco: tradición y libertad (Arca del Ateneo, 2001), y estableciendo una relación con la Universidad de Córdoba, a cuya Cátedra de Flamencología se incorporaría llegando a ser su director en 2009 (el director actual es Arcángel).

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